Con el pasar de los años Change pudo acostumbrarse a su nuevo hogar.
Si bien no fue fácil, pudo darse cuenta que al final el Inframundo no estaba nada mal. Su tez antes bronceada ahora había adquirido un tono en extremo pálido. Esperaba que su magnífico bronceado regresara cuando el volviera al Olimpo.
El desarrollo de sus nuevos siete hijos no había resultado tan complicado, la mayoría de las veces solían estar en parejas, sanguíneas y con conexiones destinadas. Algunas uniones Change habría preferido que no se hicieran, pero el mundo no era perfecto.
Miró a Apolo y Adonis ya adolescentes descansar en una esquina del salón ambientada como biblioteca, leían un libro al lado de otro pareciendo tan imperturbables como tenebrosos.
Muerte y destrucción.
Apolo era tranquilo, demasiado serio y frío, pero un buen chico. Por el otro lado Adonis solía ser relajado pero un poco explosivo, tenía una mezcla rara de equilibrio con sus emociones.
La muerte y la destrucción nunca debieron haber sido una conexión, los dos poderes más letales de la Unión estaban unidos. Change agradecía la tranquilidad de sus dueños. Pero con un sólo chasquido esos dos harían un verdadero desastre descomunal.
Su conexión funcionaba al tacto, si un día los veía chocar palmas, buscaría refugio.
Un portazo resonó por toda la estancia asustando a Change quién bufó molesto. Observó de brazos cruzados entrar a Loki y Ares.
Travesura, o todos los demás poderes de ese elemento. Y fuerza, poseían una conexión que controlaba mente y cuerpo, capaces de doblegar a un magnífico. Eran el descontrol personificado.
Loki era impulsivo, a veces estúpido pero nunca ingenuo. La mayoría de sus trastadas se debían a su poder.
Ares, explosivo y desmedido. El deseo de guerra parecía predominar en sus sentimientos. Si es que tenían los demonios.
Ares controlaba la fuerza y la guerra, nada bueno a su parecer y tenía a Loki quién controlaba el engaño, la travesura, manipulación, etcétera. Ares sería capaz de controlar el poder físico en un dios. Su cuerpo. Loki se encargaría de la mente, capaz de controlarla y engañarla para que sus órdenes sean obedecidas, ese par nunca traería nada bueno.
Lo peor: eran descontrolados y traviesos.
—¿Qué?—Preguntó Ares al ver la mirada fija de Change sobre ellos.
Change negó dos veces. Ambos chicos se escogieron de hombros y entre empujones se sentaron en los asientos del salón.
A pesar de no haber heredado su poder, las personalidades dejaban claro que clase de controladores serían. Change sabía que los ocho chicos eran demonios, creados por algo, dado que los únicos demonios eran, genéticamente, Zevyen y Zeus. A pesar que Zevyen no se encontrará con ellos era un demonio. Pero todos lo eran. ¿Porqué?
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El Inframundo y sus Demonios
FantasyEl Olimpo siempre mantuvo una jerarquía que controlaba y sostenía el equilibrio de los universos, dominado por una grandeza y demonios resultaba imposible que este orden flaqueara, pero la decisión y avaricia de un demonio con un poder interminable...