Gymnopédie No.1

153 19 12
                                    

Cuando despierto oigo voces detrás de mi puerta, un señor está hablando con mis padres.
Levantándome con cuidado me acerco a la puerta, sin embargo en vez de abrir apoyo mi oreja contra esta.

-La caída no le ha provocado ningún daño, no fue un golpe fuerte. Pero tenéis que estar más atentos porque de ahora en adelante los mareos aumentarán y sentirá fuertes dolores. Me gustaría poder ayudarles en esto, pero no tenemos nada con que tratarlo, su enfermedad es terminal.
Debéis seguir dándole los analgésicos con la comida y el medicamento que le receté, para que no sufra más - explica el que parece ser el médico.

Sus palabras son como un balde de agua fría, me sujeto en la puerta conteniendo las arcadas.
No consigo procesar todo lo que ha dicho, enfermedad terminal... mareos...dolor...

Todo empieza a encajar rápidamente, el malestar y angustia, el cansancio después de las comidas y sobretodo el comportamiento de mis padres.
Abro la puerta de un tirón y miro a mis padres.
-¿Cómo habéis podido?- les grito mientras lloro de la rabia.
- Cariño...- dice mi madre al borde del llanto.
-¿Cuánto tiempo llevo así? - digo cortándola con una mirada gélida, ellos se miran el uno al otro con ojos acuosos. Mi madre asiente.

-Hace un año que te diagnosticaron un tumor cerebral, pero no hubo nada que pudiéramos hacer, lo mejor era traerte aquí ya que la ciudad te enfermaba más, así estarías más tranquilo- me explica mi padre, suplicándome con la mirada para que no los culpe, me froto la cara desesperadamente, no es posible que me hayan ocultado todo este tiempo una enfermedad tan grave.
-¿Cuánto me queda?- digo intentando que mi voz no se rompa, miro al médico, él no me responde enseguida, primero espera la aprobación de mis padres.
- Aproximadamente un mes- susurra, en ese instante el alma se me cae a los pies, no tengo tiempo para hacer nada.
- Me aislasteis los últimos meses de mi vida, no podré despedirme de mis amigos, no disfrutaré los últimos días que me queden en mi ciudad, con las audiciones y mis clases.
Vosotros decidisteis por mi, eso no os lo podré perdonar. - Me doy la vuelta y corro, intento escapar de todo, subo al ático y me encierro. Desde aquí escucho como mis padres rompen en llanto, pero ese debería ser yo.

Me siento en el piano y empiezo a tocar soltando toda mi rabia, dolor y desesperación.
Olvidándome de los matices de la obra y de su tempo, la adapto a mi estado, tocando con furia.
Siento que mis dedos duelen de lo fuerte que toco, mi cabeza da vueltas y las lágrimas no tardan en salir.
La palabra muerte no significaba nada para mí hasta ahora.

Jungkook empieza a tocar las teclas, quiere saber que me pasa, está preocupado.
Él es lo único que me queda, lo que más rabia me da perder, yo quería tener más tiempo para conocerlo.

Lo necesito, tengo que hablar con alguien, pero es complicado contarle. Él sabe que algo pasa, porque un músico siente lo que toca, y mi poco sutil ataque de desesperación se ha notado en mi música.

Así que empezando desde el principio le cuento todo, él se mantiene callado  hasta que acabo, y luego un silencio inunda la habitación.

- “Sabes- me dice- ahora mismo me gustaría estar contigo, para poder abrazarte y consolarte” -y yo sé que es verdad, porque deseo lo mismo. Pero también sé que es imposible porque hay algo más que un simple pueblo que nos separa, nos separa un periodo de cuarenta años.
- “Es lo que más quiero ahora, pero Jungkook, hay una cosa que aún no te he dicho. Yo vivo en un caserón a las afueras de  Yeoju en 1979”.
- “No te entiendo”-es lo único que dice.
- “Se que es complicado de creer, yo tampoco lo entiendo, pero tú me has dicho que vives en el 2019 ”- palabra a palabra voy rompiéndome por dentro.
-“ ¿En que año naciste Jimin?”- me pregunta, yo solo espero que no se asuste, mi último mes sería un infierno sin poder  hablar con él.
Eso es lo que más miedo me da.
Incluso más que la muerte.

-“ En 1960”- le escribo con las manos temblorosas.
El silencio vuelve a adueñarse del ático, aumentando mi miedo.
Siento como mi corazón se contrae, esto es demasiado.
Cierro los ojos mientras siento como caigo en un pozo sin fin.
Él me abandonará y me quedaré solo en este caserón, debilitándome con cada día que pasa.
¿Este es mi futuro?

-“ Bebé ... Jimin... ¿Estás ahí?”-  las notas me sacan de mi trance.
Me froto los ojos, mientras observo los miles de puntitos que aparecen detrás de mis párpados.

- “ No voy a dejar de hablarte solo por eso, lo entiendes ¿Verdad?
Aunque me desespere no poder verte, ni poder abrazarte seré tu apoyo hasta el final” - el sonido de la última letra se desvanece poco a poco, igual que la oscuridad que se acumulaba en mi interior.
Jungkook no me va a dejar.

- “ Estos meses quedarán grabados en mi memoria para siempre, y aunque yo no dure todos mis sentimientos y recuerdos quedarán impresos en estas paredes y sobretodo en el piano.
Recuérdame cuando presiones sus teclas.
Ahora sé que no hace falta buscar explicaciones a este fenómeno.
Lo único que importa es que gracias a este piano te he conocido, y con eso me basta ”-le escribo mientras acaricio el piano.
Mis lágrimas emborronan las letras escritas en las teclas.
Esto suena como una despedida, no quiero que sea así, aún tengo un poco de tiempo.

- “ Guarda esto en tus recuerdos Jimin.
Te quiero, siempre serás importante en mi vida, mi pianista” - una sonrisa triste se apodera de mis labios.
Creo que en estos meses me he enamorado de Jeon Jungkook.

-“ Lo guardaré entre mis más preciados tesoros”

De repente un toque dulce en mi hombro me hace sobresaltarme.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
Aquí estoy de nuevo.
¿Que tal este capítulo?
Mucho drama para hoy, quizá me he pasado un pelín jeje.

Bueno la obra de este capítulo es
- Gymnopédie No.1  de Erik Satie.

Pero Jimin no la toca exactamente igual, tal como explica, es más rápida y fuerte.

Hasta el próximo cap.
Bye💙

Una Última Melodía [Kookmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora