7.

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-Hay otra cosa de la que tenemos que hablar. -Suelta después de un rato de estar en silencio haciendo que tosa.

-¿Y... sobre qué según tú? -Pregunto mientras siento como mi corazón se acelera debido a la ansiedad.

-De lo que ocurrió hoy en la mañana Selena. -Dice dejando la taza sobre la mesa y girándose.

-No hay nada de que hablar. -Respondo intentando no sonar alterada- Sólo fue un beso y ya, no fue como si realmente yo te gustara.

-¿Eso crees?, ¿Qué no me gustas? -Suelta levantándose del sillón y caminando de un lado a otro, mientras se pasa las manos por el pelo al parecer exasperado.

-Si, eso creo. Además siempre has dicho que estás enamorando de alguien más, y déjame decirte que es una estúpida por no notarte. -A estas alturas ya me encuentro fuera de si, por que aunque para él ese beso no signifique nada, para mi, aunque me cueste admitirlo, si significó algo.

Marcelo siempre fue atractivo, en la escuela todas las chicas morían por él, incluida yo. Al ser el mejor amigo de mi primo, los tres siempre estuvimos juntos y por ese motivo siempre me vieron feo. En la escuela, cada chico que intentaba acercarse, entre mi primo y él lo alejaban. Cada vez que pedía explicaciones, Marcelo alegaba que eran unos idiotas. En la universidad siguió igual, alejando a todo aquel que se acercaba a hablarme. Recuerdo el momento exacto cuando todo cambió. Fue cuando me enteré de que Marcelo tenía una acosadora, que resultó ser Mariel, una amiga de ellos. Comenzó a acosarlo luego de que Estefan la rechazara. Ahí fue, cuando me contó que le gustaba una chica que ni frenaba a verlo. Desde ese momento me mentalicé en verlo nada más que como un hermano y cuando decidí darme una oportunidad con Damián.

-Eras tú. -Dice frenándose en seco y mirándome directamente.

-¿Qué cosa? -Digo sin entender, mirándolo con los ijos agrandados.

-Eras y aún eres la chica que me gusta.

-Pero... -Intento hablar, pero la mezcla de asombro y confusión no deja que termine de procesar lo que acaba de decir- Pero todo este tiempo dijiste que...

-Si, dije que me gustaba alguien, lo que nunca dije fue que eras tu, pero ya me cansé de tener que fingir que no me interesas, que te veo del mismo modo que a Estefan, yo te quiero más que a una hermana. Ya bastante pasé cuando te pusiste de novia con Damián, cómo para tolerar que alguien más aparezca ¿Sabes la tortuta que fue cada vez que los veía juntos? Me daban ganas de sacarlo a empujones de tu lado, decirle que se alejara de ti, que tu eras mía, sin contar las de veces que Estefan me preguntó que me sucedía y yo le tenía que inventar cualquier excusa con tal de que no se diera cuenta de lo que dentro mío ocurría.

Con la cabeza hecha un lío, me levanté del sillón y me puse frente a él. Comenzando a darme cuenta que siempre fui yo la ciega que no vió las señales. Él estuvo ahí cuando Damián y yo rompimos, estuvo en cada momento en los que sentía que no podía más dándome su apoyo y yo lo interpreté como simple amistad.

-Yo... -No logro articular palabra ya que de un momento a otro siento sus labios sobre los míos y sus brazos rodeándome y acercándome más a él. Por instinto coloco mis brazos al rededor de su cuello intentando acercarme más, si es posible, a lo que el beso se profundiza y yo le sigo el ritmo. Por un momento me abandono a las sensaciones que el beso provoca, grabando a fuego el sabor y la dureza que estos tienen. sus manos recorren mi espalda provocando que mi piel se erice y sea más receptiva. Mis manos por su parte, se enredan en sus cabellos sintiendo la suavidad de estos. Nuestras respiraciones cada vez son más agitadas debido a la falta de oxigeno, pero a ninguno de los dos nos importa ya que no nos apartamos. 

En mi interior aún siguen sonando las alarmas de que esto que estamos haciendo está mal, que le estoy fallando a Estefan y eso es lo que hace que me aparte de él poniéndole fin al beso. 

-Esto... esto está mal. -Digo con la respiración agitada- Estefan no se merece que le hagamos esto.

-Tranquila. -Responde Marcelo con sus brazos rodeándome en un abrazo acercándome en su pecho- Si quieres por lo pronto no digamos nada, pero entiende que ahora nada va a lograr que me aparte de ti, ni él, ni nadie, ya esperé suficiente.

-De acuerdo. - Respondo  sintiéndome por primera vez en mucho tiempo, segura. 

Sin poder evitarlo, me acerqué más, apoyé mi cabeza en su hombro y aspiré su aroma.

Luego de apartarme tan solo un poco, me choqué con sus ojos marrones fijos en mi. 

-No sabes lo mal que me sentí cuando dijiste que estabas enamorado de alguien. -Suelto recordando cuando Estefan sacó el tema de Mariel- Creí que te había perdido.

-Y ni que decir cuando presentaste a Damián, recuerdo que Estefan estaba bastante impactado por mi reacción, doy gracias a que no se dio cuenta. ¿Por qué nunca dijiste nada? -Pregunta mirándome seriamente.

-Por que no creía que fuera a ser correspondida.

-Creeme que si me hubieses dicho algo las cosas hubiesen sido diferentes.

Sin decir nada más, nos quedamos por un rato abrazados. Disfrutando del momento, sabiendo que estaba en los brazos correctos, hasta que el timbre del portero sonó. 

-Sube. -Respondo sin dejar de mirar a Marcelo- Es Estefan. Le diremos que viniste por lo del proyecto.

-De acuerdo. -Respondió acercándose y plantando un beso en mis labios, el cual terminó más rapido de lo qur hubiese querido debido al tiembre de la entrada.

-Pasa. -Digo haciéndome a un lado dejándole el paso libre a mi primo.

-Marcelo. -Dice acercándose y saludandolo- No esperaba verte.

-Es que vine por lo del proyecto, pero ya me voy. -Dice Marcelo con una sonrisa.

-No hace falta. -Responde Estefan- Pasaba para avisar que Fernando nos espera hoy en el bar de Sebastián. Me avisó que tiene que darnos una noticia.

-De... acuerdo. -Respondo, sintiéndome de pronto intrigada ya que Estefan y él no son "los mejores hermanastros" y menos son de compartir tiempo juntos.

-A las once estaremos ahí. -Digo sin pensar en lo que dije.

-¿Van juntos? -Pregunta Estefan alzando las cejas.

-Si, es que tengo el auto en el mecanico. -Respondo abofeteandome mentalmente.

-De acuerdo. -Finalizó y le dedicó una mirada a Marcelo.

Yo por dentro sentía esa punzada de culpabilidad al saber que me estaba metiendo con su mejor amigo, sabiendo que si algo salía mal, ya nada sería como hasta ahora. Con aquél sentimiento, me alejé hacia la cocina llevando conmigo las tazas vacías para lavarlas, con el único propósito de que ninguno de los dos notara lo mal que me sentía por toda esta situación.

El mejor amigo de mi primo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora