23. Mundos Sin Conquistar Pt. 2

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No saben que tan difícil es para mí escribir sobre Valka, con el POV de Valka, o con Valka. No tengo simpatía por ella, aunque no la odio. La respeto porque es un personaje que puede ser útil (al ser Jefe en vez de Hiccup, y porque Hiccup merece tener una maldita mamá). Es el personaje con el que menos me conecto, y me ha tomado 24 capítulos de Munr, para finalmente, crear un momento donde la mujer pueda brillar. Un momento que a la mejor a unos les valdrá un "Bah", pero que para mí, es épico. Algo que por fin la hará compleja e interesante a mis ojos. ¡Disfruten!


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¡Final de Temporada de Munr, Segunda Parte!

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Parte

XXIII.

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Los guerreros no muestran sus corazones

hasta que sus hachas los revelen!"

-Floki (Vikings).

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Esperaron en el campo abierto.

La lluvia se aligeró con el transcurso del tiempo.

Astrid no se movió de su posición. Su escudo y su hacha se convirtieron en lo más importante de su existencia. Respiró hondo. Exhaló. Repitió.

Su compañía, a pesar de sus protestas iniciales, no se atrevió a romper filas. Cuando los cuernos del enemigo habían respondido a su canto de guerra, cualquier duda en los guerreros se había desvanecido, en favor de estar preparados para combatir en cualquier momento.

Por un largo rato, nada sucedió.

Los truenos de Thor se despidieron.

Se escuchó a un caballo rebuznar a la distancia.

El corazón de Astrid corrió acelerado.

Un caballo blanco apareció en el horizonte, galopando a un ritmo medianamente tranquilo.

Detrás del jinete, se fue agregando un batallón de figuras armadas. A pie. No hubo delate de dragones siendo utilizados.

"¡Pared de escudos!" Astrid ordenó, tomando un paso al frente, desprendiéndose del resto de su grupo. La hilera horizontal de guerreros obedeció, cubriendo sus pechos con sus escudos. Astrid tomó prestado el monocular de Fishlegs. Apuntó hacia el jinete del caballo blanco.

Cuando bajó el objeto de su ojo, Astrid estaba sonriendo.

"Tiene, fácilmente, el doble de guerreros." Fishlegs susurró. Algo de su usual temor a lo temerario, se escurrió en sus silabas.

"No temas, Fishlegs. Los Dioses ya conocen nuestro destino. Si morimos hoy, u otro día, nos abrirán las puertas del Valhalla de todas maneras." Había sido un consuelo que su padre le había compartido siempre, pero hasta ahora Astrid podría apreciarlo. "¡No rompan fila!"

Cuando el jinete estuvo a una distancia donde sus gritos serian distinguibles, Astrid tomó otro paso al frente. Sola. "¡Como han caído los grandes! ¡Dagur, el Príncipe Berserker, encima de un caballo!"

Dagur frenó justo en la cresta de la pequeña colina que los separaba—y salvaba—de perder su cabeza. Detrás, sus hombres seguían avanzando. No eran Berserkers. Los colores de sus uniformes eran anónimos, así como la falta de insignia en sus escudos. Una característica sí resultó inescapable, sin embargo: todos los soldados eran calvos y vestían un tatuaje de horrendas connotaciones en sus frentes.

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