Cap. 12 | Espíritus Malignos.

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Mentiría si digo que aún me molesta pasar tiempo con Kakyoin. Desde que le di apoyo con su trabajo me la he pasado viéndolo mínimo dos días a la semana, máximo cuatro.
Y no es porque lo busque, me lo encuentro y en la plática que ambos generamos, siempre quedamos de buscarnos otro día.

Llevamos así unos cuatro meses... Me comienza a dar miedo.

Digo miedo porque he comenzado a mirarlo diferente, soy una mierda con todos menos con él, ¿Por qué no con él? Es un hombre normal, común y corriente como yo, no creo que sólo por ser mi "amigo" deba de ser más tierno con él, más sumiso. Polnareff dijo que probablemente esté enamorado, ¡Ja! Como si eso pudiera pasar... ¡Fue algo estúpido que dijera eso! Aunque fue más estúpido de mi parte haberle creído aunque fuera un poco, como si en serio fuera a...

Está bien, puede que dude sobre si en serio lo veo como amigo o no.

Suponiendo que él me gustara... ¿Qué? ¿Qué pasaría? Dudo que vaya a decirle, incluso a aceptarlo yo mismo, nada más tendría esa idea en la cabeza y la guardaría por el resto de mi vida o hasta que se me vaya esa idea, hasta que esté seguro de mi heterosexualidad y ya no haya ninguna duda en cuanto a si me gusta o no. Así debería ser, eso intento de hacer desde hace tres días.

Kakyoin no sale de mi mente por más que quiera, me la paso pensando en la razón por la cual me sonríe a pesar de haber sido tan malo con él, inclusive seguía siendo malo con Kakyoin hasta cierto punto, no tenía sentido molestarlo si a él no le importaba nada. Pero siguiendo, yo pienso y me pregunto de vez en cuando; ¿Por qué me sonríe? ¿Lo veré hoy de nuevo? Intento topármelo en la calle a propósito... Qué gay soy, por Dios.

De cualquier modo, aún no tengo claro mis sentimientos por Kakyoin, todavía tengo mis sospechas sobre si en serio son sentimientos o algo más sencillo como una admiración, respeto, algo que tampoco he sentido por nadie más pero de que es menos serio que sentir amor, lo es.

Tal vez deba verlo una próxima vez y jugar con su sentir, darle indicios que lo voy a besar en las mejillas, uno que otro abrazo y cosas así. Dependiendo de su respuesta sabré también mi respuesta con respecto a este maldito tema que me tiene odiando a todo el mundo menos al cerezo aquel, ya me harté de sentirme así.

Y por esa misma razón tengo planeado ir a verle a su casa, o mejor, lo voy a recoger de la escuela y después lo llevaré a su casa para platicar un rato con él y aplicar lo mencionado... Deseo con todas mis fuerzas no ponerme nervioso frente a él, frente a su sonrisa... Joder.

Me estaba preparando un café cuando pensaba en aquello por lo que opté por terminar de hacerlo e ir por Kakyoin, según yo tengo entendido que hoy sale a las 6:30 de la clase porque entró horas antes.

Ya con mis palabras y acciones bien planeadas para cuando me encontrara con el niño rojo, me fui en dirección a la salida pero algo me detuvo. Al pasar al lado del espejo juré haber visto una sombra extraña, una cosa parecida a un hombre morado, un Dios azteca... Regresé los pasos y sí, estaba ahí, al lado mío mirando fijamente al espejo también. Yo negué rápidamente con la cabeza esperanzado, efectivamente, el espíritu morado se había ido, tal vez fue producto de mi imaginación... Pero se veía tan real... Estoy demasiado tenso, nervioso, le echo la culpa a Kakyoin por dañar mi mente de esta forma.

Sin mucho afán salí de la casa finalmente, acomodando mi gorra aunque no lo necesitase. Caminé por la calle con tranquilidad estando cabizbajo, algo muy impropio mío. Suspiraba con más frecuencia que cualquier día común y corriente e incluso no sabía a dónde me dirigía, no estaba ni yendo a la universidad de Kakyoin.

Cuando reaccioné sobre aquello dejé de caminar y alcé la vista.

Reconocía la calle en la que estaba, era una cercana al restaurante de Tonio, muy poco habitada en estas horas del día. Observé hacia todos lados en busca de vida pero nada, no había nadie por lo que quise caminar nuevamente pero esta vez sí iba hacia la universidad.

Tardé más o menos unos dos minutos en llegar y esto porque ahora sí venía mirando el camino y con un poco de ánimo, nada puede empeorar si es que resulta que estoy enamorado de Kakyoin. Y hablando del rey de Roma, a lo lejos estaba él revisando algo en su libreta, enseñándole a Jolyne.
Aunque en un inicio dudé sobre si ir o no, terminé haciéndolo.

—Oh, ¡Hola, Jotaro! –saludó Kakyoin en cuanto me vió, se me hizo raro que no me dijera JoJo como lo hacía cada vez que nos encontramos pero lo dejé pasar. —¿Recuerdas a Jolyne?

—Claro que la recuerdo... De hecho, Jolyne, un apodo que podría caerte bien sería el de "JoJo", ¿No lo crees? –ella no lucía tan feliz con mi presencia, no obstante si se relajó un poco al escucharme.

—Pues si pero no quisiera que lo utilicen... Mi madre es la única que puede llamarme así –supuse que ya se lo habían dicho antes. —Aunque... Bueno... ¡Ya, da igual! Me voy, Kakyoin, nos vemos mañana.

Quedé desconcertado ante la acción de la niña, ¿Por qué se fue de la nada? Igual, Kakyoin la despidió hasta que se perdió de nuestra vista y posteriormente me miró a mí sonriéndome... Diablos, esa maldita sonrisa sólo hizo que recordara lo que iba a decirle, estaba nervioso.

—Oye, Kakyoin... –comenté desviando la vista en dirección al cielo.

—¿Pasa algo? –respondió él. Yo no pensaba estar haciendo más teatro, si quería saber bien lo que estaba pasando conmigo era momento de comprobarlo de una vez, de aplicar el experimento que ideé esta mañana, iba a abrazarlo de una vez por todas, ¡También iba a besarle la mejilla!

En silencio lo hice. Rápidamente y sin previo aviso le abracé con algo de fuerza por los costados, él no dudó en corresponderme entre risas suaves, me costó demasiado darle el beso en su ahora roja mejilla, pero lo hice y él me devolvió la caricia segundos después. Mi corazón comenzó a latir tan rápido... Se me iba a salir y aún más cuando abrí los ojos.

A unos pocos centímetros de mí había una figura humanoide de color verde con cosas blancas en todo su cuerpo, parecía una especie de lagartija con una máscara de gas muy simple, ¿Por qué mi mente me mandaba estas imágenes? Cerré los ojos con fuerza provocando que de la misma forma apretara el abrazo también.

—¿Pasa algo, JoJo? –cuestionó Kakyoin separándose lentamente de mí... Justo ahora no quería que se fuera. —Estás tenso...

—¡No lo sé, Kakyoin! –exclamé dándole un susto al pelirrojo. —¡Sólo abrázame!

Pude jurar que Josuke, Koichi, Okuyasu y otros más nos vieron abrazándonos en medio de la banqueta pero no me importó una mierda. Siento algo por Kakyoin, algo además de paz al estar a su lado y quiero averiguar qué es.

No Dignity [JotaKak]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora