Capítulo IV

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Hasta hacia dieciocho meses el armario de ropa de trabajo de Rose habia consistido en elegantes pero sencillos vestidos negros que llevaba en las actuaciones. pero cuando Christian Ozera y su esposa Lissa Dragomir reconocida asesora de imagen llegaron a su vida, le insistieron en buscar una imagen más sexy y la habían convencido de comprar trajes de diseñador en sedas y satenes de distintos colores. A ella tímida por naturaleza, le habia costado acostumbrarse a su nueva imagen, sobre todo cuando habia pasado a ser el centro de atención de muchos hombres, pero ahora agradecía ese cambio que habia ido acompañado de clases de maquillaje para las sesiones de fotos. Una ligera base de maquillaje, una sombra de ojos negra para realzar el color de sus ojos y mascara de pestañas, sumado a un brillo de labios rojo brillante, creando una mascara detrás de la que podía esconderse; la mascara de una mujer elegante y segura de si misma.

Por desgracia todo eso no era más que una ilusión, admitió mientras se ponía un vestido de seda de cóctel que resulto más corto de lo que ella recordaba.

Estaba nerviosa y tenia el pulso acelerado, pero después de recogerse el cabello en un moño y de echarse perfume en las muñecas ya no pudo retrasar más el momento de volver al salón y reunirse con Dimitri.

Estaba de pie junto a la chimenea mirando las fotos de ella y su padre, pero se giro cuando ella entro y el fuego que desprendieron sus ojos cuando la miro de arriba a abajo la hizo temblar más todavía.

-Estas impresionante, pero me parece que con lo que has elegido intentas decirme algo -murmuro con sarcasmo.

Rose se sonrojo.

-¿Preferirías que me hubiera puesto un saco?

-Estarías preciosa llevaras lo que llevaras- se detuvo un segundo antes de añadir-: exquisita si no llevaras nada- se habia movido y estaba tan cerca que ella podía oler su perfume y su crema de después de afeitar con ese varonil olor maderoso-. Pero me gustaría mejorar algo - le puso un dedo sobre los labios y le quito el pintalabios-. Así esta mejor. Tus labios resultan mucho más apetecibles cuando no los escondes detrás de esa cosa pegajosa.

-Me temo que vas a tener que ir a cenar tu solo- le dije furiosa-. De pronto he perdido el apetito.

-Pues una pena porque estoy hambriento- sus ojos resplandecieron con picardia cuando la recorrieron desde su elegante moño hasta sus zapatos de tacón de aguja rojos-. Y odio comer solo; me pone furioso y eso es malo para mi digestión. Además de todos modos tendrás que cenar algo y no tienes nada en la nevera aparte de un yogurt caducado....me he fijado cuando me he servido un vaso de agua y me he echado un par de cubitos de hielo- Aprovecho el silencio de Rose para darle un beso en los labios antes de darse la vuelta y darle una palmadita en el trasero-. Una advertencia Roza, no soporto a las mujeres que se enfurruñan. ¿Nos vamos?

-Eres el hombre más arrogante e insoportable- dijo con las mejillas del mismo color que su vestido rojo.

Rose agarro su chal y su bolso y salió por la puerta no sin antes evitar fijarse en el ramo de rosas dentro del jarrón con los últimos rayos de sol de la tarde entraban por las ventanas dándole a los pétalos un tono rojo sangre; el aroma que desprendían era de lo mas sensual y Rose cedió ante su buena educación y añadió-: Gracias por las rosas. son preciosas.

-Un placer.

¿Como lograba él decir tanto con solo dos palabras?

Suponía que la mayoría de las mujeres con las que Dimitri salia eran expertas en el arte del flirteo y que se dejaban llevar encantadas por esos jueguitos. pero ella le ponía nerviosa y no estaba segura de poder enfrentarse a un hombre tan seguro de si mismo y menos cuando todavía sentía en sus labios el cosquilleo de ese ultimo beso que fue demasiado corto?

Peligrosa Sinfonía (Complete)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora