El latido acelerado de su corazón resonaba con fuerza en sus oídos, sumado a los jadeos y sonidos húmedos de sus besos, mantenía su mente en blanco disfrutando de las sensaciones. Aziraphale se aferraba a los hombros del demonio mientras este desabrochaba su camiseta y dejaba al descubierto su receptiva piel. Sus labios fueron liberados cuando los contrarios se deslizaron sobre su cuello para llegar al torso. La serpenteante lengua recorrió sus pectorales dirigiéndose hacia la cintura en un camino excitante, no podía evitar sus temblores y soltar los agonizantes gemidos sintiendo que esas caricias estaban incendiando cada terminación nerviosa que pudiera tener. El toque gentil dejaba de lado sus inseguridades o aprensiones, permitiéndole concentrarse en los verdaderos deseos del cuerpo terrenal que poseía.
Sintió una mano aferrarse al borde de su pantalón de pijama a la vez que se detenía. Abrió los ojos intentando enfocarlos en la expresión de Crowley, la suave luz le permitía ver un costado de su serio y atento rostro. La mirada siempre intensa de ese ser le quitaba el aliento y en ese momento más por la expectativa de lo que haría a continuación.
—Estás tenso —afirmó Crowley con voz ronca— ¿te sientes incómodo?
—Solo... hace un poco de frío —soltó una mentira piadosa al no tener el valor de decir que se sentía un poco expuesto.
Vio cómo Crowley sonrió con complicidad cuando una gran manta negra se deslizaba sobre él desde los pies hasta los hombros manteniéndolo oculto y así comenzó a bajar su pantalón con lentitud. Tuvo que morderse el dorso de la mano para no soltar sonidos inapropiados al sentir esas manos acariciar su piel. Aunque tampoco le resultaba muy fácil cuando esos dedos recorrieron sus muslos de manera suave y muy cerca de su dura erección que se estremecía por las caricias que llegaban a lugares que nadie había tocado nunca. La excitación era una sensación nueva en su sistema, caliente y adictiva.
La manta se levantó un poco hasta mostrar la expresión oscurecida de Crowley tras su roja erección.
— ¿Me permitirías tentarte a un placer mayor? —Siseó el demonio aprisionando con ambas manos su cadera.
—Sí —jadeó sintiéndose hipnotizado por esos ojos amarillos que se desenfocaron cuando la lengua recorrió la longitud de su miembro provocándole un gemido ahogado.
La boca de Crowley atrapó la cabeza de su erección y comenzó a engullirla con lentitud mientras él sentía que todo su cuerpo se derretía de placer. Un recuerdo fugaz vino a su mente en el momento en que los labios del demonio tocaron su pelvis, la primera vez que probó el pastel del diablo.
Recordaba a la perfección el intenso sabor del chocolate y el gran deleite que despertó en él con un solo bocado. Aquella vez, creyó que ese era el mayor placer que podía experimentar en la vida, aunque estaba por completo equivocado, en ese momento estaba experimentando un nivel desconocido y tan arrollador que sentía que en cualquier momento su cuerpo colapsaría de locura.
La cabeza de Crowley se levantó de nuevo hasta liberar su humedecida erección y de inmediato la lengua bífida del demonio comenzó a enroscarse en ella, alargándose hasta cubrirla por completo. Aziraphale se sujetó de las sábanas sintiendo que el sudor recorría todo su cuerpo y cerró los ojos cuando no pudo sostener la intensa mirada. La deliciosa tortura continuó por unos momentos que se sintieron eternos y a la vez muy cortos, su vientre comenzó a endurecerse y una extraña adrenalina encendió sus terminaciones nerviosas concentrándose en un punto que lo hizo explotar de placer. Pudo ver las estrellas cuando todo su cuerpo se sacudió disfrutando la maravillosa cima de lo que comprendió era un orgasmo, su primer orgasmo.
Todo su cuerpo cantaba de satisfacción y al abrir débilmente los ojos vio la expresión triunfante de Crowley muy cerca de su rostro. En algún momento se había recostado sobre él de nuevo y ni siquiera se había dado cuenta.
ESTÁS LEYENDO
La eternidad de un sentimiento inefable
FanfictionDespués de evitar que la guerra entre el cielo y el infierno se llevara a cabo, Crowley y Aziraphale se sienten relegados por sus respectivos jefes. Solos en la tierra y sin un norte fijo, esto hace que uno de ellos se centre en asuntos más personal...