Caminaba tranquilamente por la calle hacía el periódico, el sol de la mañana se estrellaba en su cara mientras avanzaba, se sentía cansado, su mirada estaba tranquila pero distante como si no mirara nada de su alrededor sino solo sus pensamientos.
Llegó a la puerta de ese edificio recién construido, se detuvo en la entrada y leyó el título que rezaba: “La Saeta” miró hacia a adentro, respiró profundo y decidió entrar.
La secretaria llamó a la puerta de Jorge, éste pidió que entrara.
—¡buenos días, señor! —saludó el joven.
—¿qué te pasa, Daevin? ¿Por qué la formalidad?
—lo siento.
—¿cómo has estado? Tanto tiempo sin verte.
—¡ahora eres presidente!
—para nada, es solo temporal, me quedan dos días.
—¡felicidades!
—pero, bueno ¿en qué puedo ayudarte?
—verás, no sabía que estabas de encargado.
—lo se, continua.
—¡necesito tu ayuda!
—claro, dime.
—necesito trabajar... Medio tiempo, mientras termino la escuela, ya he aplazado un año, no quiero aplazar otro.
—desde luego, verás, ven mañana, y tendré algo para ti, supongo que te lo debo, por los viejos tiempos.
—¿qué viejos tiempos tiempos? —rió Daevin— apenas seremos adultos.
—¡por nuestra infancia!
—¡por nuestra infancia! —Daevin volvía a sonreír.
—¿quieres una cerveza?
—¿a esta hora?
—recuerdas cuando en la escuela a esta hora ya estábamos casi ebrios.
—¿puedo servirles algo? —preguntó la mesera; una joven de unos veinticinco años, guapa, ojos castaños.
—dos cervezas por favor.
—¿que tal la escuela Daevin?
—todo bien, ahora sí me estoy esforzando.
—me alegro por ti.
—¿y tú? ¿Cómo te ha ido?
—todo bien, a principio de año empezaré la universidad. Eso espero.
—aquí tiene joven.
—¡gracias! Amanda. —dijo Jorge quien leyó el nombre de la chica en su delantal.
—no soy Amanda señor, soy Andrea, esto no es mio —señaló el delantal mientras se alejaba.
—¿tienes novia Francisco?
—ya no uso ese nombre —señaló— pero hay una chica, es hermosa, aún no se su nombre.
—bueno, en la escuela todas las chicas amaban a Francisco.
—ahora aman a Jorge.
—pues salud por eso.
—¿y cómo andan tus conquistas? Recuerdo haberte entrenado bien.
—fue bueno mientras duró.
—¿a qué te refieres?
—conocí a una chica...
—¿en serio?
—es hermosa, es nueva en la escuela...
—entonces es un reto, quieres ser el primero en entrar.
—no, no es eso, ella es diferente y me hace ser diferente, es su mirada, su voz, su sonrisa. Cuando ella te mira sus ojos son un mar en el que naufragaría mil eternidades. Su voz es como un coro celestial que suena en tus oídos. Y su sonrisa, todos mis problemas desaparecen cuando ella sonríe.
—¿estás enamorado?
—si, pero no puedo decírselo.
—por un momento creí que ya estaban planeando la boda.
—no te burles.
—no lo hago, es solo que...
—tengo miedo que me rechace, y si me acepta también tengo miedo a desilusionarla.
—lo siento, amigo.
—está bien.
—¿y la chica sin nombre?
—la conocí en... En un lugar que no importa, es hermosa, pero lo último que puedo ver es su cuerpo completo, quedo atrapado en su mirada cuando ella me mira...
—¿has hablado con ella?
—una vez, lo poco que hablamos fue interesante, tenemos mucho en común...
—espero que no —rió Daevin.
—no, no de ese modo. Sentimentalmente, su alma es trasparente, es... Es hermosa.
—¡salud! Por la chica sin nombre.
—¿cómo se llama?
—Rachel.
—bonito nombre, la última Rachel que conocí era... Espera no he conocido ninguna Rachel.
—espero que no lo hagas nunca —ambos reían escabrosamente.
—sabes, ella da paz a mis pensamientos. La última vez que sentí esto... —se quedó callado de repente, como si recordara algo que le lastimaba.
—ya olvida eso. Concentrarte en tu chica.
—sí, viviré para ella.
—ah, y confiesa tu amor.
—planeo hacerlo en su cumpleaños, será el mes próximo, será especial.
—en los cumpleaños siempre funciona.
—no será de esa manera.
—para amor, para sexo, no debe haber mucha diferencia.
—debo irme, tengo cosas pendientes. ¡Gracias! En verdad te lo agradezco.
—siempre puedes contar conmigo. Yo voy a quedarme creo que Andrea está esperándome con la cuenta.
—nunca cambias Frank.
—algún día alguien me amarrará así que debo aprovechar la que tú me dejas.
—suerte, amigo. —dijo, dándole una palmada en el hombro mientras se alejaba.
—adiós, y conquista a Rachel.
Era el fin de las vacaciones de Esteban, estaba estacionado frente a la casa de Carlos esperando a sus hijos, Estéfani estaba afuera, en el jardín jugando una última vez con los niños, los visitaría en los próximos días, Melissa estaba guardando sus cosas, Carlos platicaba con Esteban y su esposa.
—creo que Melissa necesita ayuda con sus cosas, iré a ayudarla.
—¡hola señor! Sin mis últimos momentos en su casa.
—puedes venir cuando quieras.
—¿y quedarme para siempre? —dijo mientras pasaba su dedo sobre el pecho de Carlos.
—ya hemos hablado de esto, pequeña. Sabe tu maleta, te ayudaré.
—me debe una historia.
—será después, tus padres te esperan.
Los días pasaban de repente, todo iba bien, en casa de Carlos todo era como antes, risas, peleas, reconciliaciones, abrazos, alegrías, momentos de soledad, tristezas. Y momentos de soledad para pensar en Daevin, en Kateryn y en la chica sin nombre.
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EL AMOR EN LA ESQUINA
Teen FictionUna historia de amor diferente, constante y continua que te llevará a los rincones más oscuros del corazón de los personajes de este relato. ¿amor? ¿pasión? encontrarás todo en esta historia.