9- Día especial

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—Dicen que "El amor sin dolor, no es amor". Eres tan intenso y atractivo, que siento ganas de comerte— se ve tan asustadizo que me irrita—. Yo pensé que te gustaba; supongo que soy la única que lo disfruta. Nos veremos mañana.

—Emily, espera. ¿Por qué haces esto? Siempre buscas irte cada vez que te digo que esto me molesta. Me duele mucho todo lo que haces.

—Si tanto te desagrada, dejaré de hacerlo y problema resuelto. Ya me tengo que ir, amor— subo la ventanilla y pongo el auto en marcha. Es insoportable, pero debo controlarme. Falta muy poco para tenerlo en mis manos.

Llegó el día más esperado, nuestra graduación. El tiempo me pareció eterno, pero ya estoy casi al otro lado. Ya no tendré que asistir a menudo a verle la cara a ese inservible psicólogo y los medicamentos me los suspendieron, ya no tendré que seguir fingiendo más. La relación entre Kevin y yo sigue igual; dejé de alimentarte de él para mantenerlo tranquilo, por ahora. Es complicado porque esos malestares han regresado y, a veces tengo esos impulsos capaces de hacerme perder el control, pero hasta ahora he podido controlarlos; aunque no sé por cuánto tiempo. Mis padres estaban más que felices de que su adorada hija iba a graduarse. Me acompañaron a la actividad y el discurso de graduación fue sumamente aburrido. Por otro lado, Kevin se mantuvo con su mamá, pero quedamos en que no íbamos a contarles todavía de nuestra relación. Mi padre se sospecha que tengo a alguien, ya que cada vez me hace la pregunta, pero lo he mantenido oculto de ellos. A los muertos no hay que darle explicaciones, ¿Verdad que no?

—Te tengo un regalo, hija. Sé que en dos días es tu cumpleaños, por eso tu madre y yo decidimos hacerlo hoy.

—No tenían que hacerlo, papá.

—Eres nuestra hija y te lo has ganado— me entrega unas llaves y la examino viendo la marca del Mercedes Benz que tanto había deseado.

—Papá, ¿Acaso tú...?

—Es tu regalo de cumpleaños y de graduación, hija.

—Gracias, papá — lo abrazo fuertemente y la dichosa arpía no tarda en abrazarme también.

—Te lo mereces, mi amor— dice mi madre.

—Ve a probarlo, hija.

Miro en dirección a Kevin y estaba con su madre todavía. Supongo que tendrá que ser otro día.

El día de mi cumpleaños llega y estaba ansiosa, ya había planificado el escenario perfecto para esta noche. Mis padres querían pasar el día conmigo, así que ambos tomaron libre del trabajo. Lo que no saben es que, ya tengo planes de encontrarme con mi novio aquí en la casa. Había cuadrado la hora y el momento oportuno de hacer las cosas. Al igual que, todo lo que iba a usar. Observo el traje purpura que por hipocresía mi madre me regaló, amarro mi cabello y termino de maquillarme, quería lucir radiante esta noche tan especial. Bajo a la sala y doy una vuelta frente a mi padre para mostrarle lo hermosa que lucía.

—¿Cómo me veo, papá?

—Te ves hermosa, hija. El color púrpura es tu color.

—¿Y mamá?

—Está atendiendo a la vecina Gila. Al parecer, su perro otra vez se le escapó.

—Que lastima— tal parece que sirvió de mucha ayuda haberlo soltado.

—Es por eso que no me gustan los animales.

Veo su cartera encima de la mesa del comedor y sonrío.

—Iré a buscar mi bolso. No olvides que quedamos en ir a cenar esta noche, papá.

—No lo he olvidado. Tan pronto tu mamá suba nos iremos—doy la vuelta para subir las escaleras, cuando escucho que añade algo más—. Te amo, Emily— ¿Qué hay con esa expresión tan patética? Solo es un estorbo y una molestia, que debe ser eliminada ya.

—Y yo a ti. Eres el mejor papá del mundo— sonrío antes de subir a la habitación.

Lavo mis manos y luego de secarlas pongo cuidadosamente los guantes, asegurándome de no cometer un error, alcanzo el abrigo negro y un pantalón estilo sudadera para ponérmelo, como era tan fino, no paso trabajo para colocarlo encima. La capucha no podía faltar y las gafas oscuras, no quería que pudieran reconocerme. Terminando, busco el largo y puntiagudo cuchillo mientras lo agito en mi mano pensando en las estrategias y técnicas que mi madre hace tanto me enseñó. Bajo las escaleras sigilosamente, mirando a ambos lados y veo a mi padre viendo el partido en la televisión. Como no veo rastros de la arpía por ninguna parte y siempre que habla con esa vecina se tarda mucho, era la oportunidad de acercarme. Agachada bajo el último escalón y camino hasta quedar detrás del sofá donde se encontraba sentado.

—¿Ya terminaste con la vecina, amor? — pregunta repentinamente y me asusta al límite de que casi dejo caer el cuchillo.

Acaricio su cabello como si de mi madre se tratara, ya que no había mirado hacia atrás.

—Tú no eres mi papá y jamás lo serás— susurro en su oído, antes de proporcionarle un corte fulminante justo en la yugular. Necesitaba que fuera lo más sigiloso y rápido posible, no tenía tiempo que perder. El tiempo estaba corrigiendo y no podía cometer ningún error.

«Un pequeño y fulminante corte, y verás como todo se tiñe de ese espectacular y delicioso líquido carmesí, hija» Recuerdo las palabras de mi dulce madre y sonrío al darme cuenta de que tenía toda la razón.

Parte Tres: Emily [✓] [PRONTO SERÁ RETIRADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora