24- Una oportunidad

977 169 36
                                    

Llevamos dos días un poco distantes, salió esta mañana de la casa para buscar una que otra cosa en la casa de la Sra. Lucia. No quise acompañarlo porque necesitaba estar sola y pensar claramente en el plan perfecto para poder infiltrarme. Mientras él este aquí, será imposible pensar con claridad. Todo el tiempo está encima de mi y es desesperante. Sirviéndome el café escucho que tocan la puerta. ¿No me digas que este idiota la cerró con seguro antes de irse? Camino con la taza hacia la puerta y la abro.

—Buenos días, señorita— dejo caer la taza de café al suelo al ver al oficial que estaba tocando a la puerta.

Los recuerdos de esa noche invadieron mi mente. Era él, estaba completamente segura de que era él. Jamás podría olvidar su rostro; ese rostro que se ha aparecido en todas mis pesadillas desde esa noche. Esa mirada penetrante y esos aires de superioridad, me tenían a punto de perder el control. Tenía que guardar la calma, así que sonrío, tratando de no mostrar la rabia que por dentro me estaba consumiendo.

—Disculpe la molestia. Soy el Oficial Dean Ross—enseña su placa—. He venido por un caso que estoy investigando. ¿Tiene un momento para responder unas preguntas, señorita?

Es imposible que haya dado conmigo por el caso de Amy. Yo no dejé ninguna evidencia que me implicara; además de que, dijeron que había sido un suicidio.

—Por supuesto, adelante— permito que pase y miro alrededor. Acaba de meterse en la cueva del lobo y no hay forma de que desaproveche esta oportunidad que me ha dado la vida—. Puede tomar asiento, Sr. Oficial.

—Gracias— sentándose mira la casa y aprovecho a sentarme frente el cruzando las piernas—. Primero que todo, ¿Cuál es su nombre?

—Emily Mayer.

—¿Emily?

—¿Hay algún problema con mi nombre, Sr. oficial?

—No, es solo que ese nombre me trajo muchos recuerdos. Le pido disculpas— ya imagino que recuerdos, hijo de puta—. Como le dije al llegar; estoy investigando sobre un caso de los antiguos residentes de esta casa. ¿Cuánto tiempo lleva viviendo aquí?

—Una semana con unos días.

—¿Con quién vive?

—Con mi novio.

—¿Y dónde está su novio?

—En la casa de su mamá, pero ¿Qué tiene que ver eso con el caso del que habla, Sr. Oficial?

—Verá, no sé si está enterada de lo que sucedió en esta casa hace aproximadamente 7 años.

—Sí, algo he escuchado.

—No quiero alarmarla o asustarla, pero el antiguo dueño está siendo buscando por la policía, luego de haberse escapado de la Correccional psiquiátrica hace dos días, y me temo que podría aparecer por aquí. Es una persona muy peligrosa y no está en sus facultades mentales, por lo cual opino que, debería desalojar la casa o tal vez irse a vivir a otro lugar temporalmente. Todo esto se lo digo por su seguridad.

—Cuando dice antiguo dueño, ¿A quién se refiere? ¿Cuál es el nombre de la persona?

—Caden Ramsey.

—¿Qué? — ¿Mi papá está vivo? Pero si yo presencié su muerte. ¿Cómo es eso posible?

—¿Se encuentra bien, señorita?

—¿Cómo es eso posible? Lo que me contaron fue que esa familia murió aquí.

—No, señorita. Ese paciente estuvo recluido hasta hace dos días en la Correccional psiquiátrica, es por eso que le pido que por su seguridad, salga de este lugar.

—No puedo irme de este lugar, no tenemos a dónde ir.

—Yo puedo pedirle a mis colegas que vigilen los alrededores de la casa, pero para eso necesito de su aprobación. Estoy casi seguro de que ese criminal puede aparecer por aquí— ¿Cómo se atreve a llamar a mi padre así? Mirándolo bien, esos ojos se verían apetitosos adornando un platillo.

—¿Quiere un café, Sr. Oficial?

—No se moleste, señorita.

—No es una molestia para mí. Debo agradecerle de alguna manera por haberme avisado sobre el peligro— sonrío caminando hacia la cocina.

Solo debo triturar esa pastilla y dársela. Luego lo tendré a mi entera disposición. Triturando la pastilla no sentí que fuera suficiente, por lo que añado una mas. No puedo esperar para probarlo. Lamo mis labios y agito la pastilla en el café, agarro el cuchillo y lo llevo a mi espalda mientras le entrego la taza.

—Espero le guste.

—Gracias, Srta. Mayer— iba a darse un sorbo, cuando su radio suena y se levanta del sofá poniendo el café encima de la mesa—. Discúlpeme un momento, por favor.

—Claro, Sr. oficial.

Se acerca a la ventana que da para la sala y habla por el radio. Voy con toda seguridad viéndolo de espalda y alzo el cuchillo, pero por desgracia se gira y tengo que rápidamente llevarlo a la espalda de nuevo.

—¿Se encuentra bien, Srta. Mayer?

—Por supuesto.

—Ya me tengo que retirar, pero aquí le dejo mi información. No dude en llamarme si ve algo extraño. Pediré permiso para que vigilen la casa. Tenga mucho cuidado, por favor— entrega su tarjeta y la sostengo sonriendo.

—Es muy amable. ¿No se tomará el café antes de irse? — insisto.

—Claro— extendimos la mano a la misma vez, esa torpeza hizo que se derramara y maldije una y otra vez.

Nuestro acercamiento era tanto, que nos quedamos mirando por unos segundos, pero el sonido de la puerta de entrada nos interrumpe.

—¿Emily? — veo a Kevin y me alejo del oficial.

—Siento mucho el desastre. Ya me tengo que retirar. Cualquier información, no dude en comunicarse conmigo. Que tengan una linda tarde— sale de la casa como si nada y tiro el cuchillo al suelo, mientras apreto los puños con todas mis fuerzas.

—¡Maldición! ¿Por qué interrumpes en el mejor momento, idiota? ¡Por tú culpa acaba de irse!

—¿Qué sucede, Emily? ¿Por qué estás tan molesta? ¿Y qué hacías con ese cuchillo?

—Solo eres un maldito estorbo— sujeto mi cabeza por el dolor que siento y entierro mis uñas en ella—. Mi papá, ¿Dónde está mi papá?

—Emily, ¿Qué te sucede? — trata de acercarse y lo empujo.

—¡Si me tocas, te mato!— Mátalo, ¿Qué esperas?—. Sí, eso debí haber hecho hace mucho tiempo— solo es un estorbo que no debe existir—. Sí, eso es— sacudo la cabeza y retrocedo—. No, no lo es.

—¿Qué te ocurre, Emily?

—Vete de aquí— tropiezo con el sofá al retroceder demás.

—No puedo irme y dejarte así.

—¡Que te largues, Kevin!

—No me iré. Puedes insultarme y menospreciarme todo lo que quieras, pero no te dejaré sola. Me sentaré aquí el suelo, no hablaré, ni siquiera te miraré; cuando te sientas mejor hablaremos, pero mientras tanto, no me pidas que te abandone porque no puedo hacerlo.

Parte Tres: Emily [✓] [PRONTO SERÁ RETIRADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora