Capítulo 10 - La operación:

248 4 0
                                    

*Narra Autor*

Al fin llegó el día. Amelie se encontraba terminando sus últimas preparaciones cuando se acostó finalmente en la camilla. Miró de reojo a Liam, quien no se había separado de ella desde la noche anterior.

La morena cerró los ojos con fuerza a medida que las agujas perforaban su carne para sacarle la sangre; más estudios complicados que ella no entendería. El muchacho le tendió la mano, y Amelie apretó de esta por última vez.

-Prométeme que volverás a estar aquí. Prométeme que me harás recordarte. –Exclamó mientras las lágrimas volvían a bajar de su rostro. Liam esbozó una triste sonrisa en su rostro, y le besó la frente.

-Te lo prometo. Te amo Amelie, y aún si tus memorias desaparecen, nunca lo olvides. –Exclamó mientras una de las enfermeras le colocaba la mascarilla de la anestesia. Amelie contó hasta tres, y al cuarto suspiro quedó totalmente dormida.

La operación constaba de tres horas y media de arduo trabajo. Además de que el cirujano tenía que tomarse todo su tiempo posible para quitar cuidadosamente el pequeño tumor que, si aún seguía, crecería en el cerebro de la morena hasta destruirla por dentro. Hubiera acabado por matarla si no se hacía algo.

Liam esperaba afuera del quirófano, con los codos apoyados en las piernas y sosteniéndose la cabeza con las manos. Una lágrima cayó por su rostro, y entonces empezó a dudar de que Amelie pudiera salir de allí. Fue entonces cuando hizo un juramento: Si salía de ese lugar, prometería amarla por toda la vida, y jamás dejarla sola.

El muchacho se retorció por dentro al pensar que todo por lo que habían pasado tanto Amelie como su familia por su culpa. Por un accidente horroroso que jamás debería haber ocurrido, por una tragedia en la carretera. Una lágrima siguió a la otra, y así pasaron dolorosamente las horas. Finalmente, David salió de la sala y Liam se paró casi como auto reflejo.

-¿Cómo está David? –Exclamó mientras arrastraba como podía la bota que le habían puesto a su pierna fracturada. David sonrió de costado y sus ojos brillaron.

You are my guardian angelWhere stories live. Discover now