''Donde reinan las hormonas, no mandan las neuronas''
~Continuación del capitulo anterior~
-¿Porque no asistió a la misa de hoy? -Dijo él, entre todos esos acalorados mordiscos y besos entre ellos. Estaba excitado y por su mente pasaba una brillante idea que quería poner en practica esta misma noche. Follarla tan duro como nunca. Hacerla rogar por un poco de su cuerpo. Hacerla arrastrarse por el, le encantaría ver eso. ¡Oh Dios!, si que le encantaría ver a una hermosa mujer como ella mendigando por lamer su miembro.
-Creo que eso no importa ahora -Contestó, estaba agitada. Quería darle su sorpresa ahora mismo, pero para ello debía tenerle a él echo todo un sumiso.
Estaba apunto de enrollar sus brazos alrededor de él y repentinamente la separó de si. Tenía que tenerla como toda una sumisa para poder hacer con ella lo que quisiera.
_________ estaba confusa y con el ceño fruncido. ¿Porque había hecho eso? Sin embargo el acto que el señor Biersack hizo después le dejó todo claro.
Él quería el control sobre ella nuevamente. Pues no lo dejaría entonces.
-¿Que si no importa? -Una carcajada seca se hizo presente por su parte y la miró intenso -Te enseñaré lo importante que fue eso entonces. Quítate el Hábito y arrodíllate en la cama-Ordenó con voz gélida y ansiosa, aun así ella no obedeció.
Una sonrisa burlesca se esparció por el rostro de su compañera y le miró seductora. Eso era lo que ella no quería, pero le ponía a mil de cualquier manera. Le desafiaría. Si, sería divertido desafiarle, estaba segura.
-¿Con que a eso quieres jugar? -Murmuró acercándose a su oído de la forma más sensual que podía. El estaba rígido ante ella y deseoso de cogerla. Indignado por su desobediencia. Esta mujer era difícil -Mi casa, mis reglas. Ahora mando yo. -Fue lo único que dijo antes de voltearle de un jalón hacia ella y empujarle sobre su lecho.
El señor Biersack no podía negar que estaba sorprendido y de cierta forma le gustaba que ella llevara el control, por otro lado, su instinto masculino quería apoderarse del momento, de su cuerpo, de ella.
Quería arrancarle el Hábito y tener su cuerpo desnudo ante el. Besar cada espacio de su cuerpo y cubrirla en caricias para luego ir más duro y llegar a lo que el tanto anhelaba.
Sacar ese animal en sí mismo y cogerla como si no fuese para nada delicada como parecía.
-Voy a castigarte -Advirtió el incorporándose nuevamente. Sentado en la cama mirándola sonreír burlesca, sus ansias crecieron, no podía competir con ella por las buenas, sería por las malas.
Estaba apunto de pararse de un salto cuando ella empujó su pecho con el gran y fino tacón que llevaba, tendiéndolo nuevamente en la cama.
-No lo has escuchado al parecer -Se burló ella manteniendo presionando su pecho. Él no sentía dolor, solo su excitación se hacia cada vez más grande -Yo mando ahora, usted es mi perrito esta noche, señor Biersack -Una carcajada salió de sus labios y un brillo peligroso se posó en los ojos de su hombre.
-Solo aceptaré serlo si mañana esto vuelve a repetirse -Propuso el. Esta bien, se había rendido fácilmente ante ella, le deseaba y quería ver que tenia preparado para el.
Si ella aceptaba la propuesta, mañana ella sería su ''perrita''.
-Por mi hoy, por ti mañana -Aceptó y una sonrisa salio de los labios de aquel pervertido hombre. -Levántate -Ordenó ella y quitó su pie de sobre el.
Se incorporó y acto seguido sus labios estaban unidos a los de ella nuevamente. Bajó la cremallera de su Hábito y tan pronto lo hizo este cayo al suelo.