Aziraphale no supo cuántas botellas bebieron, de lo que sí estaba seguro era que había sido mucho más alcohol de lo acostumbrado porque su mente se encontraba difusa y no podía seguir la conversación de su amigo de manera correcta. Le costaba mucho trabajo concentrarse hasta que una pregunta se aferró en su mente.
"¿Cuál es tu deseo más grande?" Había preguntado Crowley y en ese momento lo estaba observando esperando su respuesta.
—Los primeros libros escritos por la humanidad —habló arrastrando las palabras y en un tono tan bajo que no sabía si se había entendido.
—No eres sincero —contradijo Crowley en el mismo tono apenas entendible—, no quiero que tu cerebro hable, quiero que tu corazón sea quien me conteste. Es más, ven aquí.
Lo vio arrastrarse en el piso e intentar sentarse sobre la alfombra, le tomó varios intentos lograr una postura decente con las piernas cruzadas, después le hizo una seña para que se acercara. Suspiró pesadamente porque sabía que, si intentaba ponerse de pie, caería de bruces, por lo cual decidió arrastrarse desde el sofá hacia la alfombra. Aunque le fue imposible cruzar las piernas, resultaba demasiado incómodo con su atuendo formal, así que se sentó sobre sus rodillas intentando mantener el equilibrio.
—Deberías usar un estilo más casual —sugirió Crowley arrastrándose un poco más para cerrar distancia—, ya sabes, ropa más ligera que te permita movilidad.
Ignoró el comentario al sentir la respiración cálida de su compañero sobre su piel. Estaban frente a frente, mucho más cerca de lo común, percibía el aroma del alcohol y lejos de causarle nauseas, le parecía tremendamente familiar. Inclusive se podía visualizar a sí mismo recostándose sobre su regazo para absorber su aroma que lo había acompañado por miles de años y que en ese momento lo necesitaba como nunca.
—Entonces, corazón de mi ángel —habló Crowley en tono serio— ¿cuál es tu deseo ahora que el mundo está en total paz?
—Todo está en paz —asintió sonriendo de manera irónica—, menos el corazón al que le estás hablando. Es estresante no saber qué espera mi jefe de mí... lo único que quiere mi corazón es saber qué hacer ahora.
La única respuesta de su compañero fue un largo silencio y una respiración constante. Estaba a punto de hablar para soltar una pequeña mentira piadosa, decir que solo era una broma, cuando lo vio moverse con dificultad hasta sentarse a su lado para abrazarlo. El calor, la cercanía, el aroma varonil bien logrado de Crowley revolvió su estómago de una manera para nada incómoda. No eran nauseas sino una combinación extraña entre euforia y felicidad. Sintió los labios cálidos rozar su oreja y una sensación electrificante le recorrió el cuerpo provocándole un escalofrío.
—Deberías buscar tu propia paz —susurró el demonio sobre su oreja—. No creo que esperar una instrucción por parte de tu jefe sea la única opción, debe haber otro camino para lograr obtener algo de calma. Algo que de verdad te dé una gran satisfacción.
Su cara ardió al sentirse tímido cuando imaginó lo que debía ser el verdadero significado de las últimas palabras. Crowley siempre intentaba tentarlo de alguna manera, alejarlo de sus responsabilidades para buscar su propio placer. Normalmente encontraba la forma para negarse a sus insinuaciones de intensiones a veces no tan ocultas, pero llegado a ese punto ya no tenía la fuerza para seguir haciéndolo.
—Me suena a que tienes una sugerencia —respondió en el mismo tono bajo— y conociéndote, estás pensando en tener alguna aventura, salir a divertirse con la humanidad —de nuevo recibió un largo silencio, el cual solo lo frustró de forma extraña—. Quiero ver tus ojos.
Se apartó solo un poco para poder levantar la mirada y quitarle despacio los lentes hasta poder observar esos ojos amarillos que lo observaban con anhelo nada disimulado.
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La eternidad de un sentimiento inefable
FanfictionDespués de evitar que la guerra entre el cielo y el infierno se llevara a cabo, Crowley y Aziraphale se sienten relegados por sus respectivos jefes. Solos en la tierra y sin un norte fijo, esto hace que uno de ellos se centre en asuntos más personal...