Capítulo 4:

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Jehová se había esmerado con el reino marino, lo bendijo con infinitas y diversas especies para ganar la competencia cósmica del dios supremo, y obtener el privilegio más ansiado de cualquier deidad omnipotente: crear una nueva especie mortal con ...

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Jehová se había esmerado con el reino marino, lo bendijo con infinitas y diversas especies para ganar la competencia cósmica del dios supremo, y obtener el privilegio más ansiado de cualquier deidad omnipotente: crear una nueva especie mortal con inteligencia propia que habite en su planeta. Las sirenas, la sexta creación del océano, con algo de ayuda formaron un poderoso ejército con el que dominaron el fondo del mar junto a los otros seres vivientes que compartían el hábitat con ellas. Provistas del escuadrón de guerra más temido del océano, conquistaron en cada meridiano el primer puesto en la cadena alimenticia, pero hubo una especie que sufrió más que cualquier otra, el reino de "Las Ondinas Elementales". Todos los seres de esa especie eran sometidos a servir desde muy temprana edad a la especie dominante del fondo del mar.

Tres burbujas tenía frente a sus ojos azules, tres pompas mágicas que aguardaban en silencio reventar en cualquier momento, Aquamarine lamentó no haberse dado cuenta del cuarto sector de los hongos verdes. El elemento "tierra" no era tan importante para su familia, significaba una completa deshonra para su casta, pero su presencia era obligatoria porque fue fijada en una severa norma de las leyes marinas luego de la conquista. El color verde estaba constituido por la clase más baja, sirenas y tritones que habían tenido la valentía y soberbia de reproducirse con otras especies del océano, y al mezclar sus mágicos genes con otro completamente extraño su magia se anuló saliendo un producto completamente alterado, impuro, una aberración para la belleza que presumían con orgullo.

Rechazados desde el nacimiento sobrevivían con la temible amenaza de ser cruelmente asesinadas hasta que Neptuno llegó a un acuerdo con ellas, les perdonaría la vida si se convertían en sirvientes voluntarios de los conquistadores, "Las Ondinas Elementales" eran simples esclavas marinas sin derecho a sublevarse. En compensación a su miserable existencia y para, de alguna manera, unir a todo el vasto océano, el dios del tridente impuso la orden de que ese reino esclavo también debería participar de forma obligatoria en los sagrados rituales de nupcias, aunque solo era una vana esperanza se sentían maravillados por participar de tan lujosos banquetes y ser considerados como iguales al menos durante una ola entera. La emoción le ganó a sus principios, la sirena sonrió ampliamente al reconocer a Nereo, y contemplarlo levantar su estandarte con la esperanza pintada en el rostro, mientras algunos representantes de las Ondinas chapoteaban embargadas de jubilo. Era un tormeo de libertad, meridianos de esclavitud que se olvidaban durante unas pocas acuosas de luna llena expresando sus súplicas a la diosa.

Su destino avanzó las aletas hacia la última punta de la estrella de David vacía entre conmovedores rezos de sus compañeros, las "Ondinas Elementales" no aplaudían para festejar, solo clamaban por un poco de felicidad. De ser Nereo el esposo elegido la descendencia de su especie podría recuperar la pureza de su linaje, y tendrían el privilegio de retar al escuadrón de Neptuno para luchar por su libertad, una invaluable oportunidad para conseguir un futuro mejor. El wallano estaba confiado, era el único candidato que había tenido la oportunidad de conocer a su posible futura esposa antes que los demás, nadó derrochando seguridad hasta llegar a clavar su bandera del elemento "tierra", y giró mostrando aquella radiante sonrisa que había cautivado al tributo del sagrado ritual, siete giros en total que encerraban mucho más que galantería.

AQUAMARINE: y el secreto de las aguas©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora