(día del ataque en la tierra)
—Señor, hemos tenido la oportunidad de hacer varias series de registro en los calabozos. Además todos los campos de castigos para las almas tienen un área de vacío. Según las estadísticas se comprobó que la última suma a nuestro territorio fue en el año del cierre de el Inframundo—. Añadió uno de los jueces. Era Ralph.
Mantuve un mirada inexpresiva y fija, hasta que no pudo mantenerla y bajo la cabeza.
—Señor, entendemos la posición de nuestro mundo. Pero debemos enfrentar el castigo que supone para las partes. Pronto llegaremos a nuestro límite—. Añadió el segundo. Wels.
Curvé una ceja. Se encogieron.
—Así que: ¿Las decisiones en mi liderazgo suponen un castigo jueces?
Ambos negaron con precaución.
—Solo seguimos sin entender algunos temas. Podríamos liberar a nuestro mundo y trabajar. No tenemos almas y nuestro hogar está vacío, pensa...
Le corté su palabrería antes de que me doliera la cabeza. Alzando mi dedo. Gesto minúsculo, pero totalmente efectivo. Sonreí por dentro. Así me gustaba que fueran las cosas.
—Entonces ustedes preferirían que esté sobrepoblado de almas, rebalsando— Les dije en un tono lento y negaron—. Respecto al resto...
Me enderecé, aún con las piernas cruzadas y los brazos sobre la silla. Los vi directamente, sin vacilación. Por supuesto que noté como se intimidaban y la decepción que los embargaba. No habían logrado nada.
—Los temas que ustedes "no conocen", no les incumben. Yo ya sé que el Inframundo no tiene almas, por favor —. les dije despectivamente poniendo los ojos en blanco— Yo lo sé todo. Llevaré este mundo a los más alto. Sin sus cuestionamientos y sugerencias. Ahora, largo.
Ambos asintieron con resignación.
El segundo juez hizo una reverencia antes de decir:
—Le agradecemos su atención Señor.
Asentí, sabía de antemano que sus planes no habían resultado. Probablemente habían ensayado unas tres semanas, muriéndose de nervios. Y lo habían arruinado con tan solo explicar la introducción. Eran patéticos, y yo no lo permitiría.
—Pueden retirarse.
Se vieron con pesar, sin embargo no tenían el valor para seguir, así que dieron media vuelta, marchándose de la habitación. Al abrir la puerta se encontraron con Kimby, quién río burlesca y soltó después de un silbido:
—Vaya cara de ogros. Nuestro Rey no está siendo muy compasivo hoy—. Dijo, continuaba riendo y guiño un ojo en mi dirección—. Ya, ya. Sean libres, cambien la cara y consigánse alguna vampira que cumpla sus expectativas, sin llorar, eh—. Sentenció. Los empujó por las espaldas y cerró la puerta cuando estuvieron fuera.
ESTÁS LEYENDO
El Inframundo y sus Demonios
FantasíaEl Olimpo siempre mantuvo una jerarquía que controlaba y sostenía el equilibrio de los universos, dominado por una grandeza y demonios resultaba imposible que este orden flaqueara, pero la decisión y avaricia de un demonio con un poder interminable...