Capitulo VII

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   Los días pasaban tranquilamente, el clima estaba cálido, el bosque reverdecía y el jardín de los Gutierres empieza a verse de un tono verde vivo, aunque solo era maleza, pero poco les importaba.

   Estaba Jorge en un escritorio, sentado en una oficina del periódico de la ciudad, el ambiente era frío pero confortante, solamente había un escritorio, dos sillas y un sofá en aquella, pequeña, oficina, era la oficina de Esteban el editor en jefe del periódico.
   Esteban había sido amigo de la familia por mucho tiempo, era muy allegado a la familia, era como un hermano para Carlos, solamente tenía tres hijos, una muchacha de diecisiete años llamada Melissa y dos niños pequeños, su esposa era una señora muy bonita, era alta, esbelta y sus ojos negros brillantes hacían brillar su cara cada vez que sonreía.

   —¿cómo estás, Jorge? —decía mientras entraba a su oficina— disculpa la tardanza, pero llevé a los niños a la escuela.

—no importa, no llevo mucho tiempo esperando.

—verás, te mandé llamar, porque necesito de tu ayuda. Voy a tomarme una vacaciones durante unas dos semanas, solamente iremos Martha y yo.

—¿y quieres...?

—que te encargues del periódico, solamente un par de semanas.

—¡¿es en serio?! —Jorge en realidad no sabía lo que sentía.

—¡claro! No hay nadie mejor para suplirme, verás en verdad te necesito.

—pero, apenas llevó unos días, no crees que deberías dejar a alguien con más experiencia.

—¿crees que no pensé en eso? ¡Hasta el conserje tiene más experiencia que tú! E incluso él podría suplirme, pero sólo confío en ti, ¡vamos! Jorge eres como un hijo para mi.

—pues ¡gracias! En serio, te lo agradezco. ¿Cuándo te vas?

—¡mañana! Así que será mejor para ti empezar desde hoy. Para que te vayas familiarizando.

—okay, gracias por avisarme anticipadamente.

—muy bien, tome su asiento señor.

—gracias, Esteban. Oye, ¿y Melissa y los niños?

—se quedarán en tu casa, ya he hablado con tu padre. —dijo esto mientras salía apresuradamente.

—¿qué dices? —gritó Jorge, pero ya no lo escuchó.

   Era el primer día de clases después del frío que azotó la ciudad, todos los estudiantes se contaban las aventuras que habían vivido estos últimos días, habían historias de todo tipo, desde los que se adentraban al bosque a cazar y terminaban siendo perseguidos por venados o jabalíes, hasta los que habían ido a la luna en un segundo, o los que vivieron en otras épocas viajando de manera literaria.

   —¿qué hay de nuevo chica?

—¡hola Chloe! ¿Has visto Kim?

—¿Kim? ¿Dónde has estado, Estéfani?

—¿a qué te refieres?

—¿en serio no sabes?

—¿qué pasa?

—¿recuerdas el día después de la fiesta, que te llevamos a casa?

—sí

—cuando regresábamos, escuchamos un ruido en el bosque, no sabíamos qué era lo que lo hacía, nos acercamos y decidimos entrar...

—¿qué pasó, cuentame rápido?

—ven, sentémonos aquí. —se sentaron en una banca, mientras Chloe continuaba esa historia Estéfani se ponía pálida como una hoja de papel, fría como un trozo de hielo.

EL AMOR EN LA ESQUINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora