Una multitud de personas se conglomeraban en los puertos más cercanos de Caelum. La gente, en vista del anuncio hecho, había salido de sus hogares con vistas en los grandes transbordadores aéreos que esperaban por transportarlos hacia su destino. Un sonoro rugido de silváns recorría toda la ciudad, a diferencia de su canto habitual, aquellos animales rugían con intensidad y terror en sus cuerdas. Aquel garrafal sonido era una alarma para los vaennsys.
Kad se veía en medio de aquel ajetreo. Luego de salir de la torre el llamado comenzó e inmediatamente mujeres y niños corrían de un lado a otro buscando transbordo a su lugar destino: Las ruinas. Aquel lugar era inhóspito, no tenía resguardo alguno más que el pasillo de guerreros que ella recordaba con claridad. No comprendía por qué habían decidido tomar ese lugar nuevamente, sin embargo nadie parecía cuestionarlo, ni siquiera su abuela. Anelisse se había mantenido cerca de su madre y Naím, disponiendo su voluntad. No pretendía dejar a Mariam sola, aunque tampoco quería dejar a Kad en cualquier lugar.
Con ojos llenos del cariño que sentía por su hija, acarició su mejilla intentando pensar claramente en lo que debía hacer y lo que era correcto. Mariam había aceptado la ayuda de su hija y dispuesto de uno de sus guardias para que cuidase de su nieta. Al lugar que iba, ella no podría estar, por lo que mantenerla junto a los refugiados era la mejor opción. Aun así Anelisse sentía que una parte de ella se volvía a ir, estaría tan cerca y tan lejos.
Dreon palmeó el hombro de Kad haciendo que lo mirase, le otorgó una sonrisa honesta con todo lo que podría significar.
—Cuídala, por favor —murmuró Anelisse. Tenía un nudo en su garganta que no la dejaba quieta. Vanet asintió.
Para Kad, la primera vez que se despidió de su madre había sido algo difícil, sin embargo estaba plenamente consciente de que su progenitora se encontraría con bien, en este caso, no sabía qué sucedería. Si las leyendas eran tan ciertas y los restos de las ruinas habían sido gracias a Bellua, no dudaba que aquello sería catastrófico. Odiaba la idea de alejarse de su madre y su abuela, quien le sonreía desde lejos y vociferaba algunas palabras que se llevó consigo. Luego de ello, corrió a los brazos de Anelisse.
—Debes irte, Kad. —musitó. Tomó el rostro de su hija y depositó un beso en su frente.
Poco tiempo quedaba y Mariam aguardaba al igual que Syras. Después de eso, la multitud se movió en su entorno. Caminaba con Dreon a su lado, el gasin tenía la tarea de fijar que todos los transbordadores estuvieran llenos y que nadie se quedase, además de salvaguardar la vida de los ciudadanos y la del pequeño fores, a quien había enviado con dos guardias en uno de los tantos transportes. Elyn, que había corrido a casa junto con Thoren, había estado haciendo fila para entrar en una de ellos junto a su madre y dos niños. Se encontró con la asustada mirada de Kad, quien asintió al verla. Elyn quiso ir por ella, hacer que la siguiese, pero su madre se había aferrado a su mano con fuerza. No permitiría que ninguno de sus hijos se moviera lejos de ella.
Jas, quien yacía fuera de la vista de aquellos tres, se encontraba al lado de Kad observando expectante a los danures. Aquellos animales se movían alrededor de las personas con agilidad y gracia, no parecían temer, pero él presentía lo contrario. Su existencia estaba tan atada a Caelum como los mismos vaennsys. Kad se había sorprendido de encontrarlo allí a su lado, tan ensimismado en sus pensamientos como siempre —desde que lo conoce— lo había visto. Se acercó a él tomando su brazo. Jas no se inmutó, por el contrario posó sus ojos en la mano de quien lo tocase y luego en los azulados ojos de la joven.
— ¿Y el resto? —preguntó tan casual como podía.
—He visto a Elyn esperar para subir al transbordador, supongo que Thoren hace lo mismo, tú ¿por qué aún no subes? —inquirió la chica contemplando la mirada perdida del muchacho.
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Caelum: El último soplo
FantasíaCuando las voces de seres ancestrales llaman a su igual, no hay fuerza que pueda detener aquel sonido. Una nueva era empieza en algún lugar del planeta, más allá del linde de lo impensable. Correrá el viento luchando contra un poder que aclama surgi...