Descubrimientos

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Tengo que decir que Gael no surfeaba mal. Surfeamos durante un buen rato y aunque se cayó en algún momento, no lo hacía nada mal. Con más práctica podría llegar a ser muy bueno. Eran las 24: 34.

-         ¡Ahora veras! ¡Voy a por esa ola! – señalé una que venía.

-         ¡Venga va, tu puedes! – Gritó Gael.

Me tumbé en la tabla y me dirigí hacía la ola. Cuando estuve lista, me puse en pié y la surfeé, me metí en el tubo de la ola pero no me dio tiempo a salir. Caí y la tabla tiró de mi, al igual que la ola, que me hundía hacia dentro del mar. Me dolía el tobillo. Sentí que mis pulmones se contraían pidiendo oxigeno. El tobillo me ardía. No podía nadar, solo veía burbujas y oscuridad. La cuerda que ataba la tabla a mi tobillo se soltó. Miré hacia abajo y vi una cola. ¡Una cola de pez! ¡¿Qué?! Necesitaba aire y no me sabía mover. ¿Y mis piernas? ¿Qué estaba pasando? Al final abrí la boca dejando que pasara el agua salada y así ahogarme, pero en vez de ahogarme sentí aire. Pero no entraba por mi boca, entraba por mi cuello. Tenía branquias en la nuca.  Volví a abrir los ojos y vi perfectamente en la oscuridad. Veía incluso mejor que en la superficie. Veía detalladamente los arrecifes e incluso los peces. Miré otra vez para abajo y vi la cola. Era azul turquesa. Tenía un degradado de verde hacía el azul. ¿Cómo era eso posible? Moví la aleta. Me dio una propulsión más grande que las aletas que tenía de buceo. Nadé hacía una parte de la playa que estaba sumida en la oscuridad y no había nadie. Cuando llegué a la orilla me arrastré para salir del agua. A medida que sacaba la aleta del agua iban apareciendo instantáneamente mis piernas. Me quedé sentada en la orilla mirando hacia el océano, se veía oscuro y sin final. ¿Cómo había pasado esto? ¿Por qué tenía aleta de pez? Nada de todo eso me parecía real.

Oí una voz que venía de lejos. Me estaban llamando.

-         ¡Melia! ¡Melia! ¿Dónde estás? – Vi a Alana corriendo de un lado a otro como loca y después vi a Gael y a Aiden con las tablas dentro del agua. Los demás estaban en la orilla mirando hacia el mar. Me estaban buscando.

-         ¡Alana! ¡Estoy aquí! – Me levanté y Alana me vio, corrió hacía mi y se lanzó a mis brazos.

-         ¡Oh Melia! Estaba tan preocupada… - se separó y continuó. – Has desaparecido debajo de la ola y no te encontrábamos. Gael al ver que no salías del agua ha empezado a llamar a todo el mundo y al ver que tu tabla salía a la superficie pero tú no, aún nos hemos asustado más. Pero estas bien, por cierto hemos dejado tu tabla en la orilla, está bien, no se ha roto ni nada. – Genial. ¿Cómo le decía a Alana lo que había pasado? ¿Me creería? Obviamente se lo podía mostrar, pero a lo mejor fue una alucinación. Aún y así preferí no meter un pie en el agua por si a caso. Había mucha gente y pasaba de que todo el mundo me viera con una cola de pez.

-         Si…Eh…Bueno, sobre eso…Tenemos que hablar…- miré hacia el océano.

-         ¿Qué pasa Melia? ¿Estás bien? – puso su mano en mi brazo.

-         Si, si. Es solo que mañana tenemos que hablar.

-         Mmh… Vale, como quieras. Pero antes dime algo ¿Es bueno o malo? – le miré a los ojos y respondí con toda la sinceridad posible.

-         Sinceramente no lo sé. – suspiró.

-         Está bien…Vayamos a acabar de disfrutar de tu fiesta de cumpleaños. – tiró de mi brazo y me llevó con los demás.

Cuando todo el mundo supo que yo estaba bien, viva y sin nada roto, la fiesta continuó. Bailé, canté y reí hasta llorar de la risa. Aún y así, en mis pensamientos siempre estaba la aleta, la cola de pez. Estaba intranquila.

Pasé casi toda la fiesta con Aiden. Hablábamos con los demás y hacíamos coñas. No me acerque más al agua. De a veces me fijaba en Gael, que estaba sentado con Alana y unas amigas que venían con sus respectivas parejas. Me crucé alguna mirada con él, y cada vez que sucedía, mi corazón iba a mil. Era extraño. En cambio cuando estaba con Aiden acurrucada en su cuello, solo sentía calidez, era como estar en casa.

Alana me acompañó a casa al acabar la fiesta. Estaba agotada, tanto físicamente, como emocionalmente.

Decidí darme una ducha antes de meterme en la cama, así me quitaría la sal y comprobaría si realmente había sucedido eso. Y con eso, me refería a la súper-híper-rara transformación en la cual tenía cola de pez.

Eran las 4 de la madrugada, mi madre estaba durmiendo, a demás tener cuarto de baño en mi habitación ayudaba mucho.

Encendí el agua y me metí en la ducha. Esperé a que me saliera la cola. Nada. No pasó absolutamente nada. Pues vaya. Esperaba una mágica transformación. Mis dudas quedaron despejadas. No tenía aleta. Había sido una alucinación.

Me metí en la cama y me dormí rápidamente.

Al despertar me sentí fresca como una rosa, y eso que me acosté tarde. Me levanté de la cama y me miré en el espejo. ¿Sabéis esos días en que te miras en el espejo y dices ‘’ ¡ooh!, que guapa estoy hoy no?’’ Pues así me sentí. Mi piel lucía más bronceada y no veía ningún granito por mi cara, mi tripa se veía más plana que de normal, mi pelo estaba más brillante y sano de lo que nunca había estado y mis ojos eran más verdes que nunca.

Me vestí con unos shorts, el biquini nuevo que me regalaron de color blanco y con una camiseta azul de flecos. Me peiné, me hice un moño y baje a desayunar.

Don't let me fall [no me dejes caer]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora