𝗖𝗔𝗣𝗜𝗧𝗔𝗟 𝗟𝗘𝗧𝗧𝗘𝗥𝗦 | 𝗖𝗘𝗩𝗔𝗡𝗦.

GOLDEN RULE.

— ¡Todo salió mal! —exclamó Stasie golpeando el suelo con su pie—. Mi vestido iba en esa maleta.

Al llegar a su destino descubrieron que la maleta de Stasie había sido colocada en un vuelo diferente y ahora se encontraba con destino a Argentina.

—Lo siento, señorita Watson —el hombre tragó en seco—. Su maleta llegará dentro de cuarenta y seis horas.

—Ahí tenía toda mi ropa —miro a Chris triste.

—Podemos pasar a algún centro comercial a comprarte ropa —se encogió de hombros mirando su reloj —. Apenas son las diez de la mañana, dijiste que la fiesta empieza a las tres.

—Bien —miro al chico —. Gracias... y disculpa haberte gritado.

—Nuevamente lo lamento, señorita Watson —la actriz negó llenando un formulario que le pidieron y lo entrego —. Hasta pronto.

—Adiós.

—Andando —Chris tomo la tomo de la mano antes de salir del aeropuerto.

Chris jalaba su maleta mientras miraba a la gente a través de sus lentes de sol, su mano se dirigió al de la pelinegra junto a el, sonrió, la mano de Stasie era suave.

—Buen día —saludó Anastasia en español al taxista.

—Buenos días, señorita —el hombre abrió la cajuela y metió la maleta.

Anastasia le indicó que los llevará al centro comercial más cercano.

— ¿Qué te parece este? —salió mostrando un hermoso vestido negro con diamantes en el pecho.

—Muy... bonito —regreso la vista al celular con el entrecejo fruncido.

— ¿Con quién hablas? —preguntó mirándolo curiosa, llevaba un rato así.

—Jenny —sonrió, la pelinegra sintió un ardor en su pecho.

No era un secreto que Stasie y Jenny no se llevaran bien, ninguna de las dos podía ocultarlo.

—Oh —se volvió a meter al probador.

Unos segundos más tarde salió con uno color rosa chillón.

—No, no, no y mil veces más no —hizo una mueca, la chica asintió entrando nuevamente.

—Ok, este es el último —salió, un hermoso vestido liso color rojo hacía que su delgada figura luciera esbelta y sensual.

—Perfecto —alzó sus pulgares.

La pelinegra sonrió orgullosa.

—Bien, ¿qué más te falta? —cuestionó Chris cargando las bolsas de la chica, había comprado un poco demasiado de ropa.

—Ropa interior —señaló la tienda de Victoria Secret's a tres locales de ellos —. Andando.

Chris bufó pesadamente caminando atrás de amiga.

—Esto es un poco incómodo —murmuró al sentir las miradas de las mujeres en el.

—Puedo arreglarlo —lo tomó de la nuca acercandolo a el.

Sus labios se unieron en un beso travieso, Chris paso su mano por el trasero de Stasie.

—No toques mi trasero, Evans —le sonrió.

Ambos caminaron por la tienda, la pelinegra tomo algunos conjuntos.

—Mira —salió del vestidor emocionada.

Llevaba puesto un traje de baño de dos piezas con estampados.

—Está bonito —se dedicó a detallar el cuerpo de su amiga.

—No veas mis bubis —regañó.

—No es algo que no haya tocado antes —se encogió de hombros.

Las mejillas de Anastasia se enrojecieron al recordar la vez que ambos estaban tan borrachos y estuvieron apunto de tener sexo frente a Dodger. Una experiencia que deseaba borrar para siempre.

—Diablos, cállate.

Después de probarse cinco trajes de baño más, pagó y finalmente fueron rumbo al hotel.

—Bienvenidos al Hyatt Ziva Hotel, señorita Watson —sonrió el recepcionista al reconocerla.

La familia materna de Anastasia era increíblemente rica pues Eric Méndez  abuelo materno de Anastasia, tenía una gama de hoteles alrededor del mundo. Incluido el Hyatt Ziva.

—Gracias —lo miro —. Mi abuelo reservo una suit para mí.

—Claro —llamó al botones —. El es Miguel y llevará su equipaje a su habitación.

—Muchas gracias —el joven asintió.

—Yo soy Carlos Santana y estoy para lo que se les ofrezca —una vez dicho eso, la pareja subió al elevador.

—No sabia que tu abuelo era Eric Méndez —la miro alzando una ceja.

—No se lo digo a nadie —suspiró.

El elevador paro en la suit de la pareja.

—Vaya, tu abuelo no se limitó —sonrió paseando por la habitación.

Era gigante, tenía una sala de estar, cocina con mini bar integrado, un baño con tina y jacuzzi..

La chica rió.

— ¿Quieres bañarte tu primero o...?

—Podemos compartir baño —alzo las cejas divertido.

— ¿Qué mosca te pico? —frunció el ceño confundida —. México te hizo mal.

—Solo estoy jugando, Anastasia —carcajeó acostándose en la cama.

—Sobre eso... —se sentó junto a el —. Solo hay una regla acerca de todo esto. La regla de oro.

— ¿Regla de oro? —frunció sus labios —. ¿Cuál es?

—Nada de sexo —Chris alzó las cejas divertido —. Habló enserio.

—Bien, bien —movio sus manos —. Nada de sexo.

—Nada de sexo.