Epílogo

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No necesitaron mucho tiempo para los preparativos de la boda pues habían decidido que sería algo sencillo, aunque muy elegante. Lo único que los había detenido un poco, era decidir a quienes invitarían tomando en cuenta de que no querían nada del cielo ni el infierno. Eran felices rodeados de humanos, por lo que al final tomaron la decisión de celebrar su boda civil rodeados de esos amigos mundanos que los visitaban de vez en cuando.

Y después de un año de ese maravilloso suceso, Crowley había preparado una velada mágica para su ángel en una noche estrellada y cálida. En ese momento, estaba esperando por él fuera de la librería recargado en su querido Bentley sintiéndose ansioso por ver la cara de felicidad de su gran amor por la sorpresa. Y como siempre, el sorprendido fue él al verlo salir con su andar elegante y vestido con esos trajes con un toque antiguo y blanco como su preciosa y pura alma.

—Espero no haber tardado mucho —saludó Aziraphale acercándose para depositar un beso sobre su cuello.

—Esperé seis mil años para que aceptaras mi amor, puedo esperar las horas que quieras para que termines de arreglarte.

La risa alegre de su ángel llenaba de vida su corazón y de esa forma, subieron al automóvil para partir a su destino.

«Lento», se dijo soltando un poco el acelerador a sabiendas de que a Aziraphale no le gustaba ir a gran velocidad.

— Hoy te ves más apuesto que de costumbre —mencionó su ángel con aprecio y al darle una mirada rápida, vio esos ojos enamorados recorrerlo—, estás usando un chaleco bajo el saco, me gusta ese detalle elegante.

—Lo mejor para mi esposo —respondió tomando la mano de su ángel y besándola sin despegar la mirada del camino.

Casi al mismo tiempo una canción comenzó a sonar sin siquiera haber activado el estéreo y ambos soltaron una corta risa.

—Se respira amor en este auto —Aziraphale comentó con tono amistoso acariciando el tablero del Bentley— supongo que sí estamos un poco locos de amor, gracias pequeño.

Crowley sabía que, de ser posible, su Bentley ronronearía de gusto al sentir el cariño de Aziraphale pues su amor era contagioso. No tardaron mucho para llegar al Ritz, uno de los restaurantes más lujosos de Londres y el favorito de su esposo para celebrar veladas especiales. Al bajar del automóvil y dejar las llaves al personal del valet, tomó la mano de su ángel para entrar juntos al magnífico lugar donde de inmediato fueron conducidos a una mesa con manteles blancos que hacían juego con la cristalería reluciente debido a los grandes candelabros del elegante lugar.

Al tomar asiento, no fue necesario hacer el pedido pues Crowley ya había dejado instrucciones específicas.

—Siempre me ha gustado la forma en como planificas una cita —dijo su ángel con una gran sonrisa.

—Recuerda que te prometí que siempre te traería a lugares especiales a degustar tus platillos favoritos —respondió tomando la mano de Aziraphale donde llevaba el anillo reluciente de compromiso y la argolla de matrimonio de oro con una aleación especial en negro, curiosamente se veían muy bien juntos. La luz y la oscuridad.

—Debo reconocer que has hecho un gran trabajo como esposo, has cumplido muy bien con tus promesas.

Crowley sonrió haciéndole un gesto al mesero para que sirviera el vino mientras contemplaba la mirada de su ángel y recordaba con emoción los votos de la boda.

"Aziraphale había sido el primero en pronunciar sus votos. Con una postura erguida, tomó sus manos y comenzó a hablar con mucha seguridad, como si estuviera recitando un hermoso poema que se sabía de memoria.

La eternidad de un sentimiento inefableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora