Bellua había tomado Vakanil de una vez por todas. Mujeres y niños por igual, se habían unido a la larga lucha contra las sombras, consiguiendo varias pérdidas lamentables. Rankley sentía el odio corroerlo, se llenaba de las más pura ira, pero sabía que ello no era suficiente. Entonces, sin querer hacerlo, envió a los suyos a túneles creados hacía mucho tiempo atrás. Estaban bajo la tierra, esperando no ser usados nunca. Rankley caminaba por el lugar con heridas y laceraciones que no pretendía curar, eran la prueba de su batalla, las llevaría consigo. Además, también era una manera de rendir honor a los hombres caídos.
El camino los llevó a un espacio amplio donde un pequeño pozo de agua se concentraba. Volteó la vista observando a varios de sus hombres, detrás de ellos, las mujeres más imponentes que él podía admirar y más allá: los niños del futuro Vakanil.
—Rogran —llamó. El hombre tenía la cabeza rapada con dos tatuajes impresos en su cráneo y una barba de pocos días. Fuerte como el propio Rankley, era su segundo al mando—, llévalos a las profundidades. Mantenlos lejos de las superficies, la tierra ya no nos pertenece. —El hombre endureció el rostro sopesando la petición de su líder. Sabía que nada quedaba en la superficie y que, después de aquella larga lucha, nada quedaría en ella. No obstante, no comprendía a Rankley, tenía la sensación de que desertaría de aquella milenaria batalla y, si fuera así, no lo permitiría.
—Rank —murmuró en tono conciliador. Colocó su mando sobre el hombro del sujeto apretándolo suavemente. Rankley lo contempló, comprendía las dudas de su amigo, aunque estaban demás para él.
—No te preocupes. —Rogran sintió el alivio correr por su cuerpo.
— ¿Qué pretendes hacer?
—Esta agua es salada, Iraldí ha debido crear una pequeña cueva donde refugiarse. Iré por ella —Rogran ladeó la cabeza confundido—. Debo reunirme con ellos, Rogran —suspiró—. Si no lo hago, Bellua se hará de nuestro mundo y solo nos quedará perecer. Además —observó el hombro con un particular brillo en sus ojos—, mi hijo está en Caelum.
—Lleva algunos hombres contigo, no pretendas ir a Caelum solo —se sonrió—, esos “airecitos” necesitan un poco de fuerza. —Rankley rio ante las palabras del hombre. Le hizo señas para que se retirase. Luego de un abrazo fraterno y un saludo amistoso, Rogran caminó lejos de lo que Rankley creía, era la cueva donde Iraldí se encontraba.
Con un combinado de quince hombres, Rankley dio pasos para adentrarse en el agua. La evaporación creada luego de ver sus tobillos cubiertos por el agua hizo retroceder a varios de sus hombres. Rankley fijó la vista en los fores intentando calmarlos.
—Nuestra temperatura está muy elevada, procuren reducirla, de esa forma no evaporaremos el agua por completo. Recuerden que Iraldí necesita de ella.
Prosiguió su camino dando varios pasos más, una vez que su cadera estuvo dentro del cristalino pozo, la evaporación cesó. Los fores se sintieron más confiados luego de ello, así que los pasos se hicieron más rápidos aunque manteniendo cuidado.
Rankley, siguiendo su instinto, se adentró en aquel lugar. Era justo lo que pensaba, una cueva formada por la mujer. Varias columnas de piedra mantenían un techo bajo, aunque no tanto como para tener que flexionarse. El camino se abría paso a una segunda habitación más amplia que la anterior. Las mismas columnas se mantenían dispuestas en sitios estratégicos, mientras, el agua empezaba a ascender cada vez más. Pronto había llegado a su pecho.
El camino se volvía a abrir a otra habitación, sin embargo tenía una leve diferencia. Animales marítimos flotaban sobre el agua con los ojos cerrados y rastros de sangre que teñía el agua. Bellua había sido capaz de llegar a tales profundidades. Rankley empezaba a dudar del estado de Iraldí, aún más de la decisión que había tomado. Sabía que Rogran no dejaría su pueblo morir, pero ello no le daba seguridad alguna. Decidió seguir el camino a pesar de ello.
ESTÁS LEYENDO
Caelum: El último soplo
FantasyCuando las voces de seres ancestrales llaman a su igual, no hay fuerza que pueda detener aquel sonido. Una nueva era empieza en algún lugar del planeta, más allá del linde de lo impensable. Correrá el viento luchando contra un poder que aclama surgi...