Cuentos perdidos

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Salimos a la calle. ¿Cómo había podido ocurrir todo esto? Hija de Poseidón, vaya locura... Cerré la puerta del apartamento y me giré hacia Adón.

- Oye Adón... ¿Has pensado dónde vas a vivir? - No quise hablar muy alto. No quería que los vecinos nos oyeran hablar de eso.

- ¿Cómo? Pues contigo ¿No?

- ¿Conmigo? - Me quedé petrificada. ¿Lo decía enserio?

- Pues claro, ¿Dónde sino? - Vale, lo decía enserio.

- Pero... Yo vivo con mi madre, a demás solo tenemos dos dormitorios. Y dudo que deje que te quedes. No te conoce, y yo tampoco, la verdad. - Suspiré. - Podrías ser un asesino en serie que intenta engañarme para luego matarme mientras duermo. - Rió a carcajadas.

- Si fuera un asesino que viene a mentirte para matarte ¿Crees que podría hacer esto? - Alzó el brazo derecho y abrió la mano hacia el cielo, una nube se poso encima de él, cayó una fina lluvia en su mano y el agua se quedó flotando en la palma de su mano. - Yo estaba con la boca abierta, alucinando como nunca.

- Wow, reconozco que eso fue genial... ¿Yo podré hacer eso algún día? - Me emocioné al imaginarme a mi misma creando lluvia. El rió asintió y tiró el agua en el césped que había en la entrada de mi apartamento.

- Claro que sí. Eso es una de las cosas más básicas.

- ¡Pues genial! - estaba muy emocionada. - Pero una cosa... - Fruncí el seño. - ¿Qué le diremos a mi madre para que te puedas quedar?

- Le diremos la verdad.

- ¿La verdad? - Dije con preocupación.

- Pues claro, es tu madre, te creerá.

Asentí.

- Está bien. Vamos.

Volvimos a entrar en el apartamento, aplazando las prácticas. Mamá estaba en el jardín, quitándose la arena de las chanclas. Estaba hecha un manojo de nervios. Antes de llegar a la ventana corrediza que llevaba al jardín me paré en seco.

- ¿Qué le diremos? No puedo ir y decirle, ''oye mama soy una sirena, el es Adón y viene a cuidarme, ah por cierto, papá el que nos abandonó lo ha enviado aquí en su nombre y se va a quedar una temporada en casa. ''

- ¿Por qué no? La cosa es así. - Me agarró de la muñeca y tiró de mí hacia el jardín. Mamá nos vio y sonrió.

- Hola niños. ¿Un amigo nuevo Melia? - Lo miró y sonrió.

- Encantada señora Turner. Yo soy Adón. -Él se acercó a mi madre y le dio un apretón de manos.

- Llámame Altair, por favor.

Yo no podía estar más tensa.

- Oye mamá, hemos venido para hablar contigo...

Entrecerró los ojos. Y se sentó en la mesa de cenas. Adón y yo nos sentamos en frente de ella.

- Verás... Adón...Es...Bueno... - Me sudaban las manos y apenas podía mirarle a la cara. Adón continuó por mí.

- El padre de Melia me ha enviado en su nombre.

Mamá se tapó la boca con las dos manos y se quedó en blanco. Solo pudo tartamudear algunas palabras.

- Odeón... ¿Te...Te...Ha mandando? - Se le llenaron los ojos de lágrimas. - ¿Por qué?- no recordaba la última vez que la había visto llorar.

- Ella merecía saber de dónde viene y quien es su padre.

- ¿A qué te refieres? Ella sabe perfectamente de donde viene.

Don't let me fall [no me dejes caer]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora