La Pasante

Capítulo 9

Final del día viernes, Ruth llegaba al apartamento cuando de pronto su ex Robert se encontraba frente a la puerta de entrada a la estancia. -¿Qué haces aquí? Grito Ruth. Las expresiones de su cara cambiaron en tan solo unos segundos.

—Viene a verte hermosa, te extraño. Le decía mientras se acercaba a ella.

—Retrocede Por Favor no te me acerque. No entiendes que no deseo verte, me haces daño tu presencia. VETE DE AQUÍ NO ME BUSQUE, LARGO DE MI VISTA.

—Espera solo hablemos, quiero aclararte todo. Suplicaba con su mirada. Estaba muy arrepentido.

Ruth empezó a llorar, lo empujo para que abriera espacio en su camino. —Solo vete de aquí por favor. Entre llanto le dijo. Abrió su puerta, entro y cerró la puerta bruscamente. Ella callo de espalda detrás de la puerta. Robert pego el oído izquierdo, la muñeca derecha agarraba el llavín; la escuchaba llorar. Se le rompió el alma escucharla y verla así.  –Nena, por favor tranquila, LO SIENTO.... Empezó a llorar también.  –VETE POR FAVOR, DEJAME SOLA. –Está bien. Entiendo y se fue.

Tenía más de una hora llorando en cama, llamo a Liz y le conto todo lo que paso. Venia ya Liz de camino a consolarla. Ruth se fue a duchar se puso una pijama y medias estaba toda despeinada, sus ojos estaban muy hinchados, la nariz roja y su corazón totalmente roto.    

Llegando Liz, la comienza a consolar haciéndole chistes. – ¿Adivina que te traje? Rebuscando dentro de su cartera. – No lo sé. Ruth rodo los ojos y sacudía su nariz. 

—Taran, te traje golosinas para que se corazoncito se reponga mucho rápido. Ruth la abraza y le susurra al oído. –Gracias amiga TE QUIERO mucho. No sé qué haría sin ti. 

—Morirte, la soledad te consumirá. Sonado sarcástica y riendo. Te adoro nena y la besa en la frente. —Debería dormirte mañana saldremos a tomar café. Me iré tengo una cita con Oscar. La abraza y se va.

Ruth quedando sola enciende la Tv y comienza a mirar una película vieja. Tomo su celular lo revisaba mientras se iba quedando dormida. Se despierta por los sonidos que emitía la tv; separa del sofá, busca el control y apaga la Tv. Se volvió a dar otra ducha pero un baño de burbujas. Cerrando los ojos de repente empezó a imaginar al jefe. Abrió los ojos con desesperación, se galletea los cachetes dándose pequeñas palmadas. —¿Qué te pasa Ruth Russo? No te pongas a pensar en Marcos. No es momento de volver abrir tu corazón.   

—No, no, no. Ahora no. Exclamaba.