Cap6

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Había pasado todo el día lunes y la mitad de hoy martes, la tarde estaba completamente nublada y en cualquier momento comenzaría a llover. Los vecinos del pueblo estaban volviendo a sus hogares después de la misa diaria a la semana que se había realizado minutos antes.

A duras penas, pero se había realizado.

Y ahora las vecinas chismorreaban entre ellas que era lo que estaba pasando con el señor Biersack los dos últimos días. La tarde del día domingo le habían visto tan vivaz y elegante como siempre y ahora era todo lo contrario. Llevaba un pantalón de lino y un poncho de sacerdote encima, completamente desarreglado.

Cada vez que anunciaban la llegada de una nueva reunión en la iglesia, ellas asistían sin pensarlo un minuto, y no necesariamente porque fueran fanáticas de la religión ni mucho menos, todo era por el gran hombre que siempre estaba allí.

Él señor Biersack.

Pero como fuera, estaban completamente asombradas y el día de hoy y de ayer la misa se había vuelto una tortura para ellas, como nunca.

El señor Biersack tenía un aspecto terrible. Ojeras y ojos hinchados, mala cara y la voz apagada por la falta de animo y el sueño.

Ellas se preguntaban el porqué de aquello y era mucho mas que seguro que cuando se enterasen ellas, todo el pueblo sería el siguiente.

De cualquier manera, el señor Biersack no se encontraba en el mejor estado ahora. Las dos ultimas noches la imagen de _________ rondó en sus pensamientos y hasta en sus sueños recordandole como la había disfrutado, follado y dejado. Sobre todo como la había dejado.

Estaba completamente atormentado que no pudo dormir mas allá de dos horas ninguna de las dos noches. Todo un lío de sus emociones.

Un combate entre su razón y su corazón.

Ahora tenía claro que era lo que estaba sintiendo por aquella mujer, pero no entendía en que minuto había pasado a aquello. De deseo a amor en un solo segundo. Tampoco sabía que haría con ello, pero de algo si estaba seguro.

Necesitaba a _________ más que respirar en este mismo momento. No podría soportar otra noche más lejos de ella, sin tocarla, sin mirarla, sin besarla.

Quería pedirle perdón y quería confesarle todo lo que estaba sintiendo. A pesar de que se había prometido a el mismo nunca volver a sentir nada parecido ni mucho menos la verdadera esencia del amar, por nadie.

No después de lo que pasó por su adolescencia.

Dejó la mitra sacerdotal sobre la mesa a su lado y se dejó caer en la silla vieja y crujiente a su lado.

Estaba cansado. Necesitaba dormir pero necesitaba mucho más a la castaña que había decidido dejar dolida hace dos noches.

Ya no era lo mismo.

Él sabía que jamás volvería a ser lo mismo después de aquella tarde en que hicieron de la misma habitación en la que ahora estaba, un nido de pasión.

-Oh ________... -Se escapó en un susurro de sus labios cuando todos esos recuerdos de las extravagantes noches anteriores vinieron a su mente. Haciéndole recordar lo estúpido que fue al dejarla.

<< Te llevaré al cielo y devuelta al infierno >> Resonó en su cabeza al tiempo que recordaba como la había besado aquel día.

Miró el altar frente a el y relamió sus labios imaginándose a ________ sobre él. Incitándolo a pecar, llevándolo al paraíso.

<< ¿Entonces... Porque dejarlo? >> No quería que las palabras de aquella mujer siguieran atormentándolo, pero no podía quitarla de su mente. Ahora el también se preguntaba lo mismo.

¿Porque tubo que conocerla en su posición de Sacerdote?

Ahora la quería, sabía que la quería y quería decírselo, pero estaba seguro de que ahora ella le rechazaría.

Frunció el ceño y salió de sus pensamientos cuando se encontró a él mismo acariciando el bulto que crecía en sus pantalones, sin embargo no quitó su mano.

Comenzó a moverla de arriba a abajo acariciando por sobre sus pantalones su miembro y recordando los labios de ________ allí abajo.

Recordó cuando besaba sus pechos y lamía su feminidad.

Recordó cuando besó sus labios y la ató poniéndola sobre la silla.

Recordó su lencería elegante y sus hermosos ojos. Recordó su lecho cómodo y grande y su habitación que ahora extrañaba y quería compartir con ella.

-Oh... __________-Un casi gemido se escapó de sus labios, y le seguían muchos más esa misma tarde.

Comenzó a desabrochar sus pantalones pensando en que era _______ la que lo hacía y sacó su miembro erecto de esa cárcel.

Movía su mano de arriba a abajo, rápido y lento, recordando y susurrando el nombre de aquella mujer que le robó el corazón sin permiso alguno.

Graves gemidos escapaban de sus labios bañando aquella habitación solitaria y llena de recuerdos. Movía con más fuerza su mano imaginando que era _________ la que lo hacía y dentro de unos cuantos minutos llegó al punto en que creyó imaginar a _______ entrando por esa puerta y tomando el trabajo de satisfacerlo ella. Imaginó sus labios rosados y carnosos. Oh, como le gustaban sus labios.

Un gran gemido escapo de su garganta otra vez y llegó al limite. Se dejó ir recordando todo.

Recordando, anhelando, deseando, imaginando y pensando a __________.

Cuando salió de su ensoñación se encontró a él mismo con su miembro en mano y todo aquel blanquecino fluido sobre su mano y su pantalón. Sintiéndose patético y arrepentido.

Anhelando tener a _______ bajo sus brazos y sobre su pecho, escapando con el como había soñado la noche anterior. La deseaba con toda su alma y no necesariamente en el sexo, como algo más.

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Dejó la taza de café sobre la mesa otra vez, sin poder darle ningún sorbo. No sentía apetito y solo sentía ese horrible vacío en su pecho, como si le hubieran arrancado el corazón.

Pero no era así, su corazón solo estaba herido.

Había estado soñando las dos ultimas noches con que aquel estúpido y pervertido sacerdote volviera a buscarla y decidiera escapar con ella, pero sabía que eso no pasaría.

Y eso le dolía en lo más profundo.

Se levantó y caminó hacia su habitación para vestirse. Se sentó en la cama con algunas lagrimas cayendo por sus mejillas nuevamente, recordando aquellas palabras que él le había dicho la noche anterior, y como se había ido dejándola allí como si no fuera más que un objeto insignificante.

Y así se había sentido las tres ultimas noches y los dos últimos días. No había asistido a la iglesia y no pensaba hacerlo mientras tuviera que ver a aquel Sacerdote que ella sabía que quería y anhelaba con toda su alma.

Necesitaba besarlo y sentir sus brazos rodearla sin ninguna barrera de por medio.

Ella le quería, ahora lo sabía perfectamente. Ahora sabía lo que se sentía querer a alguien de un día a otro y no le agradaba esa sensación de abandono y estupidez.

Secó las lagrimas que corrían por sus mejillas y subió la cremallera de su Hábito. Saldría a recorrer un poco el lugar y ya lo había decidido.

Retiraría su cargo de monja, dejaría atrás los Hábitos y retiraría todo. No podía quedarse en casa todos los días para evitar al hombre que le sacaba lagrimas cada vez que le recordaba, entonces se retiraría.

Ella había sido obligada, y ahora sus padres no podrían decirle nada sobre su decisión. Ahora podía ser libre e intentaría dejar atrás todo lo que había pasado en los últimos días.

Dejaría atrás todo ese placer, esa satisfacción, ese romance ilícito y los recuerdos pasionales.

Dejaría atrás a el señor de sus fantasías, al señor Biersack.

~ Holy Sin †~(Andy Biersack y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora