No podía creer que en estos momentos estuviera preparando una maleta para volver de nuevo a Italia.
Por un lado estaba feliz, sin embargo, no termino de convencerme de que en este viaje vaya ha salir todo perfecto.
En fin, no voy a ser supersticiosa, deseo volar junto a mi marido y poder demostrarles a los miembros de su familia que en verdad existe amor entre nosotros.
Y yo encantada de poder restregárselo por los morros a esa familia de estúpidos sin cerebro.
No lo puedo remediar, pero yo personalmente no les mandaría una invitación de amistad.Cuando ya tenemos todo listo, Giovanni y yo nos vamos hacia el aeropuerto. Donde horas después, despegamos de Madrid rumbo ha Nápoles, Italia.
Durante el viaje no paro de hablar con Giovanni sobre las ciudades que deseo hacer turismo.
Él me escucha sin decir nada, asintiendo de vez en cuando con su cabeza o dándome la razón como los locos.
No sigo insistiendo en darle conversación, prefiero guardar silencio hasta llegar al aeropuerto de Nápoles.Un rato bastante largo después, cuando ya hemos cogido nuestro equipaje, salimos en busca de Lia, la hermana de Giovanni.
Ella nos espera cargando unos dulces. Me los entrega nada más verme, para después abrazar a su hermano.
A continuación, me saluda a mí con abrazo amistoso. Al menos Lia no es tan antipática como el resto de su familia.
Acto seguido caminamos hacia el parking para buscar el auto de Lía e irnos a la mansión para ver a su madre.Volver de nuevo ha este lugar es ponerme mala.
Y cuando digo ponerme mala, lo digo porque nada más poner un pie en el gran salón me dejan sentada hablando con Lia, mientras Giovanni va ha saludar a su madre.— ¿Qué tal estás Merinda? ¿Llevas bien la vida de casada? — Mientras nos sirven un café le respondo a Lía.
— De momento me va todo bien. Y bueno sobre la vida de casa, recién me estoy acostumbrando.
— Espero y deseo que todo entre vosotros les vaya bien y pronto me deis la noticia de que voy a ser tía. — Lía sonríe, a mí no me hace tanta gracia. Una cosa es darle samba al cuerpo y otra muy distinta es telefonear a la cigüeña.
Me sonrojo un poco, sonriendo tímidamente, cambio de conversación inmediatamente.
Seguimos hablando hasta que somos interrumpidas por Alonzo.
Me levanto para saludarle, él ni siquiera me mira. Solo se dirige todo el rato hacia su hija.
Prefiero callar, no deseo entrar en conflictos con este hombre que tiene la mente de los años de los primeros simios.
Tomo asiento escuchando la conversación.
Al parecer Alonzo está muy enfadado porque Francesca ha decidido no querer casarse con Giovanni.¡Qué lástima me da!, de que no le han salido los planes como el señor Ferretti esperaba.
Sigo sentada como una estatua escuchando la conversación entre Lía y su padre.
A pesar de los intentos por hacer de que su padre se calle en mi presencia, al parecer a él como que le importa bien poco que me esté faltando el respeto de esta manera.
Trato de pegarme la lengua al paladar para no responderle como es debido a este señor. Qué de señor tiene buen poco.
Total van a ser varios días y no volveremos a vernos.Al marcharse Alonzo, Lía se disculpa conmigo abochornada.
Sacudo mi mano en el aire, quitándole importancia al asunto.
Aunque por dentro esté irritada, no voy a darle esa satisfacción de verme derrotada.Salimos al jardín para tomar un bocado.
Desde el jardín se puede escuchar la discusión mantenida por Giovanni y su padre.
Miro a Lía, la cual no se atreve ni a mirarme a la cara.— Lía, no te preocupes por mí, estoy bien. De todas formas, Giovanni y yo volveremos a España y todo este asunto se terminará.
— En verdad Merinda te admiro. No sé como puedes soportar todo este asunto. Y el problema, es que no va terminar tan pronto como crees.
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Aceptar La Realidad
Roman d'amourAún queriendo camuflar su decepción, Meri siente que su gran sueño de poder enamorarse está muy lejano. Su corazón aún espera poder llenarse con el amor del hombre que la haga sentirse la mujer más feliz del planeta tierra. Por otro lado, Giovanni s...