Mothra

El Nacimiento

Después de dos días de viaje, finalmente Grad, Erika y Lynx, Chrome y Schwarz y el Maestro Kappa, llegaron al otro lado de la cueva donde estaba el huevo de Mothra. Como el viejo fauno dijo, el camino sería largo, por suerte había alguien con unas monturas esperándolos

- ¿Karuto? - Erika y Chrome

- Hola, ¿Por qué tardaron tanto? - sonriendo

- Tuvimos que pasar por el maestro Kappa y dejar a Elliot en la tierra de Jade

- Espera, si tú estás aquí... ¿Quién?

- Kero e Ykhar - respondió el sátiro - le dije a Miiko que tenía que salir con urgencia

- Entonces, tu sabes que - hablo Erika

- Siempre lo supe Erika - cruzando los brazos - de hecho, Grad no está retirado del todo

- ¿Qué quiere decir? - pregunto Chrome

- En el camino les contare todo, vengan

Erika y Chrome se miraron entre ellos, para asentir y seguir a los mayores, cuando un pequeño sonido llamó su atención

- Kue

- ¿Qué son? - preguntó Erika

- Son chocobos, son excelentes monturas y tienen muy buena vista - respondió Grad

- Vaya, nunca las había visto - sonrió Chrome

- Bueno, suban a ellas y síganme. El camino es largo

Cada quien subió a una montura con cuidado. Los chocobos*, aves del tamaño o un poco más altas que un caballo, de plumaje amarillo y un pico grande, avanzaron a una velocidad moderada, ya que a pesar de su aspecto eran rápidas al caminar y veloces al correr. No fue difícil para Erika y Chrome domarlas.

Mientras tanto en el cuartel, Kero e Ykhar se las arreglaban para servir las raciones de comida, además de tener que hacer que sus compañeros firmaran el libro de control

- ¿Cómo es que Karuto puede hacer esto el solo? - lloro Ykhar

- No lo sé - expresó Kero - solo espero que no tarde en volver. Al menos nos dejó platillos ya preparados

- Si, si no estaríamos muertos

- Ykhar no llores, por favor

- O la comida sabrá salada - apareció un elfo sonriente - ¿por cierto que hay en el menú?

- En la entrada está la pizarra Ezarel, Karuto anotó que platillos había para los días en los que él estaría ausente

- Entonces - pensando - quiero el platillo de mañana - sonriendo

- ¡Ezarel! - Kero e Ykhar

- Ya déjalos en paz - apareció Leiftan

- Solo era una broma - tomando su comida - bueno, provecho

En el cerezo, un moreno seguía observando a su guardia entrenar arduamente, pero en realidad no estaba tan atento; extrañaba ver a una pequeña con una castaña cabellera y ojos morados, sentada en el suelo recuperando el aliento. Dio un suspiro, cuando escucho un pequeño barullo: dos chicos estaban peleando

- ¿Qué pasa aquí? - llegó el moreno

- Este idiota que siempre olvida que solo estamos entrenando - señalando a un tipo alto y fornido