Miro el reloj como si pudiera derretirlo. La clase de Gestión de la Empresa se me estaba haciendo eterna. Además, la voz de ese profesor adormecía a cualquiera.
Siento una mano en mi hombro, era Pe, que estaba sentada a mi lado y me tendía un pequeño papel en su mano.
Lo cojo y leo:
- "Te vienes esta tarde conmigo al cine Eulalia?"-
Era Teo, un chico de clase que conocí hace un par de meses. Bueno, lo conoció Pe y me lo presentó y nos hicimos muy amigos . Sabía perfectamente que odiaba que me llamara así, pero en el fondo cuando el lo pronunciaba tenía su gracia.
Por fin acabó la lección y Teo se acercó a mi observándome con sus grandes ojos marrones.
-¿Qué te pasa tontaina?- le digo con una sonrisa.
- Que nunca quieres venir conmigo al cine Eulalia, hoy tampoco me vas a hacer el favor - dice poniéndome cara de perrito abandonado.
- Sabes que no puedo Teo, ojalá pudiera ir contigo - mi madre me necesitaba, algo muy habitual tenía que hacer la compra esa tarde y llamar al dentista para pedir cita para mi hermana, entre otras cosas.
- Blablabla, siempre tienes cosas Laia. También tienes que pasártelo bien de vez en cuando - dijo resignado.
Sabía que en el fondo tenía razón, pero él no sabía todo lo que pasaba en mi casa y lo que conllevaba que yo saliera por ahí un rato.
- Te invito a un café en compensación y me cuentas cono te va con Dani, ¿te parece bien? - le contesté regalandole una sonrisa.
- Esta bien, pero me tienes que prometer que la próxima semana saldrás con nosotros - dice acercándose a darme un abrazo.
Salimos de clase, y nos despedimos de Pe. Fuimos camino del parking para coger mi moto, que era una pequeña scooter blanca de la marca Yamaha de 150 cc. Era todo lo que podía permitirme en el momento que la compré, me dejé todos mis ahorros.
Cuando llegamos al parking abrí el maletero para darle el casco a Teo, y de pronto me fijo en la rueda. No podía ser, estaba pinchadísima. Cuando yo aparqué a primera hora todo estaba bien, no tenía ningún sentido.
- Me cago en la puta Teo - digo alterada.
- ¿Qué te pasa Laia? Eso no son formas para una señorita -.
- Mira al suelo, no vamos a poder ir a ningún sitio - le digo señalando la rueda.
Teo se agacha con cuidado y recoge un papel del suelo.
- Mira, parece que no ha sido un accidente - me tiende el papel y lo cojo.
- "Hola hija de puta, te dije que fueras con cuidado"- leí.
No podía ser, volvía a ser ella. Estaba segura que había sido ella no podía ser nadie más. Emma había vuelto a hacer de las suyas.
- Joder - exclamé.
- ¿Sabes quien ha podido ser? - me preguntó Teo.
- Si, no se si por suerte o por desgracia pero se quien ha sido - le contesté.
- Pues si sabes quien ha sido tenemos que hacer algo, no podemos dejar que se salga con la suya - me dijo con rabia - Nadie toca a mi Laia.
Me parecía tan tierno que Teo se preocupara por mi, pero no había nada que hacer. Era imposible tomar medidas contra alguien de una familia tan poderosa como Emma.
- No hay nada que hacer Teo, es todo muy complicado - le dije un poco triste - Voy a intentar arrancarla por lo menos a ver si puedo llegar al taller y no tengo que pagar a la grúa.
Arranqué la moto, y funcionar funcionaba pero corría el riesgo de que estallará el neumatico y me tocara pagar uno nuevo en lugar de una simple reparación.
- Lo siento Teo, nuestro café tendrá que esperar. Tengo que arreglar esto cuanto antes - le dije apenada.
Apagué la moto de nuevo y me despedí de Teo con un abrazo. El vivía en un piso compartido cerca de la universidad y podía ir andando.
Me disponía a arrancar de nuevo y tomar dirección al taller, pero un coche paró detrás de mi y un chico bajó de él.
- Espera señorita - exclamó
Me giré y vi a un chico alto de pelo castaño y con unos preciosos ojos verdes que me observaban. Era guapísimo, parecía sacado de una película.
- No deberías circular en esas condiciones, no se si te has dado cuenta pero tienes una rueda pinchada - me dijo.
- Como si no lo supiera ya, pero no eres quien para decirme lo que tengo que hacer - le contesté.
¿Porque narices le había respondido así? El chico solo había intentado ser amable y yo estaba tratándole como si fuera el culpable de mis problemas.
- Disculpa, solo pretendía ayudarte. - me dijo mirándome con sus bonitos ojos.
- No no, diculpame tu a mi, emmm... - no sabía como llamarlo.
- Adam, me llamo Adam - me interrumpió.
- Lo que te decía Adam, que no se como puedes ayudarme. La única solución es llamar a la grúa, y no tengo dinero para pagarla - le dije intentando ser mas amable.
- Si que puedo señorita - nunca me había gustado que me llamarán así, pero saliendo de su boca sonaba muy bien - puedo pagarla yo si me permites.
- Ni se te ocurra, no dejaré que lo hagas, no me debes nada. - le contesté rápidamente.
- Te propongo otra opción, me acompañas a casa y cogemos otro coche, tengo un jeep y podemos llevar tu moto ahi al taller -.
No sabía si fiarme, pero el chico no parecía mala gente. Decidí no ser como mi madre y confiar en él.
- De acuerdo, solo espero que no me raptes - bromeé.
- Solo te pongo una condición - me dijo él - Tienes que recompensarme de alguna manera señorita.
- Eso está hecho - le dije sonriendo.
Me abrió la puerta del coche como todo un caballero y subí con él.
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Entre rosas y espinas
RomanceLaia tiene 19 años y empieza la universidad intentando dejar atrás el dolor que ha sufrido en su pasado. En su búsqueda de la felicidad encontrará obstáculos que taparan su camino, pero mientras lucha por sus sueños apareceran personas que la ayudar...