22- El amor consuela como el resplandor del sol después de la lluvia

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—¡Ándale, Renato, apaga la luz!– dijo Joaquín recargándose en la cabecera de la cama de su hermano mientras Emilio se sentaba junto a él en el acolchado y ponía un gran tazón con palomitas entre ellos, su hermano le dio una mirada disgustada y le obedeció, el chico se sentó en el suelo a los pies de la cama, tomó el control de la televisión y apretó el botón de play, en la pantalla se comenzaron a ver escenas de créditos oscuros dándole inicio a la película, Joaquín se acercó a Emilio, el chico pasó su brazo por detrás de la cabeza de Joaquín y él se acurrucó en el pecho del rizado, acercando el tazón de palomitas, poniéndolo en el regazo de Emilio y tomando un puñado.

Estuvieron así por quince o veinte minutos, viendo la pantalla, era una típica película de terror del inicio del siglo que Joaquín ya había visto y se aburrió, las palomitas habían bajado a la mitad y para Joaquín el pecho de Emilio estaba muy cómodo, así que se acurrucó más, acercó sus piernas a las de Emilio, le pasó una mano por la cintura y cerró los ojos mientras Emilio paseaba su mano por su espalda.

Media hora después un estruendo y la agitación del pecho de Emilio le despertaron, miró al rizado hacia arriba, el chico sonreía, escuchó la risa de Renato. Emilio bajó la mirada hacia él y Joaquín frunció el ceño.

—Perdón, amor, te desperté– susurró Emilio, Joaquín miró la pantalla, el asesino estaba limpiando su machete con su sucia ropa, justo había matado a alguien y Emilio se había sorprendido.

—¿Te asustaste con eso?– murmuró Joaquín adormilado, acercándose a la cara de Emilio, el chico aún le miraba y sonrió nervioso —qué bebé eres– le dijo, pegando su nariz a la barbilla de Emilio, el rizado subió la mano que descansaba en la espalda baja de Joaquín para tomar su nuca, Joaquín subió más su rostro para quedar a su altura y rozó sus labios con los de Emilio, que abrió los suyos y atrajo a Joaquín hacia él para cerrar la distancia, Joaquín le besaba con los ojos abiertos disfrutando el roce de sus labios y sus lenguas, y disfrutando de la expresión de gusto de Emilio iluminada por la luz tenue de la televisión, miraba sus parpados bien cerrados y sus largas pestañas. Subió su mano del pecho de Emilio a la mejilla del chico para intensificar el beso, cerrando los ojos, al fondo se escuchaban los gritos de los personajes de la película siendo masacrados brutalmente mientras Joaquín y Emilio disfrutaban de los labios del otro, del roce de sus manos en sus pieles, y de la cercanía de sus cuerpos. Emilio se incorporó en el acolchado, colocó su mano libre en la cintura de Joaquín y bajó su mano de la nuca del chico para pasearla por su espalda hasta el final de su columna, lentamente acarició sobre la tela de su playera y poco a poco fue introduciendo su mano bajo la tela para tocar la piel desnuda de la espalda de Joaquín, que soltó un suspiro sobre sus labios a medio beso, disfrutando del roce.

—¿Qué pedo?– la voz de Renato les hizo separarse, devolviéndolos a la realidad, la habitación estaba completamente a oscuras, los chicos se incorporaron, confundidos, Joaquín se acomodó la playera, agradeciendo que la falta de luz no le permitiera ni a Emilio ni a Renato que sus mejillas estaban más coloradas que de costumbre.

 —¿Qué hiciste, Nato?– murmuró Joaquín, un estruendo se escuchó en la planta baja y al momento le siguió un grito, Renato se puso de pie al instante, Joaquín sintió su cuerpo erizarse y Emilio se levantó de la cama.

—Yo no hice nada, se fue la luz– dijo el chico caminando y abriendo la puerta de la habitación, encendió la lampara de su teléfono y salió a paso apresurado —¿nana?–

Emilio imitó la acción de Renato con su teléfono y ayudó a Joaquín a incorporarse.

—¿Estás bien?– le preguntó con voz suave, Joaquín notó que su voz estaba un poco más grave de lo normal, Emilio apuntó la luz hacia el, notando que Joaquín estaba sonrojado y el aludido asintió, caminando hacia él, salieron de la habitación tomados de la mano, ayudados por la luz blanca del flash. Bajaron las escaleras y vieron el reflejo de otra luz en la cocina, se acercaron.

Letargo. (Emiliaco)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora