XIII. La Gran Cena

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Voy con el vestido precioso que me regaló Javier, y no puedo estar más divina. Javier también está guapísimo, aunque estoy muy acostumbrada con verle con el traje. Llegamos cuando ya hay bastante gente. Lo bueno se hace esperar, supongo. Todos le reconocen y empiezan a saludarle. Javier me señala la silla a su lado y me la sujeta para que me siente. Él se sienta en el centro de la mesa. La velada es muy agradable y la comida esta exquisita. La gente se está pasando con el vino.

Después vamos a una sección con más alcohol música y luces. Alguien pasa a mi lado y me empuja. No le había visto hasta ese momento.

Es Lucas.

Habían pasado muchos días sin vernos. Siento algo extraño por dentro.

—¿Qué haces aquí? —pregunto.

—Soy un acompañante.

Claro, tenía que haber previsto que María vendría a la cena con su maravilloso novio Lucas.

Me doy media vuelta y voy a una sección tranquila donde esta descubierto. Necesito fumar. Hacía más de un mes que no sabía nada de él y el encontrármelo aquí no era algo que había planeado.

Él me ha seguido.

Se está acercando. Mucho. Joder, ¿por qué no me aparto? Me tengo que apartar. Tengo que hacerlo.

Ahora tengo sus labios en mi oído.

—Sé que echas de menos como te lo hago —susurra.

—¿Qué estás haciendo?

Me agarra de las caderas. Se acerca más a mí. Está muy cerca. Sus labios están rozando los míos. Me besa. Desliza una mano por debajo de mi vestido. Nunca llego a saber si hubiera dejado que siguiera o no porque alguien entra en la habitación y Lucas se separa de mí.

—No es lo que crees —dice a la persona que está detrás de mí.

Mierda. Me giro y es María. Se da la vuelta y se aleja. Está furiosa.

—María, para, por favor escúchame.... —se aleja cada vez más.

Javier pasa al lado de ellos y llega hasta mí. Me mira confundido. Me tapo la cara con las manos. Llega hasta mí. ¿Qué hago?

—La he cagado —digo.

Él no cambia su expresión.

—Me ha besado —digo—, no me he apartado. Ha sido dos segundos, pero no me he apartado —le digo.

Javi se apoya en la barra y se cruza de brazos. No está diciendo nada. Joder, ya está se ha acabado. ¿Me voy de aquí? Me tengo que ir de aquí. Me dispongo a irme, pero luego vuelvo. ¿Por qué no me dice nada? ¿Por qué no me grita?

Voy hasta él y me pongo delante.

—¡Joder, di algo! —sigue callado—. ¡Grítame, enfádate, pero di algo!

Me tapo la cara con las manos. Ahora es él el que hace ademan de irse. Joder. No. No quiero que se vaya. No se va. Llega hasta donde he dejado tiradas mis cosas y coge el paquete de tabaco. Le observo desconcertada. Le habré visto fumar tres veces como mucho. Saca uno y lo agarra con los labios. Vuelve hasta mí y me pasa uno. Lo cojo.

Los encendemos.

—Sinceramente quería que pasara —dice después de darle una larga y calmada calada a su cigarro.

—¿Qué? —pregunto totalmente desconcertada.

Vuelve a hacer lo mismo. Deja que salga el humo lentamente de su boca y entonces dice:

I N T E N S O [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora