[¡Me gusta México!]

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Es mi primera historia, no estén chingando

[💐]

Los ojos de Japón miraban atentamente el rostro del mexicano, que en ese momento se encontraba riendo gracias a un chiste del argentino -(muy malo cabe aclarar)-, el japonés juraba que era la mejor risa que había escuchado en su vida.

—¿Japón?—

El de círculo rojo miro en cámara lenta como los ojos del norteamericano se posaban en el, aún sin borrar la bella sonrisa de su rostro. ¿Era un sueño? Ojalá nunca despertará. Sus ojos chocaron con los del mexicano, y se sentía en el cielo de solo mirar como el de bandera tricolor le sonreía mostrando ahora su hermosa dentadura.

—¡Japón!—.

Pero ese "sueño" no duró mucho, la sonrisa del de águila se borró lentamente, y sus ojos ya no irradiaban alegría, demostraban preocupación; el nipón rápidamente borró su boba expresión de enamorado y la cambió por una confusa, no le gustaba esa expresión preocupada en el rostro del mexicano, la detestaba, prefería mejor que sonriera, porque cuando sonreía su corazón latía a mil por hora y juraba que podría correr un maratón sin siquiera...

—¡JAPÓN!—. El grito retumbó en la sala de juntas; el nipón solo abrió los ojos sorprendido, estaba en shock pero sobretodo estaba asustado por el grito que resonó en su oído.

Cuando el Japonés salió del susto y la sorpresa, se giró con rapidez a su lado derecho donde estaba su mejor amigo: Corea del sur, con una expresión enojada y preocupada.

—¿Porque me gritas?—. Expresó en un susurró, no quería llamar aún más la atención (aunque todos los estaban mirando). El surcoreano solo suspiro, mientras comenzaba a masajear su frente.

—ONU lleva hablándote desde hace 10 minutos, y por más que te hablaba no me hacías caso—. Expresó el amante del K-pop.

Japón pudo sentir como todo su rostro se sonrojaba, y ahora maldecía que su bandera fuera mayormente blanca; su gran sonrojó era muy notorio, y el no pudo evitar esconder su rostro en sus manos, bastante avergonzado.

—Japón, parece que no te sientes bien. Ve a la enfermería—. Ordenó ONU mientras señalaba la gran puerta.

Japón no se movió, de nuevo estaba muy clavado en sus pensamientos. Sur Corea se levantó y empujó a su mejor amigo, asiendolo entrar en razón (no lo tiro de la silla)

—Yo lo llevo—. Y se lo llevó a jalones a la enfermería.

Oh joder...¿Había hecho el ridículo verdad? Si, lo había hecho; por eso el mexicano lo miro con una expresión preocupada, ¡Ahora todo tenía sentido! Vaya que se sentía estúpido, de nuevo los colores se le subieron a la cabeza al japonés, había hecho el ridículo frente a México. Se sentía tan avergonzado.

—Oye—.

¿El México ahora pensaba que era raro? Oh no, no podría vivir si el pequeño tricolor lo tachaba de raro y ya no quería hablarle ¡Todo menos eso!

—¡OYE HASME CASO! 펜데조!—. Grito, mezclando el idioma que ONU les había enseñado y el propio; se notaba que el Surcoreano no tenía paciencia en lo absoluto.

Te amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora