18- Culpable

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Levanto la camisa de Leyla y corto un pedazo de su abdomen, ya casi no se movía, pero la señora aún estaba forcejeando. Según termino, me acerco a Amy, su mirada luce perdida y su cuerpo no paraba de temblar. Acerco la carne a su boca, pero no hace gesto de abrirla.

—¿La abro por ti? —sin mirarme abre la boca y acaricio su cabello—. Buena niña.

Mientras mastica noto como acelera el proceso para tragar de inmediato.

—Hagamos algo divertido juntas— hago que se levante y la arrodillo al lado de Leyla—. Para que veas lo buena que soy, haré que hagas el trabajo— arrodillada detrás de ella corto las sogas que amarran sus manos —. ¿Estás apreciando tu obra? — agita lentamente la cabeza—. Toma— coloco el cuchillo entre sus manos y la sostengo para que no lo deje caer—. Fuiste tú la culpable. Es tu deber acabar con el sufrimiento de ambas— sacude la cabeza y trata de soltar el cuchillo—. No quieras huir de la culpa. Tu arrepentimiento no les devolverá la carne que te comiste. No llores. Ellas no están esperando un perdón o lastima de tu parte, necesitan que acabes con el dolor que tú les provocaste.

—No puedo...— murmura con voz ronca y apreto sus manos fuertemente mientras me acerco a su oreja.

—¿Vas a observar cómo se van desangrando ambas delante de tus ojos, y llegue el momento donde dejen de respirar? No sabía que eras tan malvada. No les queda mucho, debes decidir pronto. No les sigas causando más daño y mátalas— permanece en silencio, pero los temblores delatan el impacto que toda la situación le ha ocasionado—. Mira sus ojos de súplica. ¿No sientes remordimiento o lastima por lo que hiciste? Ah, ¿No me digas que aún no quieres matarlas porque tienes hambre? Eso explicaría muchas cosas. ¿De qué parte deseas comer? — muevo su mano con el cuchillo y lo coloco a la altura del pecho de Leyla—. Esperemos que sean reales, o vas a decepcionarte— alzo el cuchillo y ella trata de quitar sus manos, pero sostuve tan fuerte su mano, que como quiera fue ella quien lo entierra en el mismo centro del pecho—. Ah, que lastima. No mediste tu fuerza y acabas de matarla— presiono sus manos para que el cuchillo se enterrara más y su cuerpo tiembla, mientras que el de Leyla se mueve por la presión que ejercimos las dos—. Que buenas amigas. ¿Quién iba a imaginar que le harías esto? Que cruel eres, Amy— extraje el cuchillo y, aun con sus manos en el, le ayudo a levantar.

Permanezco detrás de ella para esta vez obligarla a arrodillar, pero al lado de la madre de Leyla. Hago el mismo procedimiento y sujeto firmemente el cuchillo entre sus manos.

—Solo falta ella. Termina con su sufrimiento, Amy. Mira como te mira por haberle hecho eso a su hija; a esa única hija que tenía y tú se la arrebataste. Si la dejas viva va a delatarte y te llevará a la cárcel. Eres muy joven para estarlo, ¿Cierto? — alzo el cuchillo y lo posiciono a centímetros del rostro de la mamá de Leyla—. Observa sus lágrimas, asesina; observa la obra tan magnífica que tienes delante de tus ojos. Disfruta, como hace un momento estabas disfrutando al comer de ellas— escucho su llanto y rio llena de gozo—. Mátala ya, Amy— entierro sin aviso el cuchillo y procuro ensuciar sus manos con la sangre que brota de la señora, ya estaba cansada de esperar a su valentía y necesitaba algo de acción—. Y murió... — dejo escapar una carcajada.

—No, no, yo no quería— musita con un hilo de voz.

—¿Decías? — arranco el cuchillo de la forma más violenta posible y la salpicadura cae en su rostro—. Esa es tu paga— posiciono el cuchillo en su abdomen y hago que lo sostenga nuevamente, procuro sujetarlo firmemente para cuando fuera el momento de atravesar sus entrañas—. Y bien, ¿Qué harás ahora? — guarda silencio mientras me acerco a su oreja—. Tienes que liberarte de ir a la cárcel, y más luego de haber matado a esas dos mujeres inocentes. Te has comido parte de su deliciosa y jugosa carne. Aún debes tenerlas entre tus dientes y ahora en tu barriguita. Deberías sacar de tus entrañas toda la evidencia que comiste. ¿No te sientes culpable de haberlas arrastrado a esto? Por tu culpa ellas están ahí. Acabas de alimentarte de ellas y matarlas— baja la cabeza y su llanto deja de oírse—. ¿Quién fue la culpable de esta atrocidad? — espero su respuesta con emoción—. ¿No sabes? Dime, ¿Quién fue? — insisto.

—Yo... yo lo hice— murmura.

—Ya estás libre de pecados, porque acabas de admitir tu culpa. ¿Tienes la fuerza y valentía, de acompañarlas y disculparte con ellas a dónde quiera que hayan ido? Debes estar cargando mucho peso y culpa en tus hombros. Ya no te queda otro camino que no sea este. Si te quedas, estarás sola eternamente y ellas no te dejarán vivir en paz. Acaba con tus culpas y tus problemas. Muéstranos tu arrepentimiento— alejo el cuchillo—, y solo muérete— atravieso el filo del cuchillo en su abdomen y lo saco ligeramente, para volverlo a enterrar seguido, lo suficientemente profundo para asegurarme de que todo acabara ahí. 

Parte Tres: Emily [✓] [PRONTO SERÁ RETIRADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora