8.

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Estefan se fue dejándonos a Marcelo y a mí solos de vuelta.

-¿Qué será lo que Fernando tendrá que contarles?

-No sé, pero algo no me cierra. Ellos jamás congeniaron.

Para nadie que conociera a Estefan, le era un secreto que él y Fernando no eran los más unidos, eso me llevó a preguntarme que haría ocurrido para que de pronto se llevaran bien.

Cuando oscureció, luego de tomar un breve baño, comencé a cambiarme. Ya vestida, maquillada y peinada, salí rumbo a la sala donde Marcelo mee speraba para poder irnos así también se cambiaba.

-Ya estoy lista. -Digo tomando un abrigo de la entrada.

-Te ves hermosa. -Responde tomándome de mi cintuta y acercándome a él mientras se apoderaba de mis labios, provocando miles de sensaciones en mi cuerpo.

-Gracias, tú no te quedas atrás.

-Vamos yendo para poder cambiarme, antes de que se haga más tarde.

Salimos del departamento. Una vez que cerré la puerta con llave, Marcelo entrelazó nuestros dedos guiándonos por el corredor hasta las puertas del ascensor.

Luego de que Marcelo se duchara también y se cambiara el traje por un jean oscuro y una remera blanca pegada al cuerpo, emprendimos la marcha hacia la dirección que nos mandó Estefan por mensaje.

Durante el trayecto, íbamos conversando de cualquier cosa, mientras Marcelo reposaba su mano libre en mi muslo luego de pasar los cambios y yo le acariciaba el pelo en la parte de la nuca.

Al llegar al lugar, estacionamos el auto y luego de asegurarlo, entrelazó nuestros dedos mientras caminábamos hasta la entrada del local.

A penas entramos, nos encontramos con que estaba abarrotado a pesar de que era día de semana. Sin soltarnos, me coloqué detrás de él y comenzamos a movernos entre la gente en dirección a la barra.

El lugar estaba tan lleno, que se hacía difícil abrirse paso, en un momento, mientras pasabamos por un grupo, siento unos brazos que me toman de la cintura impidiendome seguir abanzando probocando que me soltara del agarre de Marcelo y lo perdiera de vista.

-¡Sueltame! -Exijo removiendome intentando soltarme del abrazo.

-Vamos bonita, bailemos un rato. -Dice pegando su boca en mi oido, produciéndome un escalofrío para nada agradable- Además mis amigos también quieren divertirse un rato.

Antes de que alguno de ellos alcanzara a decir algo, sentí una mando agarrando mi brazo y siendo apartada del tipo.

-Aleja tus manos de ella imbécil. -La voz de Marcelo sonaba demaciado molesta.

-¿Y si no quiero? -Pregunta el tipo en modo de desafío mientras sus amigos se paraban detras de él.

-No lo tientes. -Respondió una voz demasiado conocida.

-Fuera de aquí. -Respondió el amigo de mi primo y dueño del local.

Al girarnos, nos encontramos con Estefan y Fernando.

-¿Estás bien? -Me preguntó mi primo acercándose.

-S... si, si. -Respondo sin dejar de mirar a Marcelo- Gracias.

Ya pasado el problema, nos dirigimos a la mesa ocupada anteriormente en el vip.

Al sentarnos, tomé asiento en uno de los laterales, mientras que Marcelo se sentó frente a mi dejando que Estefan se sentara a mi lado.

-¿Y Samira? -Pregunto, notando que no se encuentra.

-Me separé. -Responde Fernando, serio- E inicié los tramites de divorcio. No estabamos en un buen momemto y la situación no daba para más.

Los tres nos quedamos callados, procedando lo que acababa de decir.

-Pudimos hablar y arreglar las cosas, ambos nos debiamos una charla hace mucho tiempo. -Habló esta vez Estefan.

-Estas siguendo su consejo ¿ no? -Tanto él como yo sabíamos a que nos referíamos. Estefan, en un momento me comentó el consejo que le había dado Maite, de que hablara con Marcela y su hijo y que solucionara los malos entendidos- Por eso ahora tú y Estefan estan tan unidos. -Digo mirándolos a ambos.

-Exactamente. -Responde brindándome una sonrisa debil.

-Es bueno que la hayas escuhado. -Digo sonriendo.

-Vamos a bailar. -Suelto poniéndome de pie- ¿Vienen?

-Yo no, estoy cansado. -Responde mi primo.

-Yo igual. -Secunda Fernando.

-Abuelos. -Digo bufando.

-Vamos. -Habla esta vez Marcelo- Te acompaño.

Al bajar a la pista, nos internamos perdiéndonos entre la gente.

Al posicionarnos en el medio de la pista, me giré quedando de cara a mi acompañante.
Comenzamos a bailar al ritmo de la canción que salía por los parlantes, mientras yo entrelazaba mis brazos a su cuello, él enrredaba los suyos en mi cintura atrayéndome hacia su cuerpo.
Sin decir nada, solté su cuello y apoyándome en sus hombros me impulsé hasta ponerme a su altura, sin despegar muestras miradas, me acerqué y apoyé mis labios sobre los suyos. Lo que pretendió ser un beso simple, rápidamente se convirtió en algo más. No me podía concentrar en nada que no fuera en el nomento que estaba compartiendo con la persona que más me importaba, podía sentir como cada parte de mi ser respondía a cada caricia proporcionada con sus manos a lo largo de toda mi espalda, haciendo que se desprendieran leves suspiros y deseara que este momento no terminara. Mientras nuestras lenguas se enrredaban, una burbuja nos envolvió haciendo que el resto de las personas allí presentes desaparecieran.
A medida que el beso se hacía más profundo, los suspiros se comenzaron a combertir en leves gemidos que salian de mi garganta mezclados con los suyos propios, mis manos abandonaron sus hombros y se enterraron en su cabello desordenandoselo tan solo un poco.

Con la respiración agitada, poyé mi frente contra la suya cuando el beso finalizó, sin poder dejar de sonreir.

-Deberíamos volver antes de que Estefan se pregunte por que tardamos tanto. -Sugirió Marcelo intentando recuperar el aliento.

-De acuqperdo, vamos. -Respondo mientras acepto la mano que me ofrece, pero esta vez caminando delante de él. 

Durante un par de horas más, permanecimos allí sentados, observando a la gente que luego de un tiempo, comenzó a irse del local de apoco, ya que el after office ya casi había terminado.

-Yo me voy yendo. -Digo tomando mi cartera junto a mi campera.

-Te alcanzo. -Dice Estefan poniéndose de pié un segundo después que yo.

-Bueno. -Respondo mirando brevemente a Marcelo.

Ya en el exterior, nos subimos al auto de mi primo.

-Pensé que ibas a hechar chispas cuando acepté que tú y Marcelo trabajaran juntos en el proyecto de Augusto.

-Marcelo es un buen arquitecto, aunque a veces se comporte como adolescente. Hará un buen trabajo. -Sintiendo de pronto, aue con cada paso que daba con Marcelo, le fallaba un poco más.

-Mariel le escribió ¿Sabías? -Pregunta Estefan, yo sin despegar la vista del paisaje que pasaba delante nuestro le respondí intentando no sonar afectada.

-No, Marcelo no me dijo nada ¿Té contó que quería?

-Le habló para verse, según me dijo necesitaban hablar. Me contó que lo llamó luego de que nos reunimos para hablar del proyecto.

-¿Y aceptó? -Pregunto rezando internamente para que su respuesta fuera negativa.

-Si, después de todo ella era nuestra amiga.

Al escuchar esto, un nudo se formó en mi estómago ¿Por qué Marcelo no me había dicho nada? Y sobre todo ¿Qué sería aquello que tendrían que hablar? Solo esperaba que todo esto terminara bien.

El mejor amigo de mi primo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora