53-Enfrentamiento

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—¿Qué demonios te has creído? — levanto la mano para abofetearlo, pero la sujeta en el aire.

—Lo mismo te pregunto a ti. No estamos en tu lugar, estamos en el mío, así que bájale a tus arranques de histeria— me encara—. Te siento muy débil. ¿Te está alimentando bien? Tal parece que estás falta de vitaminas o quizá de una buena barra de proteínas, para que se te quite ese mal humor que te traes.

—No te preocupes, voy a asegurarme de obtener esa barra que tanto mencionas esta noche.

—Oh— me suelta, y camina hacia su escritorio—, no has cambiado ni un poco. Retomando el tema que realmente importa, quiero que me respondas qué le diste a ese pobre hombre.

—No tengo que responderte nada. Eres tú el doctor, así que averígualo por tu cuenta.

—Me temo entonces que deberé hacer un informe detallado de la condición del paciente y que cierren el restaurante hasta que se logre resolver el problema— se coloca los guantes y me le quedo viendo.

—Qué forma tan patética de vengarte— suelto de la rabia.

—Estás muy pálida— sonríe acercándose—. ¿Acaso también te sientes enferma? ¿Necesitas un chequeo, Srta. Emily?

—¿Qué tipo de juego estás jugando? No estoy aquí para jugar. Si quieres vengarte de mí haciendo que cierren mi restaurante, adelante. Solo quiero advertirte una cosa; no creas que me quedaré con los brazos cruzados.

—Uy, creo que es esa boquita la que necesita un chequeo con urgencia. No te aconsejo que me amenaces, pequeña. No creo que sea el lugar indicado para hacerlo. ¿Qué pasaría si existiera una cámara grabando todo lo que aquí has dicho? No deberías creerte más de lo que en realidad eres. En esos momentos solo eres una mujer que, por negligencia en su negocio, un cliente resultó envenenado.

—Ni siquiera tienes pruebas para confirmar o descartar cualquier cosa que haya sucedido allí; además, si estuviera alguna cámara grabando, también podrías salir perjudicado, así que no creo que seas tan idiota.

—Cuéntame, Emily. ¿Qué versión crees que creería la esposa de ese señor? ¿La de alguien que ha envenenado a su esposo o la del doctor que le salvó la vida? — sonríe llevando su dedo a mis labios—. No seas tan necia y mejor mantén esa bella boquita cerrada, porque cada vez que la abres, más te hundes. No olvides que dependes de mi para salir de esta, así que trata de ser más inteligente. En vez de buscar una manera de sacarme del medio, deberías optar por mantenerme de buen humor y contento— muerdo su dedo y ríe—. Yo que pensé que habías dejado ese papel de perra, pero veo que no— sujeta fuertemente mi mentón y llevo mis manos a su pecho mientras presiono firmemente su bata—. ¿Has pensado en cómo pagarme por haberte ayudado? Los favores como este, no se hacen de gratis.

—No te pedí que lo hicieras.

—Mi querida Emily es muy malagradecida, ¿Qué debería hacer con ella? — su otra mano se aferra a mi seno izquierdo y lo aprieta por encima de la camisa. Gimo involuntariamente al sentir su brusquedad y Kevin ríe—. Aún no has cambiado esas costumbres. ¿Desde cuándo andas tan expuesta? — aprieta mi pezón entre sus dedos y todo mi ser se estremece como hace mucho no lo hacía—. No pensé que estarías sin sostén, pero no me quejo— quita su mano de mi mentón y va descendiendo por mi pecho, hasta culminar justo en el cierre de mi pantalón—. ¿No harás nada para evitar que te toque? Tal parece que me has extrañado, porque no has estado negándote. ¿Tanto deseas que continúe? — quería decirle que no, pero mi cuerpo estaba muy caliente, tanto que no podría rechazarlo ahora—. Voy a tomar eso como un si— baja el cierre de mi pantalón y su mano se desliza hasta acariciar esa área que más sensible se encontraba—. Ya veo. Los síntomas de tu enfermedad se han acumulado aquí— inserta su dedo y aprieto su bata más fuerte. Siempre que me toca de esta manera, no puedo evitar sentirme flotando. Mi cuerpo pierde la fuerza y de mi interior brotan esos fluidos, que con su intenso y brusco movimiento con sus dedos provoca. Se detiene y veo que su expresión cambia, remueve los guantes y los tira a la basura para luego sonreír.

—Disculpa, pero no quiero contagiarme con alguna enfermedad— se limpió las manos con antibacterial y vuelve a mirarme.

—¿Qué dijiste?

—Fue un placer haber conversado con usted, Srta. Emily. Tengo pacientes que están esperando por mí para ser atendidos. No quiero sonar descortés, pero necesito que se retire de mi oficina y que por aquí no se vuelva a aparecer. Permítame llamar a la enfermera para que la dirija a la salida— sostiene el teléfono.

—No hace falta tanta amabilidad de tu parte. Anda con cuidado, Kevin—arreglo el pantalón y salgo de su oficina. Hubiera querido matarlo, pero este no es el lugar adecuado para eso. ¿Cómo se atreve a burlarse de mí de esa manera? ¡Maldito bastardo! ¡A mí nadie me humilla así! ¡Me las pagará!

Parte Tres: Emily [✓] [PRONTO SERÁ RETIRADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora