IV. El Luces

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Estoy tomando un café en la sala de estar mientras Lucas me está contando algo de su gimnasio. Finjo que le estoy escuchando, pero mi cabeza está muy lejos de allí.

—Idalia —me llama la atención. Le miro. ¿Qué me ha dicho? —, que si puedes.

—¿El qué? —pregunto. Intento que no se me note mucho que no me he enterado de nada.

—Comer en mi casa —repite creo.

—Ah no, no —digo—, tengo trabajo atrasado. Igual hago alguna hora extra.

Se encoje de hombros. Me cree.

—Voy a comer con Maria entonces —me dice. No hay ninguna necesidad de que me lo diga. Pero lo hace. Porque quiere que me enfade, quiere que cambie de opinión y que le pida que vaya en vez de con ella. Antes le funcionaba muy bien. Últimamente no.

Asiento mirando el infinito.

—¿Qué cojones te pasa? ¿Me estas engañando con alguien?

Me pregunta. No le respondo.

—No estarás así por la cena de empresa ¿no? Sabes que no puedo ir contigo —me dice.

Maria viene de la nada y se sienta al lado de Lucas. Saluda a los dos. Le da un beso que el devuelve. Miro hacia otro lado.

—Venga, vamos, está a punto de anunciar la cena de empresa. Veo que ya habéis solucionado vuestros problemas de mejores amigos —dice ella y a mi entran ganas de vomitar.

No tiene ni idea de lo que dice.

Todos están contentos porque parece ser que la cena de empresa es el evento del año. Aún no he tenido el placer de asistir a ninguna, pero por lo que me han contado es una noche para no olvidar.

—Sí —dice Lucas—,vamos.

Se gira hacia mí.

—¿Tu vendrás a la cena? —me pregunta.

María también me mira. María tiene un año menos que Lucas. Lleva más tiempo que él trabajando en la empresa y tiene mejor puesto. A Lucas eso le desquicia. Se puede pasar horas hablándome de que no la aguanta, de que se cree superior a él por cobrar más y que no es verdad, etc. Es una mujer guapa. Morena y de ojos azules, que destacan mucho. Suele llevar los labios pintados y viste de forma tradicional, lo que hace que parezca incluso unos años mayor. No se merece el mote de María la Sandía. Igual es hora de que deje de utilizarlo.

—¿Sí? ¿Por qué no iba a ir?

Lucas se encoge de hombros.

—No sé, igual te daba cosa ir sin acompañante —dice eso para herirme. Me disgusta, sí, pero ya llevo muchos meses jugando a su juego.

—¿Quién te ha dicho que voy a ir sola? -digo y me río un poco.

María sonríe. Está encantada de hablar de mis ligues, como si por algún motivo eso impidiera a su novio follarme como si no hubiera un mañana. Tan solo si lo supiera. Las ganas que tengo de que lo sepa, joder.

—Oh, ¿Quién es tu acompañante misterioso?

Me río también. Siento pena por ella. No me da tiempo de contestar porque todos estamos ocupando diferentes asientos. Dolores pasa a mi lado y me apresuro para sentarme con ella.

Una vez sentadas me giro para mirar a la pareja desgraciada. Lucas está agarrando del brazo a María y le está diciendo algo al oído. Está furioso, lo sé, porque sabe que tengo otra cita y no me va a dejar en paz hasta que le asegure que era mentira, que iré sola. Dolores ha seguido mi mirada.

I N T E N S O [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora