Capítulo 15

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Me dispongo a marcharme, total para lo que pinto.
Me giro sobre mis tacones empezando a caminar hasta la salida. Precisamente me tengo que  encontrar con Flavio.

— Hola Merinda, ¿Cómo estás?

— Ni fu ni fa. Hay voy que no es poco.— En verdad no tengo muchas ganas de hablar con Flavio.
Al parecer él si quiere darme conversación.

— Antes de nada quiero que sepas que me hubiera encantado de conocerte en otras circunstancias, desafortunadamente las cosas han sido así.

— Comprendo. Pero no entiendo porqué solo saben juzgarme todo el tiempo, y no han tenido la educación y delicadeza de darme una oportunidad en conocerme. Al menos tratarme con algo de cortesía , tampoco pido mucho.

— El problema es que fuimos engañados por tú madre. Ella es una mujer muy mala y ambiciosa. Gracias a ella, la cadena está pasando por un mal momento, y eso nos lleva a tener que despedir personal. Y por supuesto, tú estás despedida.

— Fíjate que no me sorprende en absoluto. Lo que venía pensando era cómo podía estar siguiendo trabajando. Por su puesto, hay que poner el odio y la venganza en alguien que no les ha hecho nada malo.

— Son las normas. Y como tales hay que obedecerlas. Tú has permanecido más de tres días sin acudir a tu puesto de trabajo sin justificarlo. Por lo tanto, es motivo suficiente para que seas despedida. — Respiro hondo, total qué ganas tengo de comenzar a discutir con alguien que se ve a kilómetros que no le caigo bien.

— Lleva razón. Y no estaría bien, que sabiendo donde me encuentro y con quién me encuentro lo tenga que pasar por alto. Vamos, que no estoy diciendo que yo quiera favoritismo.
En fin, gracias por haberme lo comunicado aquí, me ha ahorrado el mal trago de tener que recoger mis cosas y despedirme de mis compañeros. Ha sido todo un detalle. — Alzo mi barbilla haciendo ademán de irme.

— Hasta pronto Merinda.

— Hasta luego señor Flavio. Ya puede dormir tranquilo, se ha salido con las suyas. Y no tarde en preparar todo para el divorcio.

Ahora sí que me voy. Ya no puedo continuar con una conversación que me está lastimando.

En fin, debo ser positiva. Pensar como que nadie tiene la vida comprada, o que todo acaba en un abrir y cerrar de ojos sin que te des cuenta.
Para qué molestarme en gritar, o en ofenderme, en juzgar a esas personas que me han fastidiado, no es necesario tanta humillación.
Si me apetece lloraré, pero no. Mejor sonreír, disfrutar, saltar de alegría...
Nada voy a conseguir con lamentaciones, mejor seguir siendo yo misma.
Qué me tropezado y me pegado el hostión de mi vida. Pues nada, igual que me caído me toca levantarme y seguir adelante.
Ahora, eso sí. Jamás olvidaré está experiencia, vaya a donde vaya seguiré dejando mi huella, por nada del mundo voy a detenerme en seguir adelante con mi vida.

— Meri para por favor. — Dios mío, por qué me tengo que cargar con los más tontos. ¿Es que te estás riendo de mí Señor?

— Qué quieres Giovanni. — Este hombre me agota. O es bipolar, o es que ya viene de error de fábrica.

— ¿Dónde vas? — Sí, le falta un verano para completar su inteligencia.

— A liarme un porro. ¿Tú qué crees?

— Por favor Meri no te vayas.

— Es que me he casando de estar de adorno, a una ya le duelen los pies de estar de pie  derecho como si fuera la antena de la cobertura. Y encima, tú te la dedicas a bailar con Arabela y a mí que me parta un rayo. He llegado a pensar que te avergüenza de que te vean conmigo.

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