II. Javier Lain

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Busco el número de Javi entre mis contactos.

—Si? —contesta una voz ronca y adormilada. Bien sexy, como dato. 

Mierda. Sí que estaba durmiendo.

—Lo siento, Javi soy yo. Eh... estaba delante de tu casa, pero mejor me voy ¿vale? Siento despertarte.

—¿Que? ¿Idalia? ¿Estás loca? —se escuchan ruidos—. Estoy bajando.

Javi es el hombre perfecto. Me quiere de verdad. Está colado por mí. Lo sé porque me lo ha dicho. Repetidas veces. Quiere que me olvide de Lucas. Javi sabe toda la verdad y aún así allí está a las dos de la mañana despertándose como si nada por mí. Lo sabe todo joder, sabe cada tío que me he tirado, y sigue aquí. ¿Por qué me torturo a mí misma así? Podría quedarme con Javi y ser felices para siempre. Tal vez no tan de cuento, pero joder...

Se abre la puerta y está Javi con los ojos medio abiertos medio cerrados en calzoncillos y sin camiseta. Joder que bueno está.

Me tiro encima de él con los brazos abiertos con los que le rodeo el cuello. No tarda ni un segundo en abrazarme de vuelta. 

—¿Estás sólo? —pregunto y me siento imbécil.

Le celo y soy yo la que no quiere estar con él. En el fondo le estoy haciendo lo mismo que me está haciendo Lucas a mí.

Se despega un poco de mí y me mira a la cara.

—Claro. ¿Con quién iba a estar? —pregunta.

Entramos dentro y subo directamente al segundo piso. Se de memoria dónde está su dormitorio, aunque su casa es grande. Es enorme. Vive en el mismo barrio que yo, pero claro su casa es como diez veces mi piso. Javier es de buena familia, aun así su negocio va viento en popa. Lo sé porque trabajamos juntos. Desde luego, no ganamos lo mismo.

Pienso en si alguna vez Lucas se llega a enterar de que voy aquí después de ir a su casa. Estoy segura de que enloquecería y... probablemente me mataría. De verdad lo digo. Estoy casi segura de que haría cualquier cosa con tal de salirse con la suya.

—¿De dónde vienes? —me pregunta Javi.

Le miro. Ya lo sabe.  No hace falta que se lo diga.

—Joder, Idalia. ¿Otra vez? ¿En serio?

Me agarra del brazo y tira de mí. Está enfadado. Empieza a examinarme. Me agarra del mentón y mira mi cuello. Seguro que están las marcas de la mano de Lucas. Mira con disgustó. Javi cierra su puño y se lo mete en la boca para no gritar. Me da la espalda y le da una patada a la silla giratoria. Que se aleja girando. Es gracioso. Aunque no, no me hace gracia la situación.

—Le voy a matar ¿me oyes? Te lo juro, Idalia, tengo ganas de ir ahora mismo y partirle la cara.

Pongo los ojos en blanco. Voy hasta él y le acaricio el pecho con mis manos.

—Voy allí por voluntad propia. Lo sabes —le recuerdo.

Nunca he mentido a Javi. Es la única persona a la que no miento. Y como con Lucas, es la única persona a la que vuelvo. Todas las demás son solo pasatiempos.

—Esto tiene que parar ¿no crees? —dice él. Está serio. ¿Lo nuestro? Porque no. No estaba de acuerdo con eso—. Déjale y ya está. Sabes que quiero estar contigo. ¿Tan difícil es darme la oportunidad?

Me pone un mechón de pelo detrás de la oreja mientras me habla. Me encanta Javi. Estoy por decirle que he decidido no quedar más con Lucas. Detrás de él, en su gran escritorio (que no usa, porque la habitación de al lado es su despacho) hay una caja de condones. Javi no usa condones conmigo. Así que levanto la ceja, me separo de él y voy lentamente, algo teatral, hasta la caja. Miro cuantos faltan: dos.

—Venga ya —dice él con un bufido.

Llega hasta mí y me da media vuelta. Me coje la caja de las manos y la tira a la basura, hace canasta.

—No tienes derecho a celarme —dice suavemente. Se inclina sobre mí y me besa. Le devuelvo el beso—. Podrías tenerlo, si quisieras.

Tiene mucha razón en eso que me ha dicho. Y quiero tener ese derecho, joder, claro que quiero. Estoy segura de que son prostitutas, pero aún así... Tengo miedo de que Javi encuentre a otra persona con la que decida que quiere estar. Su trabajo le ocupa gran parte del tiempo y sé que no tiene tiempo de andarse con tonterías. Pero quiere andar conmigo. Le quiero solo para mí, pero yo no puedo estar solo con él. Me agarra de la cintura y baja por mi cuerpo. Llega hasta mi culo y me lo aprieta con ambas manos. Me agarra más fuerte y me sube encima de la mesa de escritorio que he dejado a mis espaldas.

Me besa el cuello despacio y sensual mientras que yo le he envuelto el cuerpo con mis piernas. Se separa de mí y se baja los calzoncillos que es lo único que lleva puesto. Pone de nuevo sus dos manos en mi cintura y mete los dedos por debajo del borde de mi camiseta. Busca mi mirada, quiere asegurase de que tiene mi permiso. ¿Por qué? ¿Por qué sigue haciendo las cosas tan bien conmigo? Llevamos meses haciendo esto. Levanto mis manos para ayudarle.

No llevo sujetador. Él me contempla. Enredo mis dedos en su pelo y ahora soy yo la que besa todo su cuello. Le muerdo con delicadeza, pero lo suficiente para que se excite y me presione más contra él. Me levanta ligeramente y me baja el resto de ropa. Le ayudo. Una vez que estamos los dos desnudos le vuelvo a agarrar entre mis piernas. El desliza su mano por abajo y me mete un par de dedos. Hace que gime. Él sonríe complacido. Me besa mientras me sigue tocando en esa posición. Gimo aun cuando sus labios están presionando los míos. Sé que está impaciente y no me sorprende cuando lentamente la desliza en mi interior. Entonces gimo aun mas y me agarro a su cuello para sentirla todo lo dentro de mí que pueda. Me está follando y me encanta. No tiene nada que ver con Lucas. Lucas me hace daño y dejo que me lo haga. Javi me da placer. Es también fuerte y duro, pero Javi hace que me sienta bien. Sé que jamás me haría daño. La única que me hago daño soy yo misma.

Me quedo a dormir como otras muchas noches. Javi me abraza por detrás y me besa la nuca.

—Buenas noches, nena —susurra.

—No voy a volver a quedar con Lucas —le digo. Ya está lo he dicho. Lo he dicho por primera vez en voz alta. Se me ha acelerado el corazón.

Él no dice nada. Siento que me arrastra hacia su cuerpo y me abraza más fuerte.

Me quedo dormida.

I N T E N S O [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora