Chico intimidante y amenazas.

134 5 2
                                    

Capítulo 4.

Abrí mis ojos para volverlos a cerrar de golpe por la luz del sol. Mierda, mi cabeza iba a explotar junto con todas las extremidades de mi cuerpo. Conté hasta 10 y abrí mis ojos, parpadeé varias veces para adaptarlos a la luz que se metía por la única ventana en toda la habitación. Oh, aguarden....nop, no es mi cuarto. Miré a mi alrededor, la habitación, o mejor dicho, sótano o lo que mierda sea, estaba vacío.  Me encontraba en una esquina con las muñecas amarradas.

¿QUE MIERDA?

Traté de safarme más de mil quinientas veces, pero lo único que obtuve fue raspar mis muñecas. Este lugar era...simple y aburrido, paredes grises, piso de un material negro y una sola ventana. Mierda, me tenían que poner al frente de la bendita ventana. Creo que necesito ya un litro de chocolate derretido, un maratón de Skins, necesito saber que pasó con Sid y la marihuana que le prestaron....

Alaska, concéntrate, carajo.

Oh, si. Aquí es dónde culpo al destino por no tener un papá que me enseñara a golpear o disparar pistolas.  La verdad, ahora que lo pienso las películas de acción que diariamente veo, me han ayudado a romperle la cara  a muchos imbéciles,  y estoy agradecida de las películas,  sin ellas no sabría que mierda es una cachetada. Estaba tan sumida en mis pensamientos, que no escuché cuando abrieron la puerta y un chico entró para sentarse en la silla al frente mío.

-¿Cómo te llamas?-Vaaya, que educación. No respondí, si yo sé es estúpido,  pero a ver, no se quién mierda es, me tiene amarrada al respaldar de una puñetera silla y me habla grosero, no tengo miedo, no sé por que mierda, pero no lo hago, es algo de impresión o sopresa, pero no miedo. Esto es algo inesperado, nunca creí que esto o algo así me pasara.

-¿Estás muda? ¿Sorda? ¿tienes alguna deficiencia mental o algo?- lo miré fulminante.

-No, si hablo,  si escucho , creo que me caí unas quince veces de la cuna de bebé y no te voy a decir mi nombre, eres un extraño, osea, no te conozco y para empeorar la situación,  me tienes amarrado, maldito imbécil.- Maldito sea el que me metió aquí,  oh si, ¡Fue ÉL!

-A ver, nena, no me hables así, nadie lo hace y tú menos lo harás. Repito, muñeca, ¿Cómo te llamas?- Agarró mi barbilla para que lo viera a sus ojos miel. Oh, mierda, era guapo. Podría decir que mis ojos están teniendo placer al verlo a él.

-Me dirás el tuyo primero.- Lo miré. Él se paró fente a mi y me miro fijamente, como si quisiera leerme o alguna mierda así.  Aparté la mirada.

-Bien, mierda, soy Harrison.-Dijo serio. Pffff...¿Queeee...?. Reí bajito.-Hey, ¿que da risa?- pero, alparecer se dió cuenta.Negué con la cabeza con una sonrisa sin mostrar los dientes haciendo que el me mire y sonreír un poco, pero al darse cuenta de que sonríe,  se pone serio.-Ahora dime cuál es el tuyo, nena.

-Amm....-vamos, inventa uno, si se puede.- Soy Ki...umm..biera, sip, soy Kiumbiera, lindo, ¿no?- reí nerviosa.

-Bien, ahora dime tu nombre verdadero.-sonrió. Madre mía,  esa sonrisa matadora.

- Después de ti.

- Primero las damas.

-No sabía que tú podías tener modales.-enarqué una ceja.

-Tu nombre.- Ordenó.

-El tuyo.

-Yo te pregunte primero, mierda, responde, me estás haciendo enojar, no quieres eso, ¿o sí?- Me miró amenazante.

-Panchita la del Barrio.-sonreí. Él me tomó la cara y gruñó.

-Mira, niña, no tengo mucha paciencia, así que me vas a decir de una maldita vez tu puto nombre, ¡Ahora!-gritó en mi cara para luego soltarme la cara con brusquedad.

¿Dónde has estado?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora