—Eso suena muy gay, Jotaro –comió una cucharada de su helado entre risas, yo me mantuve serio.
Había invitado a Kakyoin a comer un helado, lleva dos días desde que regresó. Mismos dos días en los que no me he despejado de él para nada, cada minuto tiene muchísima importancia.
—Era lo que sentía, Kakyoin, no tienes por qué burlarte de mis dulces sentimientos –fingí indignarme volteándome a otra dirección, eso sólo hizo que él riera aún más. —Y no paras, eres de lo peor.
—Es que, sólo digo, pudiste haber hecho muchas cosas con tu vida, en cambio te limitabas a lamentarte por mi ida... Lo valoro mucho pero pudiste seguir adelante y ser feliz, ¿Qué hubiera pasado si yo nunca hubiera vuelto? ¿Seguirías estando así?
—Lo más probable es que sí –suspiró negando con la cabeza. —No tienes ni idea de lo que me hiciste, no me volví a enamorar de alguien además de ti... Incluso sigo viéndote un poco con esos ojos, ¿Sabes?
—Y luego no quieres que te llame gay, eres un amor, Jotaro, un amor muy edgy –tomó otra cucharada de su helado y acercó la misma a mí, yo lo miré confundido pero al final entendí lo que quería hacer. Comí lo que me ofrecía y seguí mirando su persona.
¿Cómo quería que lo olvidara tan fácil? Fue de las pocas personas que me dijeron que valgo mucho, que soy valioso, comentarios que en su tiempo me parecían estúpidos y que todavía un poco pero empiezo a comprender que lo decían porque me querían. Él y mi madre fueron los únicos a los que escuché decir frases parecidas. Kakyoin me quería... Me dió una carta y sacudió mis pensamientos heterosexuales por unos muy gays, nadie pudo haber hecho eso antes o después de él, sólo él podía sacar mi lado homosexual. Pasé momentos inolvidables a su lado, ¿Y aún así espera que lo haga de lado como leche caducada? Me niego.
—¿Sabes, Kakyoin? –comencé a hablar ahora mostrando un tono serio. —Me gustaría que te quedes a mi lado para siempre, ¿Crees que pueda ser posible? No importa si vas lento, yo te esperaré.
—¿Como el conejo y la tortuga? –me sonrió jugando con la cuchara y el vaso, yo asentí contagiado por su sonrisa. —Muy en el fondo yo tampoco quería que me olvidaras, estar en la mafia italiana es todo un drama.
—Cierto... ¿Cómo fue que entraste allí? –al escuchar mi pregunta se acomodó mejor en la silla, haciendo a un lado las sobras de lo que antes había sido un helado napolitano, sabía que esto iba a estar largo pero interesante.
—Bucciarati me llevó a Italia prácticamente porque yo se lo pedí a gritos, él me puso a prueba con su stand, si podía verlo entonces me iba a llevar. Claro que no me dijo eso en el momento, solamente actuó y salí victorioso, ya cuando llegamos allá fue cuando me lo dijo, además de explicarme qué era un stand y ayudarme a descubrir el mío y sus "funciones" –hizo comillas con sus dedos antes de seguir. —Entonces me presentó a su pandilla... ¿Es cierto que ellos te asustaron?
_No me asustaron... Tenía miedo de que me dijeran algo malo de ti, por eso me aferré a Bucciarati, no eran acciones que pudiera controlar, ¿Me doy a entender? –inesperadamente Kakyoin tomó mis manos y las acarició a lo que yo sonreí sintiendo una extraña paz entrando a mí. —El lugar tampoco ayudaba mucho que digamos...
—Si volviera a perderme... ¿Seguirías extrañándome? –tomó mi mandíbula e hizo que volteara a verlo, topándome con sus ojos color violeta. —¿Lo harías?
—Oh, sí lo haría... –con la valentía suficiente me levanté un poco de la silla hasta lograr alcanzar la mejilla ajena, dejando un beso sobre la misma. Era la primera vez que besaba una parte de su cuerpo.
En su rostro comenzó a aparecer un tono carmesí muy curioso en sus mejillas a lo que yo reí internamente, no lo iba a decir pero se veía muy lindo así, agregando que parecía estar serio, tenía semblante neutral casi pareciendo enojado pero con un rubor muy notable. Es todo un dilema.
Tras intercambiar miradas nos levantamos y pagamos lo que debíamos por lo consumido, aunque sólo fue Kakyoin quien comió como rey. No importa, vale la pena, luego le diré que así le pagué por lo robado en el 2001.
Antes de dirigirnos a cualquier otro lugar, sentí un calor un extraño en mi mano derecha y cuando volteé a ver me di cuenta que Kakyoin había tomado de mi mano, entrelazando sus dedos con los míos. Sonreí.
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No Dignity [JotaKak]
Fiksi PenggemarJotaro, alguien completamente inútil en la vida, dejó la educación superior, así que vive de la mensualidad que su familia le envía. Kakyoin trabaja en una cafetería y estudia la universidad con un beca bien ganada, era un modelo a seguir. Este par...