Capítulo VI.

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La claridad reflejada en los azulejos del Olimpo casi lograba dejarlo ciego

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La claridad reflejada en los azulejos del Olimpo casi lograba dejarlo ciego. Frunció el ceño al pasar por la puerta que te llevaba camino al cielo.

A pesar de tener energía y poder neutro todo lo relacionado con poder positivo lograba asquearlo, al contrario de lo negativo, eso sencillamente... Le gustaba.

Camino tratando de o hacer ningún tipo de ruido. Nadie tenía porque encontrarlo. Cuando ya sólo le faltaba doblar la esquina y caminar dos puertas más para llegar a su objetivo pudo escuchar dos voces acercarse.

—Mierda. —Maldijo al tiempo que regresaba cinco pasos y enderezaba su postura.

Selene y Bily, le dedicaron una sonrisa al verlo. La correspondió con su ya típica incomodidad.

—¿Buscabas a la Grandeza, Ize? —Preguntó Bily. El maldito dios completo de las habilidades. Muy difícilmente podía ser engañado.

—Precisamente, hacia allá voy. —Confirmó manteniendo un tono formal. Selene entrecerró los ojos en su dirección tratando de leer sus intenciones.

«No trates de caminar por ese terreno» La vio con desafío, con sólo una mirada le hacía saber que no era una buena idea, que intentar ver sus pensamientos era peligroso. Le inculcó miedo.

Para su sorpresa la diosa sonrió. Esa mujer.

—Oh, suerte. —Dijo Bily al tiempo que se despedía dándole una palmada en el hombro. Sintió la necesidad de decirle al dios de los las habilidades físicas que se quedará y no lo dejará solo con la única diosa capaz de hacerlo perder su control. No tenía la capacidad de cambiar sus pensamiento pero lo hacía pensar estupideces.

—No creo que puedas hablar con él, en este momento Ize. —Pronunció al verlo dar un paso para continuar con su camino.

—¿Porqué? —Preguntó arqueando la ceja izquierda. La diosa de cabello rubio completamente liso, sujetado por una coleta, le dedicó una sonrisa que lo hizo sentir extraño. Algo se removió en él.

«No vayas por ese camino, Ize»

—Por que no está. —Sonrió invitándolo a que diera media vuelta y caminarán de regreso. Sin más remedio, obedeció. —Está en una reunión con Agamelia en la tierra, puedo avisarle que viniste a buscarlo.

Ize negó. La diosa completa controladora de la materia era la mismísima maldita mano derecha de la Grandeza. Demasiado poderosa para su gusto. Esa diosa iba ser un gran escalón difícil de subir.

El Inframundo y sus Demonios Donde viven las historias. Descúbrelo ahora