- Dime - empezó a decir -. ¿Quienes eran esos tíos y por qué te querían pegar?
Tal y como Minho había imaginado, en su casa no había ni un alma. Después de coger algunas vendas y desinfectantes del baño, se dirigieron a la habitación para curar las heridas. A pesar de que no era la primera vez que visitaba su habitación, el cuerpo de Jisung temblaba de los nervios. La decoración minimalista seguía siendo la misma, nada parecía haber cambiado, al menos en el exterior.
Jisung estaba sentado encima de la cama de Minho con los pantalones subidos para dejar ver su gemelo, donde le habían pegado la patada. Tenía un gran cardenal rojo que no tenía pinta de ser poco doloroso. Minho, que estaba sentando en el suelo en frente de sus piernas, agarró la pomada que había utilizado él anteriormente para curarse sus propias heridas, y se echó un poco en los dedos. Jisung lo observó mientras hacía este proceso. Tenía las pestañas muy largas y se movía con una gracia seductora típica de un bailarín. Jisung se preguntó si se había vuelto aún más atractivo esos días que no lo había visto.
- ¿No me vas a contestar? - preguntó mientras acercaba sus dedos a la piel de Jisung.
La pomada estaba fría, pero su cuerpo seguía ardiendo y sudando como si el mayor fuera el mismísimo sol que lo abrasaba con solo rozarle un poco.
- No quiero - dijo.
Minho apretó sus dedos con la intención de torturar al menor.
- Ay - se quejó - ¡Para, para! Te lo explico, te lo explico.
Minho sonrió satisfecho. "Si me hubiera sonreído así al principio se lo hubiera dicho sin problemas", pensó el menor.
- Esos chicos no son ni siquiera del instituto. Se ve que son amigos de Eunha que estaban enfadados porque tu madre parece "querer arruinarle la vida", según ellos - explicó.
- ¿Y por qué la tomaron contigo?
Jisung giró la cabeza a otro lado para evitar su mirada.
- Porque estaban buscándote y no paraban de decir cosas desagradables - contestó - Y me enfrenté a ellos sin pensármelo demasiado.
Minho acabó de echar la pomada en la pierna y se puso de rodillas en frente suyo. Se acercó tanto a él que el corazón de Jisung dio un vuelco mucho más impactante que el puñetazo que le habían dado anteriormente. Minho tenía una expresión seria, imposible de descifrar. Tal vez se había enfadado porque se había metido donde no le llamaban.
- Quítate la camisa - le pidió.
- ¿Qué? ¿Por qué? - preguntó con voz nerviosa.
Minho levantó el bote de pomada.
- ¿Tienes una herida ahí, no? - le dijo.
Jisung suspiró aliviado y se quitó la camisa. Minho seguía estando muy cerca para su gusto, pero no se atrevía a decirle nada. Acercó su mano al estómago de Jisung y lo acarició, dejándose llevar. Tenía abdominales, de esos que cualquier chico envidiaria. Aunque él no los envidiaba, de hecho, prefería tocarlos antes que tenerlos. Volvió a concentrarse en la crema y se la aplicó encima del moretón que tenía en el costado derecho, con cuidado. Podía sentir cómo el cuerpo de Jisung ardía cada vez que lo tocaba. Levantó la cabeza, para saber que tipo de expresión tenía y, cuando vio que su rojez había envuelto todo su rostro, no pudo mantener el control.
- Lo siento, no puedo más - dijo antes de abalanzarse contra él.
Le empujó suavemente para que se tumbara en la cama y se posicionó encima de él. Lanzó la crema al otro lado de la habitación y puso sus brazos a los lados de la cabeza de Jisung, el cual no sabía qué hacer. Besó sus labios apasionadamente demostrando cuánto había deseado hacerlo esos últimos días que no se habían visto. Jisung decidió dejarse llevar sin pensarlo demasiado y le rodeó con sus brazos, acercándolo con más fuerza. Pese a que no tenía mucha experiencia, le devolvía el beso como podía, imitando lo que hacía Minho con más intensidad aún. Hasta ese momento, no se había dado cuenta de cuánto deseaba seguir besándolo. Al ver la reacción positiva de Jisung, Minho cambió de postura a una más cómoda y se sentó encima de él mientras lo atraía con sus manos. Se atrevió también, a aumentar la pasión añadiéndole lengua al beso. Jisung respondió de la misma manera y sintió cómo sus sentidos se nublaron. Nada de lo que estaba ocurriendo parecía real. La sensación de la boca de Minho uniéndose con la suya era una de las mejores que había sentido en toda su vida. Aún así, sabía que su cuerpo no iba a aguantar ese ritmo por mucho más tiempo. Justo cuando estaba a punto de sentir que había llegado a su límite, un pitido empezó a sonar por toda la habitación. Aunque Minho parecía no ser capaz de escucharlo, Jisung se separó de él y miró su pulsera que era de donde provenía el molesto ruido.
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PALPITACIONES #MINSUNG
Fiksi PenggemarMinho nunca había sentido ningún tipo de interés hacia el rap, hasta que vio a ese chico de primer año en el escenario. Entonces, siente la urgencia de entablar una conversación con él. Jisung nunca había sentido ningún tipo de interés hacia las re...