Corazones / capítulo quince. [Maratón1/3]

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Sabrina abrió la puerta del auto y entró en él, viendo cómo Sofia rápidamente bloqueaba la pantalla de su celular.

Sabrina: ¿Ocurrió algo?

Sofia: No... sólo quería ver si alguien me había enviado algún mensaje preguntando por mi ausencia, nadie lo hizo —sonrió con tristeza, como si eso fuera algo a lo que estaba acostumbrada.

Sabrina dejó a un costado las cosas que traía en sus brazos, y se detuvo un momento a pensar en lo que era estar en el lugar de Sofia Daccarett.

* No tiene ni un solo amigo en el mundo.

* Su madre es drogadicta y golpeadora.

* Su padre es un violador.

* Su hermana gemela murió hace poco tiempo.

* Probablemente nunca nadie le haya dicho "te quiero".

* Nunca nadie se ha enamorado de ella.

Sofia se sobresaltó un poco cuando sintió los brazos de Sabrina abrazándola, pero se sentía bien.

Sabrina: Te quiero, Sof —susurró en su oído— y te admiro, eres muy valiente.

Sofia comenzó a llorar.

No un llanto pequeño, que en un par de minutos se va.

No, era un llanto real. Un llanto con dolor. Sabrina lo había estado esperando, sabía que pronto ocurriría y probablemente, Sofia también lo estaba esperando. Era el momento en el que explotaría por todo lo que estaba ocurriendo. Sabrina sabía que ella se estaba tomando todo este cambio de una forma demasiado tranquila, y eso no era algo bueno, porque tarde o temprano tienes que expulsar todo lo malo.

Sabrina: Ven.

Sabrina abrió la puerta de Sofia para que ambas salieran y Tanya no escuchara el llanto de su hermana. Se sentaron en el borde de la acera, y Sabrina abrazó fuertemente a Sofia mientras lloraba.

A pesar de la tristeza que sabía que Sofia sentía en ese momento, el único sentimiento que penetraba a Sabrina; era furia. Miró en dirección al cielo y pensó: No es justo.

Sabrina no sabía si existía o no un Dios que cuidara de ellas, pero la verdad era que tampoco quería saberlo, porque sólo había dos opciones válidas: O un ser maravilloso como Sofia no le importaba en absoluto, o era un Dios demasiado cruel. Ninguna de las opciones eran aceptables.

Por un lado, admiraba a Sofia por mantenerse tan fuerte y positiva, pero por otro lado, sentía que toda la parte negativa de la situación la estaba cargando ella. Como si fuera la única con impotencia, pero eso era bueno. "Eso es bueno" —se dijo a sí misma. Es bueno que su corazón no se vuelva helado, que no se llene de odio. Justo de la forma en que el suyo se estaba tornando.

Sofia: Sabrina...

Sabrina: ¿Sí? —dijo soltando su abrazo un poco para poder mirarla a los ojos.

Sofia: ¿Cuál es tu mayor sueño?

La pregunta la tomó por sorpresa, de la misma forma en que nos toma a la mayoría cuando nos la hacen.

Sabrina: No lo sé... tendría que pensarlo.

Sofia: ¿Pensarlo? no hace falta pensarlo. Ahora, en este momento, ¿cuál es tu mayor deseo?

Sabrina miró al cielo una vez más. Era increíble la situación, siempre había dudado de la existencia de un Dios, y sin embargo, ahí estaba, mirando al cielo y pidiendo respuestas.

Sabrina: En este momento... —cerró los ojos y permitió que por una vez la rabia hablara por ella— mi mayor deseo es que tu familia tenga problemas para dormir por la noche. Que mi madre denunciara nuestra desaparición y que la policía esté en tu casa en este momento. Que tus padres vayan a la cárcel y que la vida te dé una revancha.

Sofia se alejó de Sabrina lentamente, observándola con atención.

Sofia: No dejes que tu corazón se llene de rencor.

Sabrina puso los ojos en blanco y contestó:

Sabrina: Ni siquiera entiendo cómo es que tú no guardas rencor. Si no estás enfadada evidentemente hay algo a lo que no estás prestando atención.

Sofia: Sab... he sufrido de formas que no imaginas, pero también he visto a gente pasándola peor.

Sabrina: Eso no justifica el dolor que tú... 

Sofia: Lo sé, sé que no lo hace, pero no por eso pienses así. No guardes rencor, no odies, no dejes que tu corazón se ponga frío, seco... para eso ya estoy yo.

...

Sabrina: Demonios...

Veinte minutos. Eso era todo lo que les quedaba de camino para llegar a su nuevo hogar, a su nueva vida. Sólo estaban a veinte minutos de comenzar a concretar sus esperanzas y ahora esto...

Sofia y Tanya estaban saliendo del baño de una estación de servicio, mientras que la atención de Sabrina fue captada por un cartel en un poste de luz a unos metros de distancia.

"¿Has visto a estas jóvenes?" tenía escrito el cartel junto a tres fotografías. Cada una de ellas llevaba el nombre de su dueña debajo. "Sabrina Ann Lynn Carpenter, Sofia Daccarett, Tanya Daccarett". Y al final, se encontraban diferentes números telefónicos, entre los cuales pudo reconocer el de su madre.

— ¿Qué ocurre?

La voz de Sofia detrás de ella, la sobresaltó.

No fue necesario hablar, Sabrina tan sólo miró el cartel y Sofia supo a dónde dirigir su atención.

Lágrimas aparecieron en el rostro de Sofia al mismo tiempo que una triste sonrisa.

Sabrina: ¿Por qué estás llorando?

Sofia: Fue tan lindo mientras duró.

Sabrina: ¿De qué hablas?

Sofia: Siempre soñé con algo como esto, ¿sabes? Siempre soñé con que alguien me rescatara del infierno de mi casa y tomara riesgos por mí. Tú lo hiciste, y te agradezco por eso de una forma en que no imaginas, pero era obvio que no estaba destinado a durar. Ahora tendré que volver a la realidad. Es imposible conseguir un trabajo o estudiar o lo que sea, si nuestros nombres están siendo buscados por todo el país, tenemos que volver.

Sabrina: ¿Qué? ¡no! no volveremos.

Sofia: Sabrina...

Sabrina: ¡No! —sin darse cuenta, estaba gritando—, ¡no volverás ahí! ¡no te saqué, para dejarte de nuevo! no te di la mano para soltarte, no voy a dejarte caer, no...

No pudo terminar de hablar cuando ese dolor agonizante apareció de nuevo, pero esta vez era peor: era incontrolable, intolerable. Su mano presionó su pecho mientras caía al suelo . Vio a Sofia sujetarla en el aire antes de caer, su cara de preocupación le indicaba que se veía tan mal como se sentía.

Sabrina: No llames... —cada palabra era una agonía, cada respirar parecía matarla—, no... ambulancia... no.

Pudo ver a Sofia gritar "¡Ayuda!", lo vio, no lo escuchó. Sus oídos parecían haber colapsado.

"No han colapsado, los latidos están ahí" —se dijo a sí misma. Y era cierto, todo sonido exterior había sido reemplazado por sus propios latidos.

A pesar de que sabía que no escucharía sus propias palabras, y a pesar de saber el dolor que le supondría hablar, intentó comunicarse con la chica delante de ella una vez más:

Sabrina: No digas... no... no digas nuestros... nuestros nombres. No los digas. Mien... miente.

"Esto no es normal" —se dijo, sabiendo que era algo más que un simple crecimiento de tendones. Todo estaba sucediendo demasiado rápido. "Voy a morir, voy a morir", los latidos en sus oídos parecían amenazar con hacerle explotar la cabeza.

Sentía cómo lentamente iba perdiendo la consciencia, cómo todo comenzaba a perder sentido.

Sabrina: Mira... mírame. ¡Mírame!

Sofia miró hacia abajo, hacia sus brazos, donde Sabrina se hallaba. La miró dijo a los ojos, con lágrimas en los suyos. Sofia vio que dijo algo, pero no podía escucharla.

Sabrina: Te amo.

Todo se volvió gris, hasta que el último latido en su oído se apagó.

Towards love [adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora