4.

428 43 3
                                        

Mientras yo retrocedía, él abanzaba como león en acecho de su presa. Estaba a menos de medio metro, cuando en mi intento de volver a salir corriendo, él me toma por la muñeca.

-¿A donde crees que vas jovencita? -Dice tomándome de la cintura y acercándome a él- Ni creas que te libras de esta.

Yo no hago más que reir, pues toda esta situación produce que no deje de hacerlo.

-Ya, déjalo así, estamos a mano. -Digo sintiendo como mi sonrisa se va borrando de apoco y una ola de nervios y espectativa inunda mi sistema debido a la cercanía y a su intenso aroma a colonia de hombre.

-Selena... yo... -Suelta Marcelo, pero lo escucho lejos ya que aún sigo perdida en todo lo que estoy sintiendo.

Mis manos, como si tuvieran vida propia, fueron a enredarse en su cuello y sin pensarlo, sin despegar mi vista de la de él, me acerqué más.
Marcelo, por su parte, me terminó por aprisionar entre su amplio pecho y sus brazos. Su aroma podía sentirlo como iba haciendo estragos en mi, nublando la parte racional.
De pronto, su vista rompió contactado con la mia y pude observar que la fijaba en mis labios, los cuales comenzaron a hormiguear deseando que se juntaran.
Como si escuchara mis pensamientos, Marcelo comenzó a bajar su cabeza y yo sin poder evitarlo cerré mis ojos a la expectativa de que ocurriera.
Podía sentir su aliento a chocolate pegándome de lleno y logrando que la poca cordura que me quedaba se esfumara.
Podía sentir como la expectativa crecía segundo a segundo, a medida que él iba acercando sus labios a los míos.
Ya se encontraba a escasos centímetros, cuando de pronto, un ruido nos sacó de nuestro letargo, rompiendo la burbuja que se había formado y haciendo que por instinto nos separaramos, rompiendo así el contacto y que la parte racional tomara las riendas.

-Hola. -Dice Marcelo al teléfono, totalmente serio, nada que ver a la persona que tan solo minutos atrás, se encontraba a mi lado- De acuerdo, en un rato ando por allá.

Luego de esto, cortó la llamada y me miró sin que su expresión haya cambiado.

-Vamos. Tengo cosas que hacer.

-De acuerdo.

Sin pronunciar palabra alguna sobre lo que acababa de ocurrir, nos encaminamos al auto. Luego de haber subido, Marcelo se colocó la remera y con los cinturones puestos, nos pusimos en marcha, cada cual, asimilando internamente lo que acababa de ocurrir.

Me sentía totalmente confundida. Jamás había visto con otros ojos a Marcelo. Ni en mis más locos sueños se me hubiera ocurrido la posibilidad de besarlo. Sabía que lo que estábamos por hacer estaba mal, pues él, es el mejor amigo de mi primo y no estaba bien lo que estábamos por hacer. Estefan es como mi hermano, no lo quiero lastimar más de lo que ya está. Además, Marcelo está enamorado de alguien más y no tengo en mis planes salir lastimada, ya bastante tuve con Damián.

Cuando llegamos a mi edificio, me saqué el cinturón y me giré.

-¿Quieres cambiarte? -Pregunto intentando sonar tranquila- Tengo ropa de Estefan que quizas te sirva.

-Si, gracias. -Responde Marcelo quitándose también el cinturón.

Ya en casa, fui derecho a mi ropero y saqué una remera básica con cuello redondo.

-Toma. -Digo entregandole la remera.

-Gracias. -Responde sin mirarme.

-Marcelo, lo de hoy... -Intento hablar, pero me corta.

-Déjalo asi, no pasó nada. -Dice terminándose de arreglar- No pasó nada y así es mejor.

Yo aún me sentía confundida y frustrada. Confundida, porque no se que fue lo que pasó, como fue que llegamos a eso y frustrada por no habernos besado. Aún tengo frescas las sensaciones que recorrieron mi cuerpo.

-Me voy. -Dice cuando termina de meter su propia remera dentro de una bolsa- Cualquier cosa que ocurra con Estefan me llamas.

-Si, descuida. -Respondo yendo hacia la puerta- Gracias... por lo de hoy, lo pasé muy bien.

-Yo también.

Se acercó levemente a mi para depositar un beso en mi mejilla, provocando que cerrara los ojos por unos milisegundos y disfrutara del leve contacto.
Cuando se apartó, yo debí desviar mi mirada, después de lo ocurrido en el parque me sentía alterada.

-Nos vemos luego. -Soltó saliendo rumbo al ascensor.

-Adios. -Respondo y cierro la puerta una vez que él se pierde tras las puertas del aparato.

Ya sola, comencé a ordenar un poco, necesitaba concentrarme y dejar de pensar en lo de hace un rato.

El mejor amigo de mi primo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora