Cap. 4 | Galán de Universidad.

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Nadie se tomó la molestia de investigar al ladrón de la cafetería, enhorabuena.

Mi paz consistía en estar tumbado en el sofá con la televisión prendida en un canal entretenido, aunque fuera infantil. Mis ganas de hacer algo eran nulas, no existían en ese momento sino hasta que dieron las 1:30 de la tarde, a esta hora entraban las chicas universitarias a tomar sus clases, debía lucirme mínimo para perder tiempo y recibir halagos. Con pereza abandoné el sillón, yendo en busca de mi calzado para posteriormente salir de mi casa, la universidad no estaba tan lejos, sólo debía cruzar un par de calles y listo.

Como me lo esperaba, un montón de chicas estaban paradas platicando en la entrada de la institución, riendo cada cuando con sus tonos tan femeninos y lindos que tienen. Todas ellas postraron sus miradas en mí cuando iba pasando casualmente por el lugar, los piropos y buenos comentarios no tardaron en aparecer.

— Qué guapo es ese chico, ¿No crees? – "Susurró" una chica a su amiga.

— ¡Jotaro! ¡Al fin vuelves! – Otra fémina parecía muy emocionada junto a otras cuando llegué hasta donde ellas, las reconocía un poco porque siempre se molestaban en saludarme casi de beso.

Y como era costumbre mía, no les presté atención para nada y me fui de largo, o bien, eso quise hacer. Di unos cuantos pasos antes de que mi cuerpo chocara algo brusco con el de otro tipo, uno más pequeño en cuanto estatura que yo, atrás de él venían otras personas, hombres... ¡Los chicos de la cafetería! Si, sabía que eran ellos, es imposible no reconocer a un chico con cabello de bota y a otro con un rulo colgando en su rostro, nadie más tendría esos peinados tan raros en Morioh.

— ¡Lo siento! – El enano hizo miles de reverencias mientras yo estaba asimismado en mis pensamientos, no tenía miedo pero si me había sorprendido toparme con ellos.

Pasaron segundos, yo aún miraba como estúpido a aquellos muchachos quienes también tenían la mirada perdida en mí. Antes de que pudiera articular alguna frase, el chico pelirrojo habló, tomando al más enano por los hombros y jalándolo hacia él.

— Yo... Te he visto antes, ¿No? – preguntó levantando una ceja y cruzándose de brazos – Siento que te conozco de algún lado, ¿No lo crees, Josuke? – El mencionado asintió la cabeza un par de veces, y a diferencia del rojizo, el cabello de bota sí parecía enojado, era obvio que sabían que yo les había robado hace dos días.

— ¿Vienes a disculparte? Más te vale que lo hagas, es lo mínimo que merecemos por perder nuestro trabajo – Él parecía seguro de que yo me iba a disculpar como si me sintiera culpable de que hubieran perdido sus estúpidos trabajos. Su deber era vender y estar al pendiente de sus clientes, si no puede hacer eso, no pueden hacer nada. Me guardé palabras que no quería decir por nada del mundo y sólo les dediqué una mirada de indiferencia.

— Tranquilo, Josuke, no exageres las cosas. Además, tú no perdiste ningún trabajo, nadie lo perdió – Mocoso mentiroso, se cree muy intimidante inventando desgracias que ojalá hubieran pasado, sería gracioso saber que provoqué desempleos. — Pero sí creo que deberías disculparte. Yo soy Kakyoin y él es Josuke, digo, para que sepas hacia quiénes tienes que pedirle perdón.

— ¿Kakyoin, cierto? – Él asintió con postura – Bien, creo que estás estúpido si piensas que me voy a disculpar con ustedes, ¿Cuándo has visto que un ladrón se arrepienta de sus hechos?

— Lo he visto muchas veces, en la televisión y en libros, deberías informarte más – parece un nerd diciendo esas cosas con su cara tranquila, parece un conejito indefenso. Sus aires de intelectual me irritan y eso que no he estado cerca de él mucho tiempo.

— Pues deberías salirte de ese mundito que tienes. Esta es la vida real, nada de lo que has visto o leído es cierto del todo, Kakyoin – como era más bajo que yo, me agaché y le sonreí irónicamente cerca de su rostro, apartándolo de mi camino dándole un algo brusco empujón hacia la derecha. Él obviamente se quejó casi entre dientes.

— No te enojes Kakyoin, es un imbécil – Dijo Josuke con un tono alto a propósito a lo que yo reí para mí mismo, es chistoso ver cómo chicos de universidad se comportan como infantes.
Yo también estaba actuando así pero ese no es el tema, conmigo sí se ve menos ridículo.

— No pasa nada, Josuke, se ve que él no terminó la preparatoria, no tengo por qué enojarme con alguien que probablemente es un A-NAL-FA-BE-TO – estuve a décimas de segundos de ir a arrancarle su rizo con mis propias manos cuando lo escuché gritar lo último, pero no lo hice. Ya había caminado lo suficiente, me iba a ver mal si me regresaba sólo por un insulto ñoño así que me tragué el enojo y seguí en lo mío.

Aunque se supone que ya me había retirado de los lugares con mucha gente, tras pasar un par de minutos comencé a sentir que alguien me perseguía, una sensación extraña de que te están observando desde lejos o cerca. Al principio no quise mirar atrás por el temor de estar siendo un paranoico pero terminé haciéndolo al momento de sentirlo aún más cerca de mí.

— No hay nadie... – Susurré entre dientes, en efecto no se encontraba ni un alma rondando por el lugar e inevitablemente me sentí estúpido.

Suspiré con pesadez y sin más regresé a mi mundo, caminando en dirección a la biblioteca. Puede que sea una persona ruda e intimidante pero me gusta leer en silencio, y qué mejor lugar que la biblioteca, además se rumorea que el mangaka Rohan Kishibe se la pasa mucho tiempo en ese lugar, con suerte y lo encuentro.
Pero continuando con lo otro, no podía abandonar la sensación de estar siendo perseguido por algo o alguien, es incómodo sentirlo y nefasto imaginar que es un fantasma, como la niña muerta que supuestamente se aparece por aquí en las calles de Morioh.

Aunque quise ignorarlo, no pude hacerlo del todo, sentía la inmensa necesidad de girarme de nuevo pero también una parte de mí me gritaba que no lo hiciera, que no tenía sentido porque ya lo había hecho antes. Pero si bien no soy una persona miedosa, soy terco con lo que creo de modo que giré la cabeza con discreción, sabía que había algo detrás mío. Me dió cierto escalofrío saber que me siguió hasta mi casa, quería llegar primero a comer algo antes de ir a leer... era un maldito enfermo.

— ¿Qué quieres? No te cansas de estar molestando, ¿Verdad?

...

No Dignity [JotaKak]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora