El Olimpo siempre mantuvo una jerarquía que controlaba y sostenía el equilibrio de los universos, dominado por una grandeza y demonios resultaba imposible que este orden flaqueara, pero la decisión y avaricia de un demonio con un poder interminable...
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El día empezó de manera diferente. Tal vez podían resultar ser simples pensamientos, pero mi corazón intuía algo. No sabía si era bueno o malo.
—¿Deberíamos destituir a algún líder? —Preguntó Morth, líder de los Tres Auditores y la Sala de Justicia. Su camino había sido controvertido. Pasó de ser el líder del Juzgado, a velar por la justicia de los ocho mundos. Uno de los dioses de la Primera Generación más poderosos. En esos tiempos había sido un dios con un deseo de guerra desmedido, podía llegar a hacer cualquier cosa con tal de que la justicia se cumpliera.
Sin embargo, luego de la guerra se había vuelto un ser tranquilo, reservado y conservador. Incluso en las guerras sus elecciones solían ser acertadas casi siempre. En cuanto se trataba de la precisión para la toma de decisiones era lo mismo, excelencia. Aún sabiendo esto de antemano a a negué con la cabeza en respuesta a su pregunta.
—Kley mantiene en un equilibrio responsable al Olimpo, mientras que Stefan los hace dioses capaces de protegerse y proteger su reino. Kley no lo hubiera hecho, si solo estuviera Stefan esto sería un desorden. —Acepte, aunque no funcionarán unidos, no podían solos. Toda una encrucijada.
—No tengo ninguna duda Creo, pero ¿qué tan seguros estamos de que Ize regrese? —Preguntó.
—¿En qué mundo Ize se quedaría de brazos cruzados? El obtuvo la victoria en esa guerra, más no el premio, el liderazgo.
—Ya tiene el reino para su raza, además posee una buena cantidad de población.
Rodé los ojos.
La única parte buena de haberse criado junto a Ize había sido poder permitirme conocer sus opiniones. Una victoria sin trofeo no le parecería suficiente, además, cuando Ize quiere ganar algo, siempre iría por todo. No importaba cuánto sacrificara por ello.
—No es conveniente que regrese, Morth. —Acepté— Sería el peor momento para una guerra, no tenemos dioses negativos y ese poder lidera los niveles de equilibrio ahora. Si propone una guerra pronto estaremos acabados.
Mi compañero asintió.
—Hemos tenido demasiada paz en los últimos años. Debo decir que ha esperado demasiado.
Me levanté del sillón donde estaba hasta ubicarme cerca de la ventana.
—Debo decir que desearía desaparecer la presión y temor que vivimos por Ize. Es un encierro, que nos priva la libertad. Perdimos la guerra, Morth. Vivimos en una era donde medimos nuestros pasos pensando qué hará Ize.
Me giré a verlo para esperar su respuesta, que obtuve tras unos segundos.
—No fue oficial, pero me parece que ganó, Creo. —Morth me respondió jugando con el líquido de su vaso.
Suspiré.
» Debería irme. —Dijo. Se levantó con lentitud para luego dedicarme una mirada que me supo a resignación. —Es triste pensar que nadie pudo hacerle frente. Pero aún más saber que nadie podrá hacerlo. No puedes defenderte. No de él.
