Capítulo IV.

47 2 0
                                    

Afilando un cuchillo sobre mi pierna derecha estaba sentado en un  borde sobre mi escritorio

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Afilando un cuchillo sobre mi pierna derecha estaba sentado en un  borde sobre mi escritorio. Si bien esto era tarea de los herreros, los cuchillo los utilizaban los cazadores. Tenía capacidad para manejar dos poderes al mismo tiempo, además de controlar dos de los ejércitos más fuertes, actualmente.

Cuando me sentí satisfecho con el filo, dejé el cuchillo sobre la mesa de trabajo. La poca luz que entraba en la taberna hizo que entrecerrará los ojos y fijará mi agudizada vista en la puerta. Puerta en la que dos segundos después entro Philip, el sublíder de los herreros, y a dos pasos detrás de él, venía Railey, sublíder de los cazadores.

Me levanté de la silla en la que me encontraba y sin mediar alguna palabra pasé al lado de mis compañeros, saliendo por la puerta en la que segundos antes ellos habían entrado.

Rara vez teníamos que estar los tres en alguna reunión del Olimpo, pero cuando Philip y Railey iban a buscarme juntos solo significaba: precaución, terreno peligroso. Sentí la presencia de ambos a mi derecha dejando mi lado izquierdo descubierto. Mi perfil más fuerte, el de cazador. Un poco raro y a veces confuso, yo era mejor cazador con el lado izquierdo, mi oído y vista estaba mucho más desarrollada que el lado derecho. Por el contrario mi lado derecho tenía mucha más fuerza, que me iba útil para el trabajo de herrero.

—¿Puedo preguntar qué sucedió?

—Creo. —dijo Philip. Y eso fue suficiente para que entendiera a grandes rasgos lo que pasaba.

Tener dos equipos a tu cargo no era nada fácil, pero también ser líder físico del Olimpo tenía sus desventajas.

Yo era el único dios que tenía tres puestos de liderazgo, poseía una pulsera de oro con el emblema del sitio que lideraba. El día que se eligieron los líderes, el mismo Creo me había seleccionado a pesar de que no era perteneciente a su mundo, rompiendo una que otra regla.

Había decidido por los dos equipos no pertenecer a ningún mundo, pero Creo había querido que liderará al Olimpo. Volviéndome parte de ese mundo. Pero no a mis equipos. Algo que podía resultar conveniente en un futuro.

—¿Tiene algo que ver con Change? —pregunté mientras pasábamos por los bosques que quedaban camino al Olimpo.

—Por el momento, no. O eso supongo. —aclaró Railey.

Seguimos nuestro camino hasta llegar al Olimpo. Para mi todo estaba igual. Los mismos pasillos custodiados por los mismos guardias, nadie parecía estar perdiendo la cabeza. No estaba entendiendo cuál era la emergencia.
Cuando llegué a la sala de reuniones de los dioses, mis compañeros decidieron dejarme solo, entré a la habitación que únicamente poseía una enorme mesa ovalada con asientos suficientes para convocar al ejército de vampiros.

Adentro sólo se encontraba Kleyton, mejor conocido como Kley, el cuál sí parecía estar perdiendo la cabeza.

—¿Dónde se supone qué estabas? —Chilló agitando los brazos.

El Inframundo y sus Demonios Donde viven las historias. Descúbrelo ahora