Meri:
Aquello que estaba escuchando no tenía sentido. No podía ser, yo...casada... Imposible.
Pego un fuerte empujón a Giovanni poniendo distancia, necesito mirarlo a los ojos y que me diga que no es cierto lo que me ha dicho.— Mientes, yo no soy tú esposa. — Grito sintiendo como el agua se acumula en mis ojos. Estoy sorprendida y rabiosa a la misma vez.
— Es cierto Meri, tú eres mi esposa. Recuerda que fuiste la primera en firmar el acta de matrimonio. — Maldita sea lleva razón.
— Pero...Entonces...¿Porqué mierda firmastes tú después pedazo de merluzo? Sabías perfectamente que yo no quería casarme. Responde, ¿Porqué me has hecho algo así?
— En ese momento pensé en mí mismo. Casándome contigo mi padre me daría la fortuna que me corresponde y de alguna manera lo estaría contradiciendo.
— Es la excusa más tonta que me has podido dar. Pues leche, si quiere que te cases con Francesca hazlo, total si sois de la misma clase social, tenéis padres millonarios...Según tú familia yo soy una ambiciosa, cazafortunas y creo que hasta puta y todo. Al menos eso me dieron a entender tus adorables padres. Y ahora voy y me entero que el caprichoso del niño por llevarle la contraria me tiene que arrastrar a mí a sus tonterías.
— No son tonterías. Tú no lo entiendes aunque te le explique.
— Pues no, porque vamos si en verdad esa herencia o lo que sea te corresponde pues que te la dé tu padre y tú puedes elegir a la persona con la que quieres casarte. No eres un niño chiquito al cual le deben de decir haz esto, haz lo otro. Chico que tienes pelos en tus partes bajeras, sé un hombre y defiende lo que quieres.
— Eso estoy haciendo, aunque para tí veo que soy un pelele.
— Un poco inútil si te veo. Pero en fin, voy a despedirme de mis amigos y me voy para mi casa. Necesito dormir y hacer que esto no ha pasado.
Me giro sobre mis talones empezando a caminar hacia el pub. Busco a mis amigos, me despido de ellos quitándole importancia al asunto y me marcho hacia mi casa.
Por supuesto, no voy sola. Aquí mí esposo cariñoso se ha empeñado en llevarme hasta mi casa.Sigo molesta, cabreada, furiosa por haber hecho todo esto a mis espaldas. Se suponía que yo no quería casarme, y es verdad.
Aún no estoy preparada para el matrimonio. No lo estoy porque no me enamoré antes de ningún hombre.
Y para cuándo voy y me enamorado de uno, resulta que es mi esposo.
Bueno, al menos no me queda cargo de conciencia de haber hecho el amor con el jefe sintiéndome mal por ello.Llegamos a mi casa, me bajo del auto sin decir nada, pegando un portazo.
Camino cabreada hasta la puerta de mi casa.
Dentro, saludo a mi padre el cual se encuentra terminando de preparar la cena.
Me pregunta cómo ha ido mi día, en verdad no sé qué decirle.
¿Cómo le digo a mi padre que me casé por estar presionada por Roselle y cuando pensé que ese teatro se había disuelto, resulta que estoy casada?Pues tan sencillo, como sentarme en la mesa, mirar el plato como si me fuera a comer el ha mi.
Y entonces, respiro hondo, me preparo para decirle lo ocurrido a mí padre.
El pobrecico me mira como si hubiera visto un fantasma. Deja de comer, sigue mirándome sin pestañear.— Meri, no me lo creo. Pero... ¿cómo pudiste seguirle el juego a Rosella?
— Lo siento papá. Pero ella me amenazó con haceros daño a tí a Dania. De hecho, el negocio fue ella quién mandó que lo quemaran. Recuerda que la misma policía nos dijo que el incendio fue provocado. Y Dania tuvo problemas en su empresa, alguien le hackeó las cuentas y toda la información. ¿Qué podía hacer papá?
No podía permitir que les ocurra nada malo, por eso firmé sentía mucho miedo.
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Aceptar La Realidad
RomanceAún queriendo camuflar su decepción, Meri siente que su gran sueño de poder enamorarse está muy lejano. Su corazón aún espera poder llenarse con el amor del hombre que la haga sentirse la mujer más feliz del planeta tierra. Por otro lado, Giovanni s...