Cap. 3 | Ladrón.

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Qué emoción, un día más de vida en esta desgraciada ciudad. Iré por algún café para acompañar con el pan que tengo en casa.

Salí de la mencionada con una gabardina negra que me caracteriza diariamente y me encaminé a la búsqueda de una cafetería, conocía una que estaba cerca pero no confiaba mucho en ir allí, la última vez que pisé ese local me corrieron por haberme robado un popote... Aunque, bueno, sigo sin conseguir trabajo y el dinero de mi abuelo ya se me acabó por lo que creo que robaré hoy también, tendré que hurtar algo discretamente si es que puedo. En el camino varias personas me miraban extrañadas y no es raro, digo, llevo puesto una gabardina negra en pleno verano con una temperatura de 28 grados como mínimo pero no siento calor, el calor es mental mientras la vestimenta esté cool.

Después de haber caminado unos quince minutos sin exagerar, llegué a mi anhelado local, uno diferente que al principal planeado, no quería que me reconocieran y llevaran con algún policía, si, sé que no me pueden hacer algo porque sólo fue un popote pero es tedioso tener que recibir un sermón de un oficial, después me humillarían diciendo que tengo 21 años y que no es posible que esté haciendo éstas cosas a mi edad.
Pero ya, sin ganas de seguir quejándome entré al local fingiendo ingenuidad.

— Buenas tardes, ¿Qué se le ofrece? – Un joven de cabellos rojizos me recibió con una sonrisa mientras limpiaba algunas mesas — Puede sentarse donde guste.

— Si, gracias – Respondí manteniendo mi voz seria y grave. Con la mirada revisé todas las mesas hasta encontrar la indicada para mí, una que estaba justo en la esquina, donde no había gente. Era momento de idear mi plan y para suerte mía había varios clientes en el lugar, no mucha pero la suficiente para no llamar toda la atención del personal. — Bien, Jotaro, espera tu oportunidad y come todo lo que quieras, olvida eso de venir sólo por café – Susurré muy, muy bajito cuando ya estaba sentado, cuidándome de las miradas ajenas.

Las instalaciones eran cómodas y agradables a primera vista, también lucían amigables los trabajadores. Y hablando de trabajadores, el chico pelirrojo se acercó a mí destilando felicidad, ¿Será gay?

— Mucho gusto y buenos días, ¿En qué puedo servirle? – De su mandil sacó una libreta pequeña a la par de un bolígrafo, acomodando ambos para poder escribir en cuanto diga lo que quiera llevar, qué enfado ser mesero, nada más esperando a que los clientes se decidan y mostrando una obligada sonrisa... Jamás quisiera trabajar en esto.

— ¿Qué me recomiendas? Algo que sepa bien, que te haga alucinar – Como una señal de respeto muy forzada y con tal de no verme sospechoso, me quité la gorra y la acomodé en una esquina de la mesa — No te preocupes por el precio, sólo dime el nombre y de qué trata.

— Bueno... – Volteó la cabeza rápidamente en dirección al mostrador, arriba había un tipo menú que ignoré por completo, tal vez estaba leyéndolo. Unos segundos después regresó su mirada a mí — Le recomiendo un pastel de zarzamora y fresa, es de tres leches pero no tiene nombre. Podría acompañarlo con un buen café americano, ¿Qué le parece?

— Suena delicioso, mesero – Me recosté levemente en el asiento, dejando mis manos sobre la mesa — Tráemelo, por favor.

— Enseguida – Una reverencia y sonrisa antes de irse.

En cuanto a mi plan para robar, tenía pensado comer lo que me trajeran, fingir una diarrea y salir corriendo del lugar con el pretexto de que los baños del lugar estaban sucios y no pensaba cagar en ese lugar porque olían feo. Ellos no sabían a donde iría, ninguno de los que trabajan tienen mi dirección o me conocen siquiera, ¡Tenía todo planeado! Por el momento debía comerme mis ansias antes de comer el pastel que me iban a traer, mismo pastel que no llamaba mi atención pero con tal de desayunar me daba absolutamente igual lo que comiera.

Con el par de unos minutos demasiado eternos, el mesero regresó con una bandeja que traía mi pedido, igual manteniendo un semblante alivianado, parece que nada le molesta a este hombre... O más bien yo me enojo por todo, quién sabe.

— Aquí está lo que ordenó, lamento la tardanza pero es que el día de hoy solamente yo estoy trabajando... Bueno, yo y un niño que se ofreció a hacerlo a un bajo sueldo – Aquellas palabras fueron música para mis oídos, ¿Está trabajando solo? ¿En serio confió en un niño? Este muchacho ya no demuestra mucha inteligencia que digamos, será más fácil robarle incluso diez rebanadas si quiero.

Pero no quiero.

— No te preocupes, pensaba esperar otra media hora si era necesario – Comenté con notorio sarcasmo, tomando con mi mano derecha el café cuando él ya había puesto todo sobre la mesa — En un rato más te hablo para que me traigas la cuenta, ¿Está bien?

— Está más que perfecto – Con cuidado colocó la bandeja bajo su brazo, deteniéndola con el costado de su torso. Hizo otra reverencia y se marchó nuevamente del lugar.

Y si bien no quería comer, el pastel me abrió el apetito con tan sólo darle un vistazo. El merengue bien colocado y las fresas junto con las zarzamoras te hacían agua en la boca, todo tenía una hermosa presentación, ya hasta me daba algo de pena saber que no iba a pagar por este bocadillo.
Con lentitud tomé la cuchara y partí un trozo de la rebanada con la misma, llevándola a la boca para comerla no sin antes darle su debido tiempo de deleite. No estaba equivocado, el pastel estaba de maravilla. Creo que llevo tanto tiempo sin probar algo dulce, de lo contrario no entiendo cómo puede parecerme tan sabroso, quería tragar como cerdo pero no podía aunque las ganas no me faltaran... Creo que sí llevo siendo un vagabundo mucho tiempo, si pierdo el control podrían mirarme raro.

Terminé finalmente de comer, era momento de planear mi escape usando la técnica Joestar. Alcé la cabeza disimuladamente buscando al mesero, no había ni rastro de él, solamente de un niño con cabello en forma de bota que barría la entrada con calma, no obstante, también se fue poquito después.

Suspiré y me lamenté mentalmente por la pérdida de otro poco de mi orgullo, era el momento de escapar.

Me puse de pie fingiendo dolor en el estómago y mostrándolo en mi rostro, me estaba agarrando a la mesa con fuerza, como si estuviera teniendo contracciones o qué sé yo. Me puse la gorra de vuelta, entonces, tras asegurarme de que el ninguno de los dos chicos estaban cerca, decidí llevar mi plan por un rumbo diferente y simplemente corrí hacia la salida a toda velocidad, captando las miradas asombradas de los presentes.

— ¡Se está yendo! ¡Un ladrón! – gritó una señora escandalosa que estaba por ahí, logré escucharla pese a que ya no me encontraba dentro del local, por curiosidad volteé a ver lo que pasaba y noté que el chico pelirrojo estaba parado en la puerta principal, mirando como me iba corriendo sin pagar.

Lo hiciste muy bien, Jotaro, ya desayunaste y sin pagar.

...

No Dignity [JotaKak]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora