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—Merline—

É L- E S T A- A Q U Í.

Mi respiración se aceleró. Mi pulso se cayó. También mis ganas de vivir. Y por si fuera poco, también las ganas de ir a la farmacia.

Es ta situación es de lo más cómica y curiosa.

No se como porqué me lo encuentro justo hoy. Cuando empaco un día antes de mi vuelo. Cuando estaba por salir a la farmacia, porqué mi roomie se acabo la reserva de toallas femeninas y no fue por más; ahora estaba entre un mar de personas, semi a oscuras y con un montón de papel en la tanga porque ¡Oh, sorpresa! La naturaleza me odia y ahora mismo es demasiado incómodo estar rodeada de desconocidos y desconocidas que cuando me voltean a ver, de inmediato adivinan que me sucede.

¡Ay, coño, matenme!

Cuando me vio, desvió la vista a cualquier parte, menos a mi. Pero quien sabe que vio y también desvió la vista incómodo

Tal vez parecía que estaba bien, y sólo odiaba el contacto humano, y esa cara de enojo era su cara de siempre. Pero por sus ojos, pude definir que estaba incómodo, avergonzado y ligeramente nervioso.

Estaba a sólo como cinco metros lejos de él, separada por unas ocho personas (una de ellas demasiado alta), y todo parecía una manifestación.

No se porqué había muchas personas en el corredor, si se supone que hay como diez habitaciones en el piso. Era ilógico.

Unas inmensas ganas de estornudar me llegaron. Las reprimí todo lo que pude, pero no función.

¡Que le de un ataque de tos mientras tiene diarrea a la persona que escogió que mi ouffit de hoy sea blanco!

No suelo ser rencorosa, pero ahora si estoy enojada.

El sonido del megáfono siendo prendido se escucho cerca y voltee para ver de qué se trataba.

-¡Atención, huéspedes!- la voz de mujer se escuchó del megáfono-Requerimos que entren todos a su departamento y esperen a que la luz vuelva a llegar. Solo es un apagón, nada de que preocuparse. Si tienen algo que deba ser revisado, favor de pasar conmigo. ¡Repito!..

La multitud de gente, se empezó a ir. Cerre la puerta con llave y me fui guiando con la mano por la puerta, cuidando de no caerme mientras caminaba a la salida.

Aun así tenia que ir a la farmacia. O una tienda cercana.

Escuche sus pisadas atrás de mi. Todavía resultaba raro identificar sus pisadas.

-¡Eh, Mateo!-alguien grito pero siguió caminando.

Volteé de reojo y él parecía de lo más tranquilo, evitando mirarme.

-Ey, te hablan.

Una chica de no más veinticinco años le hablo a él. Intente caminar más rápido y salir de ahí, pero un dolor punzante llego de lo más profundo de mi, y me hizo hacerme a un lado.

Me puse enfrente de la pared y sentí los oídos aturdidos.

Cuando recobre el sentido y estaba dispuesta a volver al departamento y llamar a quien sea, para que me cuide; veo a Mateo y un chico, hablado entre susurros. O también existía la posibilidad que ya me había quedado ciega.

En lo que hacia girar la puerta, ellos dejaron de cuchichear, y cuando entraba volteé a verlos.

Uno me miraba sin interés. Y él otro me miraba como diciendo: ¿A esa cosa la conoces?

Entre y la paranoia de sentirme como en El Resplandor, me entro y cerré con llave.

Un retortijón más, me hizo volver a la realidad.

Tome el teléfono y llame a la primera persona de mis contactos. Quién contesto al tercer timbre.

Llamaba a Celeste.

Escandalo || matiegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora