Huida / capítulo doce.

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Miriam: ¡¿Cómo puedes estar tan tranquila?! —dijo haciendo que Sabrina casi escupiera su sándwich, la mañana siguiente en la cafetería, mientras se acercaba a su mesa apresurada—, ¿cómo puedes estar ahí sentada?

Sabrina: Es más cómodo que comer de pie.

Miria puso los ojos en blanco.

Miriam: Estoy hablando en serio, ¿tienes todo bien planeado?

Sabrina: Tan bien planeado como puede estar algo que cree a las tres de la madrugada durante una crisis de desesperación.

Miriam: Eso no es tranquilizador.

Sabrina: No, pero es la verdad —terminó su sándwich y se puso de pie—, iré a hablar con ella.

Miriam: ¡¿Qué?! ¿aún no se lo has dicho?

Sabrina: Si se lo digo no estará de acuerdo. La tomaré por sorpresa cuando sea imposible decir que no. Presta atención a tu celular, te enviaré mensajes si algo ocurre.

Sin esperar respuesta, salió de la cafetería en busca de Sofia. Sabía dónde encontrarla.

Empujó la puerta del baño y ahí estaba.

Sabrina: Voy a hacer de cuenta que no sé que acabas de vomitar lo que comiste en la cafetería. Tengo que preguntarte algo, ¿a qué hora tu casa está completamente vacía?

Sofia: Yo también necesito hablar contigo.

Sabrina: Yo pregunté primero.

Sofia: No me digas, ángel de la guarda.

Sabrina se tensó sorprendida y Sofia se cruzó de brazos delante de ella, como esperando una explicación.

Sabrina: ¿Le cuentas secretos a esa pequeña? porque no deberías hacerlo, es muy mala guardando secretos.

Sofia puso los ojos en blanco.

Sofia: ¿Qué estabas haciendo en mi casa?

Sabrina: Buscando las respuestas que te niegas a darme. No te preocupes, no te culpo. Yo tampoco me iría si estoy consciente de que al marcharme la que sigue en la lista es mi hermana menor.

Sofia sintió cómo las lágrimas comenzaban a aparecer, y se obligó a mantenerlas dentro de sus ojos.

Sabrina: Contesta mi pregunta.

Sofia se tomó algunos segundos antes de contestar, como si aún le costara trabajo confiar en Sabrina.

Sabrina: De cuatro a cinco de la tarde. Mi hermana está en la escuela, mi papá en el bar y mi madre trabaja, sólo estoy yo en la casa.

Sabrina: Genial —dijo sonriendo—. Estaré en tu casa a esa hora, deja las puertas abiertas.

A Sofia le resultó imposible no decir lo que se escapó de entre sus labios.

Sofia: ¿Para qué? ¿haremos algo indebido y no quieres a mis padres cerca?

Sabrina se quedó inmóvil, con una sonrisa pícara atravesando sus labios. Sofia, en cambio, se sintió completamente estúpida por el comentario.

Sabrina: Es para otra cosa. Si quisiera hacer eso, lo haría cuando yo quiera.

...

Te dije que dejaras la puta puerta abierta. Baja tu trasero y ábreme —cuando terminó de escribir, presionó violentamente el botón de enviar.

Miriam: ¿No crees que eso es algo violento? —preguntó asomándose por sobre el hombro de la morocha para ver la pantalla de su celular.

Antes de que pudiera contestar, la puerta se abrió, dejando ver a una muy adormilada Sofia.

Sabrina: ¿Estabas durmiendo?

Sofia: Sí, lo siento. Aprovecho este tiempo para dormir, tengo que estar muy despierta cuando mis padres están en casa —dijo refregándose los ojos.

Sabrina sintió una punzada en el medio del estómago, y fue suficiente para recordarle por qué tenía que sacarla de ahí con tanta urgencia.

Sabrina: Permiso —dijo finalmente y entró a la casa, seguida por Miriam. Observó la hora en la pantalla de su celular—, tenemos cuarenta y cinco minutos. Démonos prisa.

Sin dar mayores explicaciones a la desconcertada Sofia, que estaba en la puerta, Sabrina y Miriam corrieron escaleras arriba y entraron a la habitación de Sofia, quien las siguió exigiéndoles explicaciones.

Sabrina: Miriam, llena ese bolso con ropa —dijo apuntando a un bolso violeta en una esquina de la habitación.

Sofia: ¡Sabrina! —la tomó de la muñeca y la obligó a observarla.

Sabrina volteó y la miró. "Qué bellos ojos" —se dijo a sí misma.

Sabrina: Te sacaré de aquí.

Sofia: ¿Qué?

Sabrina: Nos iremos, juntas.

Sofia tragó saliva pesadamente, su puso acelerado. Había pasado noches y noches soñando con que alguien le dijera esas palabras: "Te sacaré de aquí". Y aquí estaban.

Sofia: ¿A dónde? no... no logro entender.

Sabrina volteó a observar a Miriam y vio que seguí poniendo cosas en el bolso, así que regresó su atención a Sofia.

Sofia: Pero... Sabrina, no puedes. Tu familia... la escuela... el dinero.

Sabrina: Shh... —dijo poniendo su dedo índice sobre los labios de la castaña, la cual se estremeció por completo ante su toque—. Mi familia no importa, me contactaré con ellos para avisarles que estoy bien. La escuela, ¿a quién mierda le importa la escuela ahora? Y no te preocupes por el dinero, tengo todo lo que necesitamos hasta que podamos conseguir empleo en algún lugar.

Sofia: Pero... ¿a dónde?

Antes de que pudiera contestar, Miriam habló:

Miriam: El bolso ya está listo.

Sabrina: Perfecto, llévalo al auto, por favor. Sofia, toma otro y pon ahí todo lo que necesites.

Miriam pasó a lado de ellas con el bolso en la mano.

Sofia: No me iré a ninguna parte —Sabrina la miró confundida—, no puedo dejar a mi hermana, lo sabes.

Sabrina: ¿No crees que ya pensé en eso? Tanya vendrá con nosotras.

Sofia: Pero...

Sabrina: Relájate... —bajó su mirada a los labios de Sofia, y sin pensarlo dos veces, depositó un cálido beso en ellos. Está demás explicar todo el efecto que esto tuvo en Sofia—. Confía en mí.

Towards love [adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora