[O si]

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Es mi primera historia, no estén chingando

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Japón suspiro cansado, dejando las hojas de papel en la mesa mientras dejaba que su espalda tocará el respaldo de la silla, estaba bastante cansado. Y seguía sin saber cómo es que terminó en aquella situacion; estaba ahí en las instalaciones de la ONU, haciendo trabajo que ni siquiera era de él. ¿Porque? Por la culpa de su mejor amigo: Corea del sur.

Recordaba a la perfección que el surcoreano le había dado unos papeles “me debes una por ayudarte tu crush” comentó con una sonrisa, el tomo los papeles y aceptó, haría el trabajo de su amigo en verdad se lo debía y quería conpensarserlo. “Pero, amigo...se supone que yo tenía que hacer el trabajo de Norte, y el de Tailandia, ¡Ah! También el de Filipinas, aunque claro me olvidé a China, así que ten” el no se esperaba una enorme pila de papeles, un montón de cosas que tenía que revisar, algunas a las que tenía que hacerle un resumen completo, dar un maldito punto de vista, resolver cosas de las que ni estaba enterado.

Aún no sabía porque seguía siendo amigo de Corea. En su cabeza aún estaba esa sonrisa altanera que se posaban en el rostro de su amigo cada vez que le hacía la vida imposible...

—¡Eh wey ábreme!—. Japón dio un brinco en su silla cuando (-despues del grito-) comenzaron a tocar la puerta de su oficina con una desesperación sorprendente.

Japón se levantó y camino con rapidez a la puerta (-ya que juraba que si dejaba más tiempo, romperían la puerta-), apenas la abrió se encontró al latino tricolor dueño de su corazón frente a él, con una gran sonrisa en el rostro, extrañamente llevaba puesto un shorts café claro junto a una camisa de tirantes blanca (-con un logo que decía "Puto el que me disparé"-) se suponía que dentro de las instalaciones de ONU debía de llevar traje (-o ir de manera formal-), tal parecía que eso no aplicaba para México.

—Hola México—. Saludo el Japonés, mientras sonreía de manera cariñosa y dejaba pasar a México a su oficina, el mexicano se sentó en la silla giratoria de su escritorio y comenzó a moverse por todo el lugar.

—No mames, ¿Tienes que terminar esto hoy?—. México se detuvo frente a la gran pila de papeles en el escritorio, deteniéndose a leer unos cuantos, aunque los dejo ahí tan pronto se aburrió de verlos.

—Si—. Suspiró, mirando como el mexicano dejaba de jugar con la silla y se acercaba a él, con una sonrisa.

—Pues te vas a tomar un descanso—. Habló el latino, mientras se posiciona frente al japonés, el cual extrañado elevó una ceja, mirando como la sonrisa del mexicano se expandía más .—Hoy tú as sido el elegido para acompañarme en mis aventuras mágicas—. México abrazo los hombros de Japón, obligándolo a bajar un poco, para después mirar a la nada como si estuvieran presenciando el mayor descubrimiento del planeta.

—¿Qué?—. Preguntó Japón al no entender a lo que se refería el americano del sur.

—Que hoy tú y yo, vamos a pasarla juntos, para que dejes de pensar en tanto trabajo—.  Sonrió, abrazando más fuerte los hombros del japonés, el cual solo intento pasar su mano por la cintura del mexicano, muy tarde el mexicano ya se había encaminado a la puerta. Japón suspiró .—Vamos, quiero llevarte a un lugar—. México comenzó a caminar, siendo seguido por el Japonés.

[💌]

—'One chocolate and one vanilla'—. Comento el mexicano, el hombre que atendía la heladería con el nombre de “La michoacana” hasta en gringo-landia encontrabas esas cosas. Japón miro como la mujer de cabellos rojos le sonreía y se iba a hacer el pedido. Después de unos minutos, la mujer volvió y les entregó su helado, el mexicano pago y ambos se retiraron del local.

—Que bonito es lo bonito ¿No?—. México sonrió, comenzando a comer, Japón hizo lo mismo; ambos comenzaron a caminar, sin tener un lugar a donde ir en realidad.

Japón miro al mexicano, el cual seguía sonriendo con esa alegría característica de el. Japón sonrió de medio lado, seguiendo degustando su helado.

No supo exactamente en qué momento llegaron a sentarse en una de las bancas de algún parque ahí cerca, con una plática muy amena entre los dos.

—Pero encerio, no se que en que estaba pensado, me quedé con la marca de la mordida por tres meses—. Ambos rieron gracias a la anécdota del mexicano.

—¿Porque querías entrar ahí si sabías que habían muchos perros?—. Habló el Japonés, mirando atento al americano, que de pronto pareció muy pensativo.

—Pues...je, del otro lado de la cuadra estaba mi EX-novio—. Sonrió con tristeza.

—たわごと—.

—Tranquilo we, cosas del pasado—. Habló con un suspiro, tratando de nuevo a volver a retomar la conversación que tenían antes.

—Oye Mex...—. El japonés se había armado de valor, suspiró cuando se dio cuenta que el mexicano lo miraba con claros ojos de confusión .—¿Te gustaría ir a...mi país conmigo?—.

—Oh...—. las mejillas del mexicano se tiñeron de rosa, sin ningúna razón aparente.

Un silencio se formó entre ambos, los dos estaban bastante sonrojado, hacía que se podía decir era algo un poco incómodo.

—Claro, me encantaría—.

Datos random de esta wea:

[🇯🇵] Si, todos estos weyes tienen  su propia oficina

[🇲🇽] México ya le está tirando la onda al Japón (/^▽^)/

[🇯🇵] Sip, están en E.U, voy a explicar esto acá bien breve: Cada dos meses, todos los países se reúnen en una de las sedes de ONU (en este caso en E.U) durante una semana, después regresan a sus respectivos hogares.

[🇲🇽] Traducciones:
"Mierda"

[🇯🇵] Se supone que este capítulo iba a salir hace dos días, mi mami me quito mi celular ಥ_ಥ

Les mando besos en el cuello
—RusiaTuPatron

Te amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora